En la actualidad, el mundo de la sanidad enfrenta retos enormes, pero uno de los más alarmantes está sucediendo en Andalucía y ha tomado un giro que podría ser sacado de una novela de intriga política. Entre los años 2021 y 2023, se han firmado contratos por valor de 186,2 millones de euros en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), y la trama es tan densa que uno podría pensar que está viendo un episodio de “La Casa de Papel”, con personajes en los que la ambición y la corrupción despiertan interés. Todo indica que un puñado de grandes empresas manipuló el sistema a su favor, dejando a muchas pequeñas clínicas en la cuneta.

En este artículo, desgranaremos los pormenores de esta situación, abordando cómo las grandes empresas se han aliado para hacerse con un mercado que, supuestamente, debería estar abierto a todos. Además, compartiré anécdotas y reflexiones que nos ayudarán a entender la magnitud de este escándalo.

Una trama digna de Hollywood

Las seis grandes empresas que se han beneficiado de los contratos a dedo son bien conocidas en el sector sanitario de España: Grupo Quirón, HLA (Asisa), Viamed, Vithas, Cruz Roja y la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Entre ellas, han acaparado un 80% de los contratos en un proceso que muchos consideran como un monopolio encubierto. Pero, ¿realmente se puede hablar de libre competencia cuando el mismo grupo de empresas se reparte los contratos, primero de manera directa y luego a través de Uniones Temporales de Empresas (UTE)?

La idea de que un pequeño grupo de gigantes lleve la batuta en el sector sanitario es alarmante. En una conversación con un conocido que trabaja en el ámbito de la salud privada, me contó una experiencia que resultó ser una revelación. “Es como jugar al Monopoly, pero con reglas completamente diferentes», decía, refiriéndose a cómo las pequeñas clínicas quedan fuera de cualquier posibilidad de competir. Nunca pensé que un juego de mesa podría representar tan bien la realidad de la sanidad en nuestra comunidad.

Un entorno de competencia desfavorable

Cuando uno se enfrenta a gigantes como estos, el juego es desigual. Imagina que tienes una pequeña clínica y decides participar en un concurso. Te preparas con todo tu esfuerzo, sigues las reglas al pie de la letra, y de repente, te encuentras con que te han presentado una oferta por un paquete que incluye intervenciones tan dispares como un trasplante de rodilla y una operación de cataratas. ¿Acaso alguien se sorprendió de que las grandes empresas se quedaran con el premio gordo?

A medida que se fue conociendo el escándalo, varias pequeñas y medianas empresas comenzaron a alzar la voz. La frustración que compartían era palpable. “Es como si en un partido de fútbol, el árbitro solo dejara jugar a los de un equipo”, me decía una clínica que había participado en uno de los procesos de licitación. Y, honestamente, ¿puedes culparlos? La rabia en su tono evidenciaba una firmeza que resonaba en el ambiente de todo el sector.

¿Contratación a dedo o una danza cuidadosamente orquestada?

Una de las cuestiones que han surgido es si estas licitaciones eran realmente transparentes o si eran «encubiertas» desde el inicio. Por lo que los testimonios revelan, la sensación general era que todo estaba diseñado para beneficiar a las mismas grandes empresas. El número de denuncias ante el Tribunal de Recursos Contractuales ha sido escaso, lo que lleva a pensar que muchas clínicas desisten ante la idea de luchar contra Goliat.

En una conversación con un operador de salud, mencionó que existía un “acuerdo tácito” entre las grandes empresas. “Es como si se dijeran entre ellas: ‘Oye, tú te llevas este lote y yo me quedo con el otro’. Porque, a la larga, todos sabemos que el verdadero dinero está en el bienestar de los pacientes”, declaraba con una mezcla de resignación y determinación.

Las palabras de un pequeño empresario

Una de las historias más impactantes proviene de un pequeño empresario cuyo nombre ha decidido mantener en el anonimato por miedo a represalias. Ganó un concurso a pesar de que al final el contrato le fue “arrebatado”. “Siempre actuaré con la verdad por delante, pero este mundo está lleno de sorpresas. Ya sabía que este concurso estaba amañado cuando un tío me llamó y me dijo que me olvidara de participar. Podría haberme rendido, pero tengo que proporcionar para mi familia”, afirmó con valentía.

No puedo dejar de pensar en cómo esa voz resonó en mí: la lucha del David contra el Goliat es un clásico que parece repetirse en diferentes ámbitos de la vida. ¿Por qué es tan difícil romper este ciclo de privilegios y favoritismos?

La sombra del pasado: un exviceconsejero y un entramado turbio

Uno de los temas más candentes en esta historia es la implicación del exviceconsejero de Salud, Miguel Ángel Guzmán, responsable de haber dado contratos por un valor de 44 millones a la clínica que lo fichó tras su cese. Hablamos de un elemento que ha generado sospechas sobre un posible conflicto de intereses.

Hoy en día, toca preguntarse: ¿acaso la ética está condenada a ser un tema tabú en la gestión pública? En cualquier negocio, de cualquier tamaño, la transparencia es fundamental. Y sin embargo, aquí parece brillar por su ausencia. La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) está investigando, aunque no ha confirmado nada hasta la fecha de hoy.

Un futuro incierto

Las consecuencias de esta enredada telaraña son profundas. La Junta de Andalucía ha intentado justificar estos contratos, argumentando la necesidad de reducir las listas de espera. Sin embargo, la realidad es que este proceso ha dado rienda suelta a la creación de un oligopolio en el sector sanitario. En última instancia, esta situación genera desconfianza tanto en los proveedores como en los pacientes que requieren atención sanitaria.

Uno de los efectos más obvios de esta situación es que las pequeñas clínicas han tenido que cerrar sus puertas, y eso es algo que no se puede pasar por alto. La experiencia de un conocido me lleva a reflexionar: “En lugar de pensar en grande y actuar como una familia del sector, hemos dejado que los más grandes nos devoren”.

Reflexiones finales

En conclusión, el escándalo de los contratos en el SAS pone de manifiesto lo que sucede cuando el sistema gira en torno a unos pocos. La falta de transparencia y el cierre del acceso a la competencia son factores que han llevado a una situación insostenible para muchas clínicas que han trabajado arduamente para ofrecer atención de calidad.

La historia de estos valientes emprendedores demuestra que, a pesar de las adversidades, es posible luchar contra el sistema. La esperanza no está perdida, pero se necesita un cambio de paradigma en la forma en que se gestionan los recursos de salud. Quizás, al final del día, la mejor receta para el cambio sea la unión, la acción colectiva y un alto de voz más fuerte que los oscuros ecos del pasado.

Así que la próxima vez que te enfrentes a un capítulo sombrío de la administración pública, pregúntate: ¿qué puedo hacer para ayudar a reformar este paisaje? Porque en definitiva, todos somos parte de la misma salud pública. ¿No lo crees?