El 2018 fue un año clave para el reguetón, una etapa en la que las mujeres empezaron a hacerse notar de forma más fuerte. La entrañable colaboración entre Becky G y Natti Natasha en «Sin pijama» no solo sacudió las listas de popularidad, sino que también encendió un debate sobre el deseo femenino y cómo se articula en la música. “Siempre he sido una dama, pero soy una perra en la cama” se convirtió en un himno. Pero, ¿es realmente un triunfo para la voz femenina o seguimos viviendo bajo la narrativa de lo masculino? Vayamos más allá de la pista de baile y adentrémonos en la historia del lenguaje y la representación de género en la música.

La historia de las cantigas de amigo y su legado

Hablemos un poquito de historia. En mis años de estudiante, me fui de cabeza al mundo de la Literatura Medieval y, curiosamente, me topé con las cantigas de amigo. Estas pequeñas joyas literarias, que datan del siglo XII, eran narradas en voz femenina. Sin embargo, su autoría se atribuía a hombres. ¿No les suena a un viejo patrón? ¿Acaso la creatividad de las mujeres se silencia desde hace siglos?

A medida que pasé de las aulas a la vida real, me dio por escuchar a Bad Bunny y esas historias femeninas resonaban en mis oídos. “Llegó soliá, salió sin las amigas” (Soliá) fue el tipo de relato que no solo hacía eco de las cantigas, sino que también planteaba preguntas sobre quién está contando la historia.

Y es que, al estudiar estas cantigas, me di cuenta de que muchas de ellas hablaban de amor y deseo desde un punto de vista femenino. Se lamentaban por la ausencia de su amado o describían encuentros amorosos a través de metáforas. Es bastante divertido notar que los versos de las cantigas pueden dialogar, en ciertos aspectos, con letras contemporáneas de reguetón.

Un paralelo entre la tradición y la modernidad

Pongamos un ejemplo de este nexo:

  • Cantiga de amigo: Tres morillas m’enamoran en Jaén: Axa y Fátima y Marién.
  • Reguetón actual: Estoy enamora’o de cuatro bebies (…). Dos son casadas, hay una soltera.

¡Vaya! Aquí, el fondo es casi el mismo, solo que el contexto ha cambiado. La lírica, que originalmente se transmitió de forma oral, ahora se transforma en un producto comercial, pero las emociones siguen siendo las mismas. La necesidad de expresar deseo, de anhelar a alguien, parece ser un hilo conductor a lo largo de los siglos.

La voz femenina en la música: empoderamiento o mera ilusión

Cuando escucho esas letras modernas, ¿me empoderan realmente? Entender cómo se construye la voz femenina en el reguetón ha sido un viaje fascinante.
La voz femenina ha empezado a destacar, pero ¿quién realmente controla la narración?

Pensemos en Karol G, quien ha desafíado las convenciones de género: “Y nos vamo’ a donde nos podamos querer, nos podamos comer”. ¡Ah! Pero no todo es color de rosa. La moda de poner a las mujeres en el centro también trae consigo la sombra de la representación masculina, un juego de espejos donde ellas pueden tener el micrófono, pero no siempre la pluma.

Es aquí donde se instala una pregunta inquietante: ¿Podemos considerarlo un empoderamiento verdadero si las letras que cantan son escritas mayoritariamente por hombres? Algunos lograrán ver esto como una liberación necesaria dentro del ámbito musical, pero yo me pregunto, ¿acaso es justo apuntar a un progreso tangible si el control creativo sigue en manos masculinas?

Bad Bunny y el dilema del deseo femenino

Hagamos un paréntesis y miremos a Bad Bunny, el chico malo del reguetón. En la canción Andrea, él toma un papel inesperado, donde casi se convierte en un observador: «Cansada de esperar propina y de lo que su familia opina». ¡Eso sí que es un giro! Pero, de nuevo, el dilema persiste. Bad Bunny, aunque se presenta como un aliado, termina siendo un hombre que narra los deseos y frustraciones de una mujer.

Como mencioné antes, es un ecosistema en el que las diferentes voces pueden entrelazarse, pero el punto de vista masculino sigue predominando. Es como si, en lugar de abrir el espacio para una narrativa completamente femenina, se mantuviera un prisionero diálogo masculino.

¿La industria musical favorece el empoderamiento femenino?

Es innegable que el reguetón ha hecho una contribución única al mundo de la música. La fiesta, el goce y el baile son temas recurrentes, pero no olvidemos que también se han convertido en herramientas para comercializar.

Beatriz Luengo comentó en una entrevista sobre cómo las letras de muchas canciones terminan dirigiéndose más a las fantasías masculinas que a la experiencia real de las mujeres. “¿Así que esa es la culminación sexual para una mujer?”, cuestiona Beatriz sobre la superficialidad de algunas letras. Y aquí surge otra inquietud: ¿Cómo ocurre que las mujeres canten sobre su deseo pero las letras son escritas desde una perspectiva masculina?

La industria musical es, al final del día, un negocio. Cada canción es una inversión. ¿Cuántas figuras de empoderamiento femenino pueden sostenerse en esta estructura sin verse atrapadas en las expectativas patriarcales?

La libertad como un modo de resistencia

Pero, ¡espera! No todo está perdido. Si bien hay una realidad sobre el control masculino, también hay un espíritu indomable en las voces femeninas que siguen emergiendo. El hecho de que muchas mujeres ahora ocupen espacios en el reguetón puede ser, en sí mismo, una forma de resistencia.

Algunas, como Ivy Queen, han ido más allá y han creado una ruptura. «¿Qué puñetas tú mirabas?» es un grito de libertad que va más allá de las limitaciones de las letras de otros hombres. El elemento de la simetría relacional en sus voces es, sin duda, un paso hacia adelante.

La magia del reguetón: cuerpo y voz

Al final del día, el reguetón ha logrado poner el cuerpo en el centro de la experiencia musical. En lugar de ser un mero espectáculo, cobra vida a través del movimiento. La liberación que sentimos al bailar, al cantar, parece trascender las palabras. Es un espacio donde la mujer puede expresar no solo su deseo, sino también su independencia.

El reguetón ofrece una consideración interesante del erotismo en la cultura popular. A diferencia de la lírica culta que muchas veces silenciaba los deseos, el reguetón celebra la sensualidad. La investigadora Penagos Rojas lo explica de alguna manera: “El reguetón puede ser subversivo porque permite una opinión personal sobre los tabúes sociales”.

La conclusión: hacia un futuro más equilibrado

Así como las cantigas de amigo relatan historias de amor y deseo, el reguetón ha encontrado su lugar en el nuevo siglo, alemán como un medio de expresión y liberación. Sin embargo, el desafío sigue presente. ¿Podemos del todo considerar un avance real en la representatividad de las voces femeninas cuando la narrativa aún se teje a partir del deseo masculino?

El camino a seguir parece estar en la incorporación de narrativas auténticas, en la salida de las sombras del pasado hacia un paisaje sonoro donde la voz femenina prevalezca. La historia continúa evolucionando y el reguetón, con toda su controversia, se posiciona como un campo de batalla donde se libran nuevas luchas de género.

Próxima vez que bailes en la disco, tómate un momento para preguntarte qué historias estás cantando y quién las está narrando. Quizás, al hacerlo, encuentres un nuevo aprendizaje en cada acorde y cada verso. ¡Vamos a disfrutar, pero con los ojos bien abiertos! 🌟