¿Te imaginas tropezarte con un hallazgo arqueológico que parece sacado de una película de Indiana Jones? Pues eso fue lo que le ocurrió a Máximo Hernández, un valiente explorador que, en una expedición reciente, se encontró con un yacimiento que podría cambiar el conocimiento sobre los antiguos guanches de Tenerife. Un lugar considerado como un santuario de Guañaca, donde los espíritus del pasado se entrelazan con la naturaleza exuberante del macizo de Anaga, un rincón de la biosfera que poco a poco va revelando sus secretos más profundos.

Acompáñame en este viaje al corazón de Tenerife, donde la historia, la astronomía y la cultura aborigen se funden en un relato fascinante, aunque con un toque de desazón por la falta de atención que recibe este patrimonio. Como dice un viejo refrán: «El que no sabe es como el que no ve». Así que, ¡abre bien los ojos!

Un descubrimiento inesperado

Hablemos un poco más de este descubrimiento. La historia comienza hace poco más de un año, cuando Máximo Hernández, con su incansable curiosidad, descubrió el yacimiento en Anaga. Este santuario de Guañaca, situado en un entorno natural imponente, es a la vez un lugar de culto y un testimonio de la conexión de los guanches con el cosmos. Pero espera, antes de seguir, déjame contarte algo curioso. Cuando escuché por primera vez sobre el grabado en forma de vulva, admito que me pasó por la cabeza un chiste fácil sobre «arte contemporáneo». Sin embargo, era imposible no sentir una profunda admiración por la creatividad de nuestros ancestros, que expresaron su cultura de tantas formas imaginativas.

Este mural gigantesco destaca entre un conjunto de canales y cazoletas que parecen diseñados para algún tipo de ritual de fertilidad. No puedo evitar preguntarme: ¿qué pensarían los guanches al ver al sol salir entre las montañas de Anaga? ¿Era un momento sagrado para ellos?

Una conexión astronómica

Los guanches no eran simplemente pastores y agricultores; eran observadores astutos del cielo. César Esteban, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha mostrado un gran interés en la relación entre la astronomía y la cultura guanche. Solo un año después del descubrimiento del santuario, ya había especulaciones sobre la posibilidad de conexiones astronómicas en el lugar.

Esteban, quien ya ha investigado otros yacimientos en la región, afirmó que los grabados femeninos y los símbolos presentes en el santuario podrían implicar una relación sagrada con el cosmos. De hecho, la orientación de algunos de estos grabados apunta hacia el horizonte, indicando que, para los guanches, el solsticio y los equinoccios eran más que simples eventos astronómicos; eran guías en su comprensión del tiempo y la vida.

Me imagino a un guanche, tal vez un niño, mirando con asombro el cielo estrellado y deseando que el día de su tribu llegue. Tal vez soñaba con convertirse en astronomo, una especie de Indiana Jones guanche que interpretaba el cielo. ¡Qué forma tan maravillosa de relacionarse con el universo!

Guañaca: el nombre y su simbolismo

¿Y qué hay del nombre «Guañaca»? Según los filólogos, el topónimo se debe a una fuente cercana que lleva el mismo nombre. Una interpretación de la raíz libiobereber NK se refiere a «estar elevado, subirse a algo». La elección de este lugar tan elevado para construir un santuario sugiere que los guanches no solo buscaban un local para realizar rituales, también querían que su espiritualidad resonara con la magnificencia de la naturaleza.

La idea de que la cultura guanche honraba a las fuerzas de la naturaleza es bastante intrigante. En realidad, me hace pensar que quizás el verdadero tesoro de Guañaca no sea solo el grabado en forma de vulva, sino la rica conexión de estos antiguos pueblos con su entorno. ¿Alguna vez te has sentido tan conectado con un lugar que parece vibrar con tu ser? ¡Eso es lo que imagino que experimentaron los guanches en Anaga!

La falta de interés moderno

A pesar de la riqueza de este yacimiento arqueológico, nos encontramos con una realidad desalentadora. Es increíble pensar que, un año después de que se descubriera el yacimiento, el Cabildo de Tenerife y la Facultad de Historia de La Laguna no han llevado a cabo ninguna investigación ni catalogación del sitio. Máximo Hernández ha estado intentando que se preste atención, pero hasta ahora no ha logrado concretar una visita adecuada.

Aquí es donde la cosa se pone un poco amarga. ¿Cómo es posible que un lugar con tal carga histórica y cultural no esté recibiendo la atención que merece? A veces, me hace cuestionar el compromiso que tienen nuestras autoridades con la cultura y el patrimonio. Parece que la esencia de Guañaca podría perderse entre burocracias y malas prioridades.

El inspector de patrimonio del Cabildo, José Carlos Cabrera, ha afirmado que Guañaca ni siquiera aparece en la carta arqueológica de Tenerife. ¿Realmente estamos dispuestos a permitir que nuestra historia se desvanezca? Las páginas de la historia a menudo nos enseñan más que las del presente.

Reconociendo la cultura guanche

Ahora bien, hay quienes están haciendo un esfuerzo considerable por restaurar la memoria guanche, como el arqueólogo Pedro Sosa, cuyas investigaciones desafían la comprensión convencional de los restos de cerámica y grabados encontrados en la isla. Se ha demostrado que los guanches tenían una cultura rica y compleja que se ha malinterpretado a lo largo de los años.

Durante su investigación, Sosa se dio cuenta de que muchos de los grabados y objetos de cerámica eran mucho más que simples artefactos; eran símbolos de una conexión cultural con el entorno. Me hace reflexionar sobre cómo el tiempo puede distorsionar nuestra visión de las cosas. Debemos rescatar estos relicarios del olvido y darles el lugar que se merecen.

Y hablando de conexiones culturales, César Esteban nos recuerda que los guanches estaban muy en sintonía con el cielo. «Si para ellos era importante el equinoccio, intentas sacralizar el lugar orientando tus símbolos hacia ese fenómeno crucial en tu religión». Y esto, amigos, nos lleva de vuelta a Guañaca y sus misteriosos grabados. La conexión entre lo terrenal y lo celestial está en el corazón de este susurro de la historia.

La importancia de la investigación arqueoastronómica

Regresando a La Pedrera, uno de los pocos yacimientos que ha sido investigado adecuadamente, encontramos el trabajo de Esteban, que ha establecido con éxito la importancia de los fenómenos astronómicos en la vida de los guanches. En su investigación, algunos de los grabados podrían haber sido utilizados para ceremonias en torno a los equinoccios, y los resultados son fascinantes.

El interés en la relación de los guanches con el cosmos no solo resuena en el ámbito académico, sino que también debería ser un recordatorio para todos nosotros de que, en la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, es fundamental conocer nuestras raíces. ¿Cuántas culturas han desaparecido porque nadie se molestó en registrar su historia?

El futuro del patrimonio ancestral

En resumen, lo que ocurre con Guañaca y otros yacimientos en el macizo de Anaga es un reflejo de la lucha contemporánea por la conservación del patrimonio cultural y natural. La educación juega un papel fundamental aquí, y la responsabilidad recae sobre nosotros, los ciudadanos, para asegurarnos de que nuestra historia no sea una serie de olvidos.

Si te apasiona la historia tanto como a mí, te animo a buscar información sobre estos lugares y su cultura. Además, el trabajo que realizan personas como Máximo Hernández, César Esteban, y Pedro Sosa merece reconocimiento y apoyo. Cada pequeña acción cuenta; incluso el simple acto de mencionar a estas personas puede contribuir a que la historia tenga su respaldo en el presente.

Así que, la próxima vez que recorras las sendas de Anaga, recuerda que piensas en los guanches. La naturaleza lleva consigo ecos de sus leyendas, y tú puedes ser parte de la preservación de su legado. ¡Visitemos juntos Guañaca y a otros lugares donde la historia se manifiesta en cada piedra!

Reflexiones finales

Como una última reflexión, en un mundo cada vez más dominado por lo efímero y lo superficial, detenerse y conectar con nuestra historia parece más vital que nunca. La siguiente vez que pienses en el pasado, en lugar de ver estatuas de mármol o castillos, considera que cada lugar que pisamos tiene una historia rica y, a menudo, olvidada.

La arqueología no es solo un estudio del pasado, sino un vínculo entre lo que aprendemos de nuestras raíces y cómo vivimos en el presente. Los misterios del santuario de Guañaca son solo un recordatorio de que, mientras avanzamos hacia el futuro, nunca debemos olvidar de dónde venimos. ¿Quién sabe? Quizás el próximo gran descubrimiento esté tan solo a un paso de nuestro camino.

Finalmente, quiero dejarte con esta pregunta: ¿cuándo fue la última vez que te detuviste a pensar sobre la historia en tu comunidad? Quizás sea hora de buscar esos pasajes ocultos del pasado que aún nos esperan.