La historia siempre encontrará la manera de manifestarse, ya sea a través de un viejo diario olvidado, una foto polvorienta o, como en este caso, un refugio antiaéreo escondido bajo la superficie de la plaza de la iglesia de es Pont d’Inca, en Marratxí, Mallorca. Pero, ¿cómo fue que un simple lugar de juego para los niños se ha convertido en un reliquia significativa de un período tan convulso como la Guerra Civil Española? Acompáñame en este recorrido por el túnel del tiempo, donde las risas infantiles se entrelazan con historias de supervivencia y resistencia.

Una plaza de juegos con historia: los secretos de la niñez

Imagina ser un niño de tres años, corriendo por la plaza de la iglesia en un glorioso día de verano, jugando al escondite con tus amigos. Pero en lugar de un simple parque, estás en un lugar cargado de historia. Esa fue la infancia de Paquita Serra, quien a sus 89 años rememora aquellos días con un brillo especial en los ojos. “No me acuerdo mucho porque debía de tener tres años, pero los que eran un poco más mayores iban a jugar a la plaza y había un agujero por el que se colaban”, comparte con nostalgia.

Esa plaza, que hoy es un punto de reunión para los vecinos, fue también un refugio de la desesperación durante los bombardeos fascistas. ¿Te imaginas que, mientras estabas intentando atraparlos en un juego, tus pies estaban sobre un escondite donde generaciones pasadas se resguardaron del peligro? Ciertamente, la historia puede ser divertida e inquietante a partes iguales.

Cuando el juego se convierte en historia: de la diversión a la memoria

Las obras de remodelación de la plaza han desenterrado un pasado que muchos creían olvidado. El refugio antiaéreo, descubierto por los trabajadores de la constructora mallorquina Amer e hijos, ha traído a la superficie no solo la estructura, sino también las memorias ocultas de toda una comunidad. Sin querer, este hallazgo ha convertido a los operarios del Ayuntamiento en los nuevos herederos de historias que, décadas atrás, fueron contadas entre risas y juegos.

Paquita recuerda que había una tienda, un pequeño refugio de alimentos donde corrían los pequeños del lugar para ayudar a esconder los productos antes de que llegara la policía del régimen. “¡Eran juegos de niños! Pero en esa época, también había un trasfondo sombrío”, reflexiona.

La búsqueda de la historia: ¿qué era realmente el refugio?

El descubrimiento inesperado ha llevado a los técnicos municipales a una carrera contra reloj. Primero, necesitan determinar si efectivamente se trata de un refugio antiaéreo o, tal vez, de un túnel. Martín Rotger, un historiador local, es identificado como el guardián de las historias antiguas y de los secretos de estos este tipo de estructuras. ¿No es curioso cómo un simple bache puede llevar a investigaciones profundas sobre la historia de un pueblo?

Con un presupuesto de 728.802 euros destinado a la remodelación, el hallazgo plantea preguntas que requieren investigación y creatividad. Si este refugio es autenticado, será el tercero en Marratxí, una adición significativa a un ya limitado inventario de memorias subterráneas.

Los bombardeos y la necesidad de refugios: el miedo de una generación

Tal vez muchos de nosotros no podamos imaginar la angustia de vivir bajo la sombra de un bombardeo. En Marratxí, la historia ha enseñado que no todo juego es inocente. Según Tomeu Fiol, un experto en la materia, los refugios eran un mal necesario en un tiempo donde el cielo mismo se vuelve hostil.

En 1936, cuando estalló la Guerra Civil, muchas poblaciones, incluida Marratxí, quedaron poco preparadas. Los “Comités de Defensa Pasiva” se formaron apresuradamente y comenzaron a evaluar los espacios que se podían convertir en refugios. ¿Qué tan rápido puedes construir un refugio mientras sientes la tierra temblar bajo tus pies?

El dilema de los recursos

Los habitantes de Marratxí no eran ajenos a la ineficacia del sistema en tiempos de crisis. Mientras Palma se convertía en el epicentro de recursos destinados a la defensa, en Marratxí una meteórica falta de atención obligó a los vecinos a construir sus propios refugios. Se instauró la Prestación Personal Obligatoria, donde se esperaba que hombres de entre 18 y 60 años dedicaran horas de su vida a cavar y construir túneles de protección. ¡Como un club de construcción forzoso, pero sin las galletas!

Esta desigualdad en la asignación de recursos dejó una huella en la memoria colectiva de un pueblo. Las comparaciones y los resentimientos crecieron. Al fin y al cabo, ¿quién quiere sentirse como el pariente olvidado en una fiesta familiar?

La construcción de la esperanza en tiempos de guerra

Antes de la contienda, las ciudades de Europa ya habían comenzado a implementar medidas de defensa. Con la llegada del conflicto, la historia de la aviación como arma de guerra se transformó en una templeta de terror. «Se buscaban refugios que fueran seguros y protegieran a las comunidades», comenta Fiol, añadiendo que los vecinos comenzaron a improvisar con lo que tenían: catas, celdas, y hasta cuevas.

Recientemente, el refugio de Pòrtol y el de Pla de Na Tesa se convirtieron en testimonios permanentes de esa búsqueda de seguridad en un mundo lleno de caos. En este sentido, los refugios antiaéreos no eran solo estructuras, sino un símbolo de fortaleza social, el tejido de la comunidad se tejía a través del miedo, la innovación y la necesidad básica de sobrevivir.

Un lugar peligroso en lugar de un campo de juegos

En la actualidad, ese escondite tan anhelado de la infancia ha asumido un nuevo rol. El refugio, que alguna vez ofreció protección, se ha convertido en un espacio inhóspito cuya entrada está cuidadosamente sellada por protocolos de seguridad. Tal cual el “no entrar” de las películas de terror, este lugar es considerado una trampa mortal que recuerda al peligro de tiempos pasados.

Medidas de seguridad y estudios futuros

Para aquellos que sueñan con una expedición al interior de este refugio, las estrictas medidas de seguridad son un buen recordatorio de que el pasado a veces puede ser peligroso. La falta de oxígeno, el riesgo de colapso y la posibilidad de encontrar contaminación interna sugiere que algunos secretos del pasado prefieren permanecer enterrados.

Esto implica que los esfuerzos turísticos hacia la historia deben ser manejados con cuidado. Algunos podrían argumentar que deberíamos dejar que el pasado permanezca en el pasado. ¿No es algo fascinante el hecho de que los refugios se convirtieron en un símbolo de solidaridad y resistencia? ¿Es necesario exponer esos lugares si pueden ser peligrosos?

La memoria colectiva: un reto en tiempos modernos

Una de las verdades inquietantes es que, a medida que el tiempo avanza, la memoria de eventos significativos tiende a desvanecerse. “Los primeros que lo han olvidado son los ayuntamientos”, critica Fiol, sugiriendo que el refugio de es Pont d’Inca no es solo un pasaje histórico, sino un espejo de la lucha continua por recordar y enseñar a las futuras generaciones sobre su herencia.

Mientras las obras de remodelación se reanudan, el objetivo es convertir la plaza en un lugar más “accesible, seguro y funcional». Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Podemos realmente hacer justicia a la historia mientras nos adaptamos a la modernidad?

Reflexiones finales: un viaje a la memoria

La historia siempre busca la ocasión de resurgir, así como los hombres y mujeres que vivieron en tiempos de crisis. La plaza de es Pont d’Inca se erige hoy como un recordatorio de cómo nuestros entornos pueden esconder pasado, memoria y la búsqueda incesante por la paz.

No importa si es a través de un refugio antiaéreo o un simple rincón en una plaza, cada descubrimiento cuenta la historia de las generaciones que nos precedieron. ¿Qué legados estamos construyendo hoy que serán recordados mañana? Cada pregunta nos empuja a reflexionar sobre nuestro papel en el vasto hilo de la historia.

Y tú, querido lector, ¿qué haces hoy para recordar y honrar el pasado? Porque, al final del día, cada uno de nosotros es un preservador de la historia, aunque solo sea mientras discutimos el último escándalo de las celebridades en la mesa de café o enfrentamos la incertidumbre de los tiempos.