La naturaleza, a veces, tiene su propia forma de hacernos reflexionar sobre la importancia de las especies que raramente vemos, pero que sin duda merecen nuestra atención. Este es el caso del treparriscos (Tichodroma muraria), una pequeña ave que ha sido elegida como Ave del Año 2025 por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). Pero, déjame contarte, no es solo otro título para un pájaro del que nadie ha oído hablar; hay mucho más detrás de esta elección que nos lleva a explorar su mundo, su fragilidad y, sobre todo, su belleza.

Un pequeño gran ave y su belleza oculta

Si alguna vez has tenido la suerte de estar en las montañas, habrás notado que la belleza no siempre es fácil de apreciar. Puede ser un poco escurridiza, como el treparriscos. Esta especie, que vive en los altos paredones de montañas que se presentan entre 2,200 y 3,000 metros de altitud, es lo que se podría llamar “una vista única”. El treparriscos es conocido por sus anchas y vistosas alas de color carmín, que contrastan vívidamente con las rocas grises y frías donde habita. Y si te preguntas cómo es ver uno, deja que te lo cuente con una pequeña anécdota.

Recuerdo la primera vez que escuché hablar sobre el treparriscos. Estaba en una cafetería con unas amigas y, por alguna razón inexplicable, comenzamos a hablar sobre aves raras. “Hay un pájaro que se llama treparriscos, y nunca lo he visto en la vida”, dijo una amiga. Todos soltamos risitas, imaginando un pájaro que, en vez de volar, se pasaba el tiempo tratando de escalar paredes. La conversación giró hacia anécdotas de montañismo, y finalmente, acabé prometiéndome que algún día lo vería. Y así, me di cuenta de que explorar lugares remotos no solo te conecta con la naturaleza, sino que también te hace reflexionar sobre lo que nos rodea.

Proceso electoral y número de votos

Volviendo a la actualidad, el treparriscos se impuso en la votación, obteniendo un 36.81% de los votos, lo que lo llevó a ocupar la primera posición. Para quienes no lo sepan, esta elección es un evento anual en el que diferentes aves compiten por el título, y en este año, otros dos contendientes notables fueron el ruiseñor pechiazul y el gorrión alpino, que también son aves fascinantes a su manera. Pero, ¿por qué este pequeño pájaro, que es tan difícil de ver, capturó tantos corazones?

La escasez del treparriscos

La elección del treparriscos como ave del año no es solo un hecho relevante en el mundo de la ornitología, sino también un llamado de atención hacia una especie que se encuentra en una situación delicada. Y aquí entramos en el juego de los números. La población del treparriscos en España es bastante fragmentada. Se estima que hay entre 600 y 900 territorios en todo el país, lo que equivale a aproximadamente 1,200 a 1,800 individuos reproductores. Eso es menor que muchos de nosotros podríamos imaginar, especialmente cuando consideramos que se distribuye entre dos subpoblaciones en la cordillera Cantábrica y en Pirineos.

Causas de la fragmentación

Pero, ¿qué lleva a una especie tan intrigante a estar en esta situación? Como ocurre con muchas especies en peligro, la respuesta no es sencilla. La fragmentación de hábitat es un problema clave, y no se trata solo de montañas desiertas. Las actividades humanas, como el barranquismo, la escalada y la artificialización de las montañas (sí, eso incluye esas estaciones de esquí que parecen una buena idea en invierno), están convirtiendo su hábitat en un lugar más inhóspito para vivir. No sé ustedes, pero a mí me parece un poco egoísta querer disfrutar de una montaña sin tener en cuenta a quienes ya viven allí.

Cambios climáticos y sus efectos

Pero no solo las acciones del ser humano afectan al treparriscos; el cambio climático es otro de esos monstruos de la naturaleza que tendríamos que estar viendo con mayor preocupación. Imagina que tu casa empieza a desmoronarse porque las condiciones de vida cambian de un año a otro. Eso es lo que le está pasando al treparriscos. Al estar tan especializado en su hábitat, las variaciones en temperatura y precipitaciones están impactando directamente en su ciclo vital. En consecuencia, las áreas adecuadas para este pájaro, que normalmente se encuentran a gran altitud, están disminuyendo. Y, qué curioso, ¿verdad? ¿Cómo un pequeño pájaro en lo alto de la montaña puede ser un indicador del impacto del cambio climático?

Un futuro incierto pero prometedor

La buena noticia, amigos, es que para 2025, SEO/BirdLife tiene un plan. Este año, se llevarán a cabo trabajos de ciencia, conservación y educación para dar a conocer el estado del treparriscos y mejorar su conservación. Uno de los primeros pasos será sensibilizar a los practicantes de deportes de montaña sobre el impacto que pueden tener en este hábitat tan frágil. Me imagino que sería algo así como una clase de yoga de montaña: “respeta a los treparriscos, respira, y recuerda que ellos estaban aquí primero”.

Censo nacional y ciencia ciudadana

También se llevará a cabo el primer censo nacional de aves de alta montaña. Esto nos dará una imagen más clara sobre el tamaño poblacional y las distribuciones de estas aves en peligro de extinción. ¡Quién diría que llevar una libreta y un bolígrafo a la montaña podría tener un impacto tan significativo! Pero sí, esta especie y otras aves necesitan nuestras manos y corazones, dispuestos a observar, contar y cuidar.

Además, la ciencia ciudadana jugará un papel crucial en esta historia, permitiendo que cualquier persona se involucre en el estudio y conservación de estas aves. Quizás esos años pasados subiendo montañas sin un objetivo real tengan al menos un propósito: ¡ver al treparriscos!

La importancia de la sensibilización

Desde SEO/BirdLife están dispuestos a comunicarnos los resultados y poner en valor esta pequeña ave que, aunque rara y difícil de ver, es un símbolo de resistencia y adaptación. Además, se implementará un programa de comunicación y sensibilización que tiene como objetivo mejorar el conocimiento sobre estas especies, su comportamiento y la presión que enfrentan en sus hábitats.

Podemos preguntarnos, ¿qué tan importante es que conozcamos a estos animales? ¿Qué efecto tiene su presencia sobre el ecosistema? La respuesta es sencilla: un ecosistema sano conduce a una vida más rica y diversa. A veces, me gusta imaginar lo que sería un mundo sin aves: sería como un cuadro antiguo sin color; quizás haya una razón por la cual tanta gente disfruta de la observación de aves, y no, no es solo por la fotito graciosa en Instagram.

Reflexiones finales

En conclusión, el treparriscos no es solamente un pájaro que ha ganado un premio; su elección como Ave del Año nos invita a todos a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. El cambio climático, la fragmentación del hábitat y las actividades recreativas son solo algunos de los muchos desafíos que enfrenta esta especie. Sin embargo, a través de la ciencia, la conservación y la sensibilización, hay esperanza para el futuro.

Así que la próxima vez que te encuentres en las montañas, mantén tus ojos abiertos y tus oídos atentos. Podrías tener la suerte de acoger a un treparriscos en tu camino y, al igual que yo, tal vez también experimentes esa fascinación que vienen con los misterios de la naturaleza. ¿Y quién sabe? Tal vez un día, tu anécdota personal sea ver a un treparriscos, ascendiendo feliz entre las nubes. ¡Qué bonito sería contarle a tus amigos que escalaste una montaña y un pequeño pájaro te saludó desde lo alto!

Con cada pequeño paso que tomemos para proteger al treparriscos, también estaremos cuidando de nuestro planeta. Eso es lo realmente grande. 🌍✨