Nadie puede negar que hay algo especial en la vibrante atmósfera de una concentración motera. Es como entrar en un mundo donde el sonido de los motores, el aroma del combustible y la camaradería en cada esquina crean una experiencia casi mágica. Este año, marqué la fecha con un gran círculo en mi calendario: la Concentración Motera Pingüinos en Valladolid, un evento que ha atraído a miles de entusiastas de las motos desde 1980. ¿Te imaginas? Más de cuatro décadas de pasión, ruedas y ciertos estereotipos que merecen un examen más profundo. Pero más allá de la emoción de los motores, lo que realmente captó mi atención fueron las narrativas sociales que se tejían en este entorno, particularmente en torno a la mujer motera.

La llegada: una mujer al volante de una enorme moto

Permíteme comenzar pintando el escenario desde la llegada a Pingüinos. Mientras desembarcaba de mi coche, vi una mujer que dominaba el asfalto montando una inmensa moto, un monstruo de dos ruedas que hacía temblar el suelo. Sin embargo, lo que realmente impresionó fue la reacción de los hombres que estaban allí, quienes se arremolinaron a su alrededor como si fueran abejas a una flor de néctar. “¿Necesitas ayuda?” repetían, mientras ella sonreía y negaba con la mano. Me hizo pensar… ¿realmente creían que una mujer no podía aparcar su propio vehículo?

No es la primera vez que veo estas dinámicas en eventos de este tipo. En el mundo de las motos, frecuentemente se asocia erróneamente la fuerza, el conocimiento y la experiencia con el género masculino. ¿De verdad es necesario demostrar que una mujer puede manejar una moto gigante sin ayuda? Pero me gustaría plantear una pregunta importante: ¿no deberíamos celebrar que cada vez más mujeres están tomando los mandos de sus propias motos?

Humor en el baño: ¿Machos o infantilismo?

Un momento que me hizo soltar una risa fue cuando fui al baño y encontré la puerta de los hombres adornada con la palabra “Machos” y un monigote con bigote. ¿Podría ser que realmente necesitamos definir quién puede entrar en cada baño? Me pregunto si esto es una sutil forma de humor social o si simplemente es una forma de machismo que sigue presente en algunos rincones del mundo motero.

Pero aquí entra el humor sutil: quizás todo esto es solo una forma de reírnos de nosotros mismos. Al fin y al cabo, cuando uno está en un evento donde los motores rugen y las cervezas fluyen, todo se vuelve un poco más ligero, ¿no? Lo que antes podía parecer serio, de repente se convierte en una anécdota divertida que contar en la próxima reunión.

Adornando el campamento: una bandera y un mensaje

Otra imagen que quedó grabada en mi mente fue la de un grupo de campistas que montaron su tenderete con una bandera que mostraba una sinuosa silueta femenina en ropa interior, sosteniendo una botella de whisky entre las piernas abiertas. Para algunos, esto puede parecer simplemente una broma, pero como mujer, me resulta digno de reflexión. ¿Qué mensaje estamos enviando?

Es como si el universo nos estuviera planteando un acertijo: ¿a qué altura de la cultura motera se encuentra el respeto hacia las mujeres? Es un acto que, sin duda, puede ser interpretado de varias maneras. Por un lado, podría verse como una celebración de la libertad sexual y de ser uno mismo. Pero, por otro lado, puede manifestar una forma de objetificación que es inaceptable en los tiempos que corren.

Veo esto como un reflejo claro de los cambios que deben darse en la cultura de los moteros. No hablo de eliminar la diversión, sino de incluir una conversación más amplia sobre el respeto y la igualdad.

Debates importantes: género y pasión

Tras estas observaciones, me encontré en una conversación animada con un grupo de moteros. Este debate, que comenzó con bromas y risas, pronto se tornó más profundo. Hablamos sobre la evolución de la mujer en el mundo de las motos. “Deberíamos ser un grupo unido,” decía un hombre con camiseta de cuero, “¡no importa qué género seas!”

Es crucial reconocer que, aunque la cultura motera ha sido predominantemente masculina durante años, cada vez más mujeres están tomando sus lugares; algunas de ellas hacen ruido no solo con sus motos, sino también en el corazón de la comunidad. De hecho, en el evento, pude notar que la cantidad de mujeres participando se incrementó, montando sus propias motos y compartiendo sus experiencias como una constante de empoderamiento.

Pero aquí es donde la honestidad juega un papel crucial: a veces puede resultar incómodo y desafiante para ciertos hombres reconocer que su mundo, tradicionalmente dominado por ellos, está cambiando. Y eso, aunque difícil, también es bienvenido.

La cultura motera: un viaje en evolución

El panorama es tan amplificado como diverso y lleno de matices, y cada nuevo viaje a concentraciones como Pingüinos es una oportunidad para explorar esas dinámicas. Personalmente, esto me ha llevado a pensar en cómo he vivido mi propia relación con las motos y el motociclismo. Recuerdo mi primer viaje en moto, cubierto en una chaqueta de protección que parecía más una armadura que una prenda de vestir, y la adrenalina pura que sentí como si pudiera conquistar el mundo.

Hoy, cada vez que veo a una mujer subirse a una moto, me llena de admiración. Me recuerda que la pasión por las motos trasciende el género. Y mientras las ruedas sigan girando, me pregunto cómo podemos ir avanzando hacia una comunidad más inclusiva y empoderada. ¿No deberíamos todos contribuir a derribar esos estigmas y estereotipos?

Caminando hacia el futuro: más mujeres en la carretera

Es esencial que, como comunidad motera, empecemos a construir un lugar donde no solo se escuche a las voces de todos, sino que se celebren. Sin duda, el futuro del motociclismo parece prometedor si continuamos en esta dirección. Marca la diferencia: se trata no solo de la calidad de la moto que montas, sino de la actitud y respeto que muestras hacia los demás.

En Pingüinos 2023, había un lema que resonaba: “Las motos son para todos”. Usémoslo como nuestro mantra, un grito que resuena en cada motor que ruge, en cada risa compartida y en cada momento en que decidimos cuestionar las normas.

Reflexiones finales

Así que, la próxima vez que veas a una mujer montando una moto, no sientas la necesidad de «ayudarla.» Tal vez ella no lo necesite. El mundo motero no debe ser un reino dominado por un solo género. Es un espacio para todos, un espacio donde, como en cualquier otra pasión que compartamos, el respeto y la inclusión son primordiales.

Te invito a unirte a esta conversación. ¿Quién sabe? Tal vez la próxima vez que estés en una concentración motera, te des cuenta de que lo que importa realmente no es el tamaño de la moto, sino el espíritu de quienes la montan. ¿Estás listo para rodar hacia un futuro más inclusivo? Porque yo sí lo estoy. ¡Y espero verte en el camino!


Ahí lo tienes, un artículo que mezcla observaciones personales con pensamientos más profundos sobre el cambio cultural que se está produciendo en el mundo de las motos, especialmente en relación a las mujeres. ¡Espero que lo disfrutes!