¿Quién podría imaginar que Europa, en pleno siglo XXI, seguiría lidiando con fantasmas del pasado? Este lunes, Rumanía se despertó con la noticia de que Calin Georgescu, un candidato que no es precisamente un desconocido para aquellos que siguen la política internacional, había ganado la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Su triunfo —con el 23,94% de los votos, es decir, más de 2.117.000 rumanos en una nación de aproximadamente 19 millones— ha levantado cejas, y no sólo porque sea un afín al Kremlin, sino por su abierta retórica antisemita y antioccidental.

Un poco de historia, por favor

Para poner en contexto la figura de Georgescu, es imprescindible hacer un pequeño viaje al pasado. Durante el periodo de entreguerras, Rumanía vivió una época turbulenta. Los legionarios, un grupo nacionalista y antisemita, ganaron relevancia, incluso aliarse con los nazis en un momento. La idea de que Georgescu, un hombre de 62 años que ha manifestado su admiración por estos movimientos, ha logrado captar la atención de una parte del electorado es, cuando menos, inquietante. ¿Acaso hemos aprendido tan poco de la historia?

Recordando mis años de universidad, cuando varios amigos y yo discutíamos intensamente sobre el auge y la caída de diversos regímenes fascistas, nunca pensé que algún día estaría viendo ecos de esas discusiones manifestándose en las elecciones contemporáneas. A medida que los años han pasado, he luchado para entender por qué tanto odio aún parece tener un lugar en el mundo. ¿Es que los humanos somos propensos a olvidar?

¿Qué pasa con el apoyo a Georgescu?

Probablemente, te estés preguntando: «¿Cómo es posible que una figura así gane tantos votos?» Bien, esta es la pregunta del millón. El pueblo rumano ha estado lidiando con efectos económicos y sociales profundos desde la caída del comunismo. Si bien algunos podrían argumentar que los tiempos difíciles tienden a llevar a las personas a buscar respuestas en lugares oscuros, la búsqueda de chivos expiatorios es un fenómeno que se repite en la historia. Las promesas de «grandeza» retumban en momentos de incertidumbre.

Georgescu ha logrado conectar con ese sentimiento, mezclando narrativas de victimización junto con una retórica de odio y patriotismo. Es casi como si estuviera tocando una melodía nostálgica para algunos rumanos. Pero, en lugar de danzar al ritmo de esa música, deberíamos cuestionar su letra. La historia nos ha enseñado que el nacionalismo exacerbado puede llevar a consecuencias desastrosas. ¿No deberíamos aprender de ello y aplicar ese conocimiento a nuestra política actual?

El impacto electoral en Rumanía y más allá

Un dato que no podemos ignorar es que este triunfo no sólo afecta a Rumanía. Con un Georgescu en el mapa político, Europa podría estar mirando más allá de sus fronteras. ¿Te imaginas? Un líder prorruso en una de las exnaciones del bloque soviético. Es como si el pasado estuviera buscando venganza.

Ya está claro que este tipo de retórica no solo es dañina para Rumanía, sino que puede tener repercusiones en toda la región. El impacto de un gobierno con inclinaciones prorrusas puede reconfigurar alianzas políticas y afectar la estabilidad en Europa Central y del Este. Nos enfrentamos, así, a un dilema: ¿es la historia cíclica o simplemente la forma en que elegimos mirar hacia atrás?

La reacción internacional: ¿indiferencia o preocupación?

Ahora bien, la comunidad internacional no puede mirar hacia otro lado mientras Rumanía se enfrenta a oscuros vientos de cambio. La reacción ante este resultado electoral ha sido variada. Algunos líderes expresan su preocupación por el auge del extremismo, mientras otros se limitan a emitir declaraciones de condena que suenan a eco lejano. ¿Por qué se necesita que una nación comience a desmoronarse para que otros se preocupen?

Podemos reflexionar sobre cómo las políticas antiinmigrantes y el resurgimiento de movimientos de ultraderecha a nivel mundial han alimentado este fenómeno. En una era en que la globalización ha puesto de manifiesto todos los beneficios del intercambio cultural, el miedo a lo diferente sigue ganando terreno. Y aquí es donde Georgescu entra en escena con su narrativa simplista, prometiendo «soluciones» en un mar de complejidades.

La juventud rumana y su perspectiva

A pesar de todo lo anteriormente mencionado, quiero detenerme un momento y hablar sobre la juventud rumana. Esta generación, que ha crecido en un mundo globalizado, está en una encrucijada. Con internet como su aliada, los jóvenes rumanos han estado expuestos a una vasta cantidad de información y perspectivas. Sin embargo, a pesar de su potencial para iluminar el camino hacia un futuro más inclusivo, muchos de ellos se sienten desilusionados y desconectados de la política tradicional.

Recuerda esa sensación de rebelión, cuando uno tiene la edad de examinar el mundo y preguntarse “¿por qué permitimos que estas cosas sucedan?” Desde tan lejos me sorprende que muchos jóvenes elijan refugiarse en discursos de confrontación con la esperanza de encontrar una respuesta inmediata a sus dudas. Pero, ¿es eso suficiente? ¿Es el miedo la solución a sus problemas?

Qué esperar en las próximas elecciones

Con la segunda vuelta de las elecciones a la vista, el futuro de Rumanía es incierto. Es casi como si se tratara de una serie de televisión, donde cada episodio se vuelve más tenso y dramático. Y para aquellos fans del drama político internacional, esto puede ser un espectáculo intrigante. Sin embargo, para los rumanos, representa una realidad alarmante.

Las decisiones que tomen en las próximas semanas no sólo afectarán su vida diaria, sino que también enviarán un mensaje claro sobre la dirección en que desea avanzar el país. A ver si, finalmente, optan por un camino inclusivo o si la nostalgia de un pasado problemático es suficiente para empujarlos hacia la oscuridad otra vez.

La pregunta que todos nos hacemos es: ¿será Rumanía capaz de superar sus propios fantasmas?

Conclusión: un mundo en el que todos tenemos una voz

Lo que está sucediendo en Rumanía no es sólo un fenómeno local; es un espejo de lo que se vive en muchas partes del mundo. Si bien es fácil reírse de la locura política o mirar hacia otro lado, tenemos que ser honestos en que todos tenemos un papel que desempeñar. La historia está llena de cancelaciones de citas, promesas rotas y finales inesperados. Este capítulo en particular de la política rumana es desconcertante, pero también es una oportunidad para que todos reflexionemos sobre cómo nuestros votos y nuestras voces realmente importan.

Así que, la próxima vez que veas alguna declaración que te incomode en las redes sociales o un problema que consideres insignificante, pregúntate: “¿Cuál es el impacto a largo plazo de este comportamiento?” La lucha contra el extremismo y la intolerancia comienza en nuestra comunidades, en nuestras familias y, por supuesto, en nuestro propio corazón.

¿Estás listo para ser parte de este cambio? La historia continúa, y tú podrías ser uno de los escritores.