Cuando alguien menciona la palabra yoga, es fácil que en nuestras mentes surjan imágenes de personas esbeltas haciendo posturas imposibles en entornos exóticos y soleados. Pero, ¿sabías que el camino hacia la paz interior a menudo comienza en situaciones inesperadas? Este es precisamente el caso de Dalicer Cedeño, una ingeniera civil venezolana cuya vida dio un giro radical gracias a una esterilla de yoga. En este artículo, exploraremos su travesía en busca de equilibrio y propósito, así como el impacto que ha tenido en su vida y en la de quienes la rodean.
¿Por qué el yoga?
A menudo me pregunto, ¿qué tiene el yoga que atrae a tantas personas? Tal vez sea el deseo innato de desconectar, de respirar profundamente y, por un momento, olvidar las responsabilidades de la vida cotidiana. Dalicer se hizo esta pregunta muy a menudo mientras salía de la oficina tras largas horas frente a la computadora. Las risas y las sonrisas de sus compañeros de yoga se volvían más llamativas con cada día que pasaba. Por un instante, se planteó un interrogante más profundo: ¿por qué no podía ella sentir esa misma alegría?
La búsqueda de un cambio
En su búsqueda de un estilo de vida que le llenara, se dio cuenta de que el gimnasio convencional no era para ella. Después de probar correr y sufrir con sus rodillas, decidió dar un salto de fe y probar una clase de yoga en Caracas. Lo que comenzó como una curiosidad se transformó rápidamente en una pasión cuando, a pesar de sus limitaciones, logró estar totalmente presente en la práctica.
«¡Pude hacer sólo el 20%! Pero eso no importaba, porque por primera vez en mucho tiempo, me sentía viva», comenta Dalicer sobre esa primera experiencia. La idea de volver a practicar se convirtió en una decisión irrefrenable. ¿Quién no ha sentido ese gusanillo de querer mejorar en algo, a pesar de las caídas y los tropiezos?
Un giro de 180 grados
Dalicer nunca imaginó que un simple cambio de rutina le llevaría a transformar su vida por completo. Pronto se encontró asistiendo a clases todos los días, incluso si eso significaba abandonar los vaqueros por mallas cómodas. Esta elección tuvo un impacto inesperado en su entorno laboral. «A mi jefe no le importaba, porque veía lo bien que me sentaba», recuerda con una risa.
Sin embargo, la vida no siempre es un camino de rosas. Su empresa, como muchas otras en Venezuela, cerró, dejando a Dalicer con la incertidumbre de su futuro laboral. Pero lejos de hacerla retroceder, esta situación la catapultó a la reflexión: ¿realmente quería seguir encerrada en una oficina de seis a seis, o había algo más por descubrir?
El encuentro con una guía
La vida tiene su forma única de presentar oportunidades, y en el caso de Dalicer, eso fue gracias a una instructora llamada Gaby Aveiro. La admiración que sentía por Gaby la llevó a querer formarse como instructora de yoga. Sin embargo, su primer intento fue un evento lleno de nervios. «Me dio vergüenza entregar mi currículo porque había enseñado yoga solo a mis amigos», confiesa. Pero la vida siempre tiene una forma de sorprendernos, y a pesar de sus dudas, la vida le ofreció una oportunidad de oro.
Un propósito vital
La incertidumbre es parte del viaje hacia un propósito más grande. A menudo, nos encontramos en situaciones en las que la voz interior nos dice: «¿Es esta la vida que quiero para mí?». Y para Dalicer, la respuesta siempre fue un contundente no. La presión de deber encontrar un «trabajo de verdad», como solía llamar su madre, comenzó a desvanecerse cuando se dio cuenta de que vivir con propósito no siempre significa seguir un camino tradicional.
La pandemia fue un catalizador inesperado; a pesar de las dificultades, Dalicer creó una marca orgánica y comenzó a dar retiros de yoga, dándose cuenta de que su pasión podía ser también su sustento emocional y financiero. “El yoga no solo me sostiene emocionalmente, también me sostiene monetariamente”, afirma con una sonrisa.
El nuevo hogar en Madrid
Un giro del destino llevó a Dalicer a España, donde encontró en Madrid el hogar que había estado buscando. Al poco tiempo, se unió a KO Urban Fitness Center, un espacio donde fue bienvenida cálidamente, encontrando una nueva familia en el mundo del yoga. Aquí, creó el programa Soul 21, un innovador enfoque para ayudar a los estudiantes a establecer una práctica diaria a través de 21 días de yogas del alma.
«Cada clase es única», explica Dalicer. “Soul se basa en la meditación en movimiento, desde lo básico a lo avanzado. No hay reglas específicas: cada quien fluye a su ritmo”. ¿Te imaginas un espacio donde la felicidad no se mide por comparaciones, sino por el crecimiento personal? Eso es precisamente lo que Dalicer busca transmitir a sus alumnos.
La terapeuta detrás de la esterilla
Es fascinante cómo Dalicer utiliza el yoga, no solo como una disciplina física sino como una forma de terapia: “Mis clases se crean junto a las personas», cuenta. Cada sesión puede ser diferente según la energía del grupo. A veces, la práctica es restaurativa y otras es más intensa. ¿No es increíble cómo una respiración consciente puede cambiar todo?
«El yoga es infinito», dice con la convicción que solo quienes están en el camino del aprendizaje pueden tener. “No hay un lugar al que llegar; es un viaje en el que cada uno puede descubrir su propia lucidez física y mental”.
El poder de la respiración
En una era donde todos vivimos a mil por hora, olvidamos lo esencial: la respiración. Dalicer ha ayudado a muchas personas a redescubrir este simple acto que impacta profundamente en nuestras vidas. Tan solo detenernos un momento, estirar y respirar puede ser suficiente para calmar la tormenta interna.
El yoga no es solo una serie de posturas, es un estilo de vida. Es aprender a estar presente, a observar y a aceptar tus propios límites, o a sobrepasarlos si así lo deseas. “He visto a alumnas dejar de fumar solo con aprender a respirar correctamente”, dice con orgullo. ¿Qué más se puede pedir?
Reflexiones finales
La historia de Dalicer Cedeño es un recordatorio de que la vida no siempre sigue un camino predefinido. A veces, las decisiones más difíciles traen consigo las recompensas más grandes. Ella ha pasado de ser una ingeniera civil estresada a convertirse en una instructora de yoga apasionada que no solo enseña, sino que también transforma vidas.
Seamos sinceros: no todos tienen el lujo de cambiar radicalmente de carrera como lo hizo Dalicer. Pero igualmente, todos podemos aprender a buscar nuestro camino, a encontrar lo que realmente nos llena. Sí, quizás un cambio radical suene aterrador (¿quién no teme dejar el confort para sumergirse en lo desconocido?), pero siempre habrá una oportunidad de encontrar la serenidad, incluso en los lugares más inesperados.
Después de todo, «la vida es un mat», ¿no es así? Cada día es una nueva oportunidad para rodar y darle la bienvenida, incluso si al principio parece que estamos haciendo una postura de yoga de lo más complicada. Así que, ¿por qué no tomas tu esterilla, sales de la rutina y te animas a encontrar tu propio camino hacia la serenidad? Lo mejor de la vida es que, como en el yoga, siempre hay espacio para crecer.