Reconozcámoslo: si has pasado algún tiempo en Instagram, es casi seguro que tu feed se haya inundado de imágenes de libros perfectamente dispuestos en una elegante tumbona, acompañados de una copa de vino, o quizás de un café humeante. ¿Realmente estamos leyendo esos libros, o simplemente estamos en una especie de competencia estética donde la lectura es el nuevo «mood»? Cuando vemos que celebridades como Dua Lipa promocionan clubes de lectura o que Gigi Hadid se pasea con un ejemplar de El Extranjero de Camus, no puedo evitar preguntarme: ¿estamos leyendo más, o solo estamos tratando de lucir más inteligentes?
El fenómeno del postureo literario
Si te soy honesto, alguna vez caí en la trampa del postureo literario. Recuerdo que subí una foto en Instagram de un libro de Sally Rooney con la leyenda «Comenzando una nueva aventura literaria» mientras mi amigo me preguntaba si realmente lo estaba leyendo o solo había posado para la foto. Y, claro, me di cuenta de que esta obsesión por demostrar nuestro «culto» a la lectura es algo común. Francesca Tur, analista de tendencias, lo plantea de manera fascinante: los libros se están convirtiendo en herramientas de identidad social, símbolos de un estatus que no solo pretende ser intelectual, sino también estéticamente atractivo.
Libros como artefactos culturales
Ciertamente, los libros han evolucionado en nuestro imaginario colectivo. Son más que simples vehículos de transmisión cultural; son herramientas que reflejan nuestro mundo interior. En un mundo donde todo es inmediato y fugaz, los libros marcan un tiempo de pausa y reflexión. Entonces, ¿por qué no abrazar el hecho de que los libros son también bellos artefactos que queremos que otros vean? Recuerdo un intercambio divertido con un amigo, que en tono de broma me dijo: «Si no tiene una portada atractiva, no lo voy a leer». Parece que muchos de nosotros somos más superficiales de lo que queremos admitir, pero ¿quién puede culparnos?
La dualidad del libro físico y digital
A medida que la era digital continúa avanzando, hay una paradoja interesante en la que los libros físicos están creciendo en popularidad. ¡Increíble, verdad? Los TikTokers y los jóvenes que alguna vez fueron los más acérrimos defensores de lo digital ahora promueven lo físico. ¿No es gracioso cómo el ciclo va y viene? La etiqueta #BookTok ha acumulado más de 38 millones de vídeos, y el término #shelfie es un testimonio de que los estantes llenos de libros están en su apogeo. Pero aquí viene la verdad que muchas veces se ignora: los eBooks son cada vez más invisibles en el ámbito literario, reservados solo para los momentos en los que no puedes cargar un libro físico en el transporte público; ¡gracias por la recomendación, por cierto!
En este sentido, los editores están sacando provecho de esta nueva obsesión por lo estético. Cathryn Summerhayes, agente literaria, menciona que los libros deben ser visualmente atractivos para ganar atención en las redes. Hace poco, un amigo encargado de diseño gráfico me dijo: «Si un libro es bonito, tiene muchas más posibilidades de ser vendido». ¡Qué manera de decirlo! Pero, ¿acaso hay algo más encantador que el olor de un libro nuevo? Cada vez que entro a una librería, me encuentro buscando esos volúmenes coloridos, mientras mis amigos miran sus teléfonos.
La glorificación de un estilo de vida literario
El vínculo entre moda y literatura no es nuevo, pero definitivamente está en un lugar más destacado que nunca. Ver a las celebridades asociándose con determinadas obras literarias no solo las transforma en objetos de deseo, sino que también promueve la idea de que leer es sinónimo de «estar a la moda». Al final del día, los libros se han convertido en un símbolo del estatus y de la estética visual.
Puedo recordar un día en el que decidí lucir más intelectual para una cita y elegí llevar un libro de Joan Didion. El resultado fue genial, pero mi cita solo quería hablar de las películas. ¿Es que la literatura se ha convertido en un accesorio, en un medio para atraer la atención, en lugar de ser un refugio para el entendimiento? Miu Miu organizando eventos literarios y los mejores clubes de lectura apadrinados por celebridades son prueba de que estamos viviendo en un momento donde lo literario se ha fetichizado.
Una nueva narrativa: ¿Quién está detrás del libro?
Marlowe Granados, una autora canadiense, hace eco de esta idea al comentar que, durante el lanzamiento de su novela Happy Hour, decidió promocionar su libro a través de influencers de estilo de vida. Al final, se dio cuenta de que estaban más alineados con el mensaje que quería transmitir. En un mundo donde las redes sociales son una plataforma poderosa, los autores han empezado a darse cuenta de que la publicidad debe adaptarse a nuevas realidades.
Al reflexionar sobre esta tendencia, es inevitable preguntarse: ¿somos nosotros, los lectores, los que consumimos la literatura de manera más consciente, o simplemente seguimos las tendencias marcadas por las redes? No estoy diciendo que no deba existir un componente estético en un libro, pero empiezo a cuestionar si eso está eclipsando el contenido en sí.
El rediseño de la experiencia tradicional del libro
La autora Sibila Freijo es clara al afirmar que un diseño atractivo es clave a la hora de capturar la atención de un lector. Ella admite que, en muchas ocasiones, se ha dejado llevar solo por una portada bonita. Es también un punto interesante de considerar. Después de todo, ¿cuántas decisiones de compra se basan meramente en lo visual? ¡Las marcas lo saben! La industria editorial no es diferente. Durante la Feria del Libro de Frankfurt, se reveló que se han contratado máquinas para producir cantos pintados, un elemento decorativo que no solo hace que el libro luzca atractivo, sino que también le confiere un sentido de exclusividad.
Esto es un claro reflejo de que, finalmente, se están rompiendo las viejas normas que establecían que un buen libro era solo cuestión de contenido. Muchas nuevas voces, como la de Rachel Kushner, están reconociendo el tango entre forma y función en los libros. Entonces, ¿es posible que el diseño sea ahora tan relevante como la historia contada entre las páginas?
Un camino lleno de oportunidades
Así que, a medida que el mundo se mueve hacia un futuro cada vez más digital, la literatura física se encuentra en una posición de ventaja. Las nuevas audiencias están naciendo y, al mismo tiempo, recordando la experiencia del libro físico, un objeto que nos conecta con el pasado de una forma tangible. Todas estas reflexiones sobre la estética literaria y la conexión emocional que sentimos al leer nos llevan a una pregunta fascinante: ¿álguien necesita un estipendio para seguir siendo un amante de los libros?
La honestidad es la base de este vínculo. Las experiencias sensoriales que nos ofrecen los libros, el tacto de sus páginas y el aroma de la tinta, son insustituibles. Olvidémonos de las versiones digitales por un momento, porque la experiencia de leer un libro físico es única.
La conclusión del viaje literario
Estamos en un momento increíblemente interesante en la relación entre literatura, moda, y cultura. Sería fácil caer en la trampa de pensar que todo es solo un fenómeno superficial, pero tras una exploración más profunda, vemos que los libros, con su creciente popularidad estética, están proporcionando un refugio en un mundo cada vez más caótico y distrído. Ya se trate de una novela contemporánea o un clásico de la literatura, hay un resurgir en el compromiso que tenemos con lo escrito.
Dicho esto, ya sea que subas tus libros en Instagram, te sientes a leer en una terraza soleada o simplemente disfrutando de un instante tranquilo con un libro en la mano, lo que realmente importa es la conexión. ¿Estás aprovechando al máximo esta era de descubrimientos literarios, o te has perdido en el ruido de las redes sociales? Está claro que leer sigue siendo un acto de rebelión en un tiempo donde todo es inmediato. En definitiva, los libros son los nuevos logos que definen nuestras identidades y, a medida que nos adentramos más en este paisaje estético de lo literario, parece que tenemos mucho más por explorar.