En un mundo donde el deporte debería ser sinónimo de diversión, compañerismo y competencia sana, nos encontramos con noticias que nos hacen replantearnos esa idea. Recientemente, un evento en Gran Canaria puso de manifiesto un preocupante problema: la violencia en el fútbol amateur. Tres árbitras, Michelle Santan, Carely María Barrios y Elena Valdivieso, vivieron una experiencia de terror durante un partido que, en teoría, debería haber sido solo un juego.
El inicio de una jornada fatídica
Era una tarde como cualquier otra, me imagino a las árbitras preparándose, revisando su equipo y dirigiéndose al estadio con la misma emoción que yo siento cuando voy a ver un partido de fútbol (aunque mis habilidades en el campo son mejores que las de un pato en el hielo). Sin embargo, lo que debería haber sido un día normal en la liga de Segunda Regional de Gran Canaria se convirtió en una experiencia traumática.
Todo comenzó en el minuto 7, cuando un jugador del Teldecosta CD recibió una tarjeta roja. En teoría, esto debería haber sido una invitación a que los equipos jugaran con más inteligencia, pero, como suelen decir: «el fútbol es un juego impredecible». Lo impensable ocurrió: un compañero del jugador expulsado reaccionó de forma violenta y agredió a un rival. ¿Pueden imaginarse el pánico en el aire? Si yo estuviera allí, probablemente habría querido meterme en un bote salvavidas y navegar lejos de esa locura.
Un refugio necesario en el vestuario
Ante esta escalofriante situación, las árbitras decidieron retirarse al vestuario, un acto valiente que probablemente consideraron su única opción. En su declaración, dijeron: “Al ver que peligraba nuestra integridad, decidimos retirarnos rápidamente del terreno de juego (…) dando por suspendido temporalmente el encuentro hasta que las condiciones fueran favorables para poder reanudar el partido”. La valiente decisión de retirarse al vestuario mostró la madurez y profesionalismo que hoy en día es esencial para quienes se desempeñan en el ámbito deportivo.
Sin embargo, lo preocupante no acaba aquí. Creyeron que al regresar al campo, la situación se habría serenado. Spoiler: no fue así. Lo que ocurrió fue una verdadera invasión, como si de una película de acción se tratara. ¡Alrededor de 20 personas invadieron el terreno de juego! ¿Y quién pensó que eso era una buena idea?
El horror tras la puerta
Una vez más, las árbitras se encontraron en una situación aterradora. De acuerdo a los informes, al regresar la violencia había aumentado, y nuevamente deben buscar refugio en el vestuario. En este punto, podemos imaginar el sonido ensordecedor de los gritos. Las amenazas que escucharon, «las vamos a matar, hijas de puta», roban el aliento y nos recuerda que la violencia no solo afecta a los jugadores, sino que también tiene un impacto devastador en quienes están allí para supervisar el juego de manera justa.
No puedo evitar pensar en cómo estas situaciones pueden llegar a normalizarse en el deporte. Después de todo, es solo un partido de fútbol, ¿verdad? Pero para estas árbitras, esa no era solo una frase. Era un grito de auxilio en un entorno que se volvió hostil.
La llegada del salvador: la policía
Finalmente, la Policía llegó al recinto deportivo, pero no sin que las árbitras tuvieran que enfrentar una situación angustiante. Imaginen estar atrapadas en un vestuario leyendo el guion de una película de terror, todos los ruidos del exterior haciéndose más aterradores. Afortunadamente, el entrenador del equipo visitante y un ayudante se convirtieron en sus «guardianes», asegurándose de que nadie pudiera abrir la puerta.
Cuando finalmente llegó la Policía, los culpables habían abandonado el lugar. Pero el daño ya estaba hecho: la confianza de estas árbitras en el deporte que aman había sido severamente golpeada. Es un recuerdo que no se desvanecerá fácilmente. ¿Cuántas otras veces tenemos que escuchar sobre violencia en los deportes antes de que tomemos una posición firme?
¿Y qué pasa con el fútbol amateur?
Este incidente en Gran Canaria nos lleva a una gran pregunta: ¿qué está sucediendo en el fútbol amateur? No se trata solo de un problema en esta liga específica o en una región. La violencia en el deporte está en aumento, y esto plantea inquietudes sobre la seguridad de todos los involucrados: jugadores, entrenadores, árbitros y, por supuesto, aficionados.
Aunque el fútbol profesional a menudo acapara los titulares, el fútbol amateur es donde muchos de nosotros comenzamos a jugar, a descubrir el juego que amamos y donde realmente se desarrolla la cultura del deporte. La violentiencia en este nivel no solo ahuyenta a futuros árbitros y jugadores, sino que también podría afectar a las próximas generaciones de aficionados al fútbol. Todos hemos estado en un partido donde la tensión se siente en el aire, pero este tipo de comportamiento va más allá de eso.
Recuerdos de mi propia experiencia
Hago una pequeña pausa aquí para compartir un recuerdo personal. Una vez jugué un partido de fútbol en el que se desató una pelea entre los equipos. ¡La batalla quedó grabada en mi mente como si fuera un episodio de «Juego de Tronos»! Todos estábamos más enojados que una cabra en un día lluvioso. Pero lo que realmente me impactó fue la forma en que todo se volvió personal: los insultos volaron, las emociones se desbordaron, y al final del partido, nadie se acordaba de quién había ganado. En lugar de fortalecer la camaradería, aquel día casi rompimos amistades de años.
Hay que hablar del cambio
No es suficiente con dar la vuelta y esperar a que «algo» cambie. Aquí es donde todos, desde directivos de ligas locales hasta simples aficionados, debemos entrar en acción. Se deben establecer protocolos claros sobre el comportamiento dentro y fuera del terreno de juego. Los clubes deben hacer un llamado a la responsabilidad y el respeto, no solo desde las gradas, sino también desde el banquillo.
La formación y la educación sobre la importancia del juego limpio son esenciales. Las autoridades deportivas deben resaltar el valor de tener árbitras y árbitros bien entrenados, y garantizar que se les brinde protección y respeto, independientemente de las circunstancias.
Referencias actuales y la necesidad de un futuro brillante
Este incidentes resuena con otros recientes dentro del ámbito deportivo. En los últimos años, hemos visto a muchas mujeres árbitras ganando protagonismo en ligas nacionales e internacionales. Sin embargo, su camino no es fácil, y deben enfrentarse a desafíos que van más allá de las decisiones que toman en el campo. En un entorno donde las mujeres todavía luchan por ser tomadas en serio en muchos sectores, el deporte no debería ser un campo de batalla más.
Michelle Santan, Carely María Barrios y Elena Valdivieso son ejemplos perfectos de cómo las mujeres pueden ser valientes y competentes, incluso en condiciones adversas. ¿Acaso no todos merecen el respeto y la dignidad en su trabajo, sin importar el ámbito en que se encuentren?
Conclusiones
La violencia en el fútbol amateur debe ser abordada con urgencia. Si no lo hacemos, correremos el riesgo de que el deporte que tanto amamos se convierta en un campo de guerra en lugar de un espacio de celebración y alegría. Las experiencias de las árbitras de Gran Canaria son un recordatorio brutal de que, a veces, la verdadera victoria consiste en simplemente mostrar valor y perseverancia.
Así que, la próxima vez que veas un partido, ya sea en el campo o en la televisión, recuerda que hay personas trabajando arduamente para que cada encuentro sea justo y emocionante. Y si te encuentras en el campo después de una roja polémica, tómate un momento para respirar. Al final del día, todos estamos aquí por el amor al fútbol, ¿no es así?
Y antes de que te vayas, ¿cómo crees que podemos mejorar los protocolos en el fútbol amateur? ¡Déjame tu opinión! Al fin y al cabo, cada voz cuenta en este gran juego que es el deporte.