El pasado lunes, el cementerio civil de Madrid se convertía en un escenario de reflexión y reivindicación. Un acto en homenaje por el 99 aniversario del fallecimiento del fundador del PSOE, Pablo Iglesias, reunió a miembros del partido y de UGT para recordar su legado y discutir los desafíos actuales, como la desinformación y las fake news. Pero, ¿qué tienen en común los tiempos de Pablo Iglesias con la era de las redes sociales y las noticias falsas? Acompáñame en este recorrido donde la historia se encuentra con el presente.

La historia, un espejo del presente

En medio de flores y recuerdos, Enma López, la secretaria de Política Económica y Transformación Digital del PSOE, realizó una comparación que hizo eco en los medios: «Las balas, la cárcel y el exilio» de la dictadura franquista son, en su opinión, comparables a las fake news y denuncias falsas que affronta el gobierno de Pedro Sánchez actualmente. ¿Es arriesgado hacer tales comparaciones? En un mundo donde la desinformación puede presentar una amenaza tangible a la democracia, quizás no.

Al recordar a Pablo Iglesias, quien luchó en una época de represión, López enfatizó que «no hubo balas, ni hubo cárcel, ni hubo exilio capaz de derrotar al progreso social». Esto sugiere que, al igual que en los años de la dictadura, hoy en día se libra una batalla ideológica, pero en un campo diferente: las redes sociales y la manipulación de información. Ahora bien, ¿podemos derrotar la desinformación con las mismas convicciones que imperaban en el pasado? Es un desafío monumental, pero no imposible.

¿Qué significan las fake news realmente?

Las fake news no son un fenómeno nuevo, pero su proliferación en la última década se ha disparado gracias a plataformas digitales como Facebook, Twitter e Instagram. Pero, ¿por qué funcionan estas mentiras? A veces, se trata de un simple desliz de unas pocas teclas, pero en otras ocasiones, es una estrategia bien diseñada con objetivos específicos. La mezcla de miedo, desconfianza y polarización política ha hecho de la desinformación una herramienta poderosa.

Recuerdo una charla con un amigo que se dedicaba al periodismo y, a menudo, se encontraba lidiando con comentarios de lectores que confundían hechos con opiniones y, a su vez, se basaban en artículos manipulados. Nos reíamos de que, a veces, la verdad parecía un concepto en vías de extinción. Pero, ¿es realmente tan difícil? La respuesta es un rotundo sí. En un entorno caótico de información, navegar se convierte en un acto de supervivencia.

La lucha por la verdad y los derechos

Volviendo al acto homenaje, María Jesús Montero, otra figura importante del PSOE, aboga por leyes contra la impunidad de la desinformación. Reflexionando sobre esto, surge una pregunta: ¿es suficiente crear leyes para contrarrestar la desinformación? Si alguna vez has intentado convencer a un grupo de amigos de que un «influencer» no es un «experto», comprenderás lo complicado que es.

Por otro lado, José Luis Rodríguez Zapatero insta a la contención, sugiriendo que responder a la desinformación con una escalada de acciones podría ser contraproducente. Y aquí viene el dilema: ¿debería el gobierno actuar enérgicamente contra la desinformación, o es preferible abordar el problema desde un ángulo educativo, fomentando el pensamiento crítico y el análisis de fuentes? Durante mis años de escuela, recuerdo que, aunque no éramos expertos en análisis crítico, sí se nos enseñaba a discernir lo que leíamos. Imagínate a los jóvenes de hoy, inmersos en un torbellino de información contradictoria. ¿Realmente estamos logrando lo que nos propusimos?

Un legado que sigue vivo

Pepe Álvarez, secretario general de UGT, también se unió a este diálogo. En su discurso, hizo hincapié en que «España difícilmente sería lo que hoy es» si no hubiera sido por la semilla plantada por Pablo Iglesias. Su figura resuena hoy más que nunca, especialmente en un momento en que muchos sienten que los valores fundamentales de justicia e igualdad están siendo desvanecidos. El legado de Iglesias no solo es un recordatorio del pasado; es una llamada a la acción en el presente.

Ahora, aquí es donde me detengo un momento. ¿Alguna vez has sentido que las luchas del pasado resuenan en la actualidad? Cuando el activismo de las generaciones pasadas se hace eco en las calles, parece que aquellos que lucharon por un mundo mejor no lo hicieron en vano. En este sentido, hay que reconocer que la memoria histórica tiene el poder de inspirar a nuevas generaciones a seguir luchando por lo justo.

Una sociedad en transición

Como se sugiere en el homenaje, «en una sociedad como la nuestra, en la que se le quitan valores», la educación y la conciencia social son fundamentales para avanzar. La igualdad y la libertad son principios que continúan siendo relevantes, y que marcan el camino hacia el progreso social. Pero la pregunta persiste: ¿cómo nos aseguramos de que la juventud comprenda esto?

Puedo atestiguar que no es fácil. En mis propias interacciones con jóvenes, a menudo es difícil captar su atención en un mundo lleno de estímulos. Al hacerlo, me di cuenta de que la mejor manera de conectarnos es a través de historias auténticas que toquen sus realidades y aspiraciones. Tal vez lo que necesitamos no son más leyes, sino relatos que resuenen, que conecten. La historia y el contexto tienen un enorme poder educativo. ¿Podríamos transformar a los «influencers» de hoy en embajadores de la verdad?

Primeras acciones frente a la desinformación

En el fondo, la desinformación representa un fenómeno social que requerirá respuestas colectivas. Ya sea mediante iniciativas educativas y campañas de concienciación, o a través de la creación de espacios para el diálogo crítico, cada paso cuenta. Pero, claro, mientras más accesible y valiosa se vuelve la información, menos espacio le dejamos a la desinformación para multiplicarse. Entonces, podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿estamos realmente listos para asumir la responsabilidad de transformar nuestro entorno informativo?

Es un dilema que va más allá de la política. Pablo Iglesias y otros líderes del pasado lucharon por un futuro mejor, hoy es nuestra tarea seguir esa batuta. La historia no es solo una serie de eventos; es un legado que nos llama a la acción.

Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?

En mi experiencia, el cambio es un proceso multidimensional, y así como Pablo Iglesias fue una figura clave en su tiempo, cada uno de nosotros tiene el poder de influir de manera positiva en nuestra comunidad. Mientras recordamos su legado y lo honramos, debemos preguntarnos: ¿qué clase de legado estamos construyendo hoy?

La lucha por los derechos sociales y la verdad no es exclusiva de un solo partido o de una sola ideología; es un reto colectivo al que todos debemos contribuir. Así que cuando mires tu hoja de noticias o te encuentres con un título llamativo, recuerda la importancia de cuestionar y reflexionar.

Por cierto, ¿no es curioso cómo la historia tiende a repetirse, pero siempre nos presenta oportunidades para hacer mejor las cosas? Así que vamos a desafiarnos a nosotros mismos, a descubrir la verdad detrás de las palabras y a no dejar que las fake news nos roben nuestra capacidad de pensar crítica y creativamente. Después de todo, la próxima vez que te encuentres en conversación sobre política, asegúrate de tener en tu arsenal un par de datos auténticos y una sonrisa, porque, al final, la vida es demasiado corta para dejarse llevar por la desinformación.

En conclusión, el acto en homenaje a Pablo Iglesias fue más que un recordatorio de la historia; fue un llamado a la acción. La lucha por la verdad, los derechos y la justicia continúa, y depende de nosotros, ciudadanos críticos y comprometidos, asegurar que la memoria de quienes lucharon por un futuro mejor no se desvanezca en el eco de las fake news. Así que, levanta tu voz, comparte tu verdad y contribuye a construir ese legado que todos deseamos.