¿Alguna vez te has preguntado cómo una simple melodía puede transportar tu mente a momentos específicos en la historia? Muchas veces, mientras caminamos por la ciudad, una canción que suena en el fondo puede evocar recuerdos, imágenes o incluso emociones que creíamos olvidadas. Pues bien, el juez José Asencio ha tomado este concepto y lo ha llevado a un nuevo nivel con su reciente ensayo titulado «Entre acordes y cadenas». Si estás pensando que un juez debe estar encerrado en su oficina llenándose de papeles, piénsalo de nuevo: ¡este hombre también es escritor y músico!
¿Cómo comenzó este viaje musical-histórico?
Imagínate la escena: un juez, que además es un ferviente amante de la música, decide combinar sus dos pasiones lanzándose a la escritura. En una entrevista, José Asencio cuenta cómo sus inicios literarios fueron en realidad relatos cortos, pero fue un verso que su padre le dedicó lo que lo llevó a presentar su primer ensayo. Así es, todos tenemos esa chispa que nos empuja y, en este caso, una poesía paterna sembró la semilla creativa en Asencio.
El 9 de octubre, en el Círculo del Liceo, tuvo lugar la presentación de su obra, donde no solo compartió sus ideas, sino que también nos recordó que, a veces, la historia puede ser contada a través de la música. ¿Te imaginas a un juez compartiendo historias en un café ante una audiencia? Es un poco como ver a tu profesor de matemáticas de la secundaria en un club de karaoke: sorprendente, pero a la vez, temiblemente cautivador.
La música como hilo conductor
El ensayo «Entre acordes y cadenas» no es solo un relato sobre música. Es un viaje a través del tiempo que conecta acontecimientos históricos con las canciones que los acompañaron. Desde la Guerra de Secesión hasta el impacto del genocidio en Ruanda en 1994, Asencio explora cómo la música puede ser un lente efectivo para comprender estos sucesos.
«A veces, un acorde es más poderoso que mil palabras», reflexionó mientras investigaba sobre su contenido. La elección de la canción «Nanga bahutu», que aborda el genocidio, no es fortuita. Simon Bikindi, su autor, fue condenado a prisión por incitar al genocidio, aunque, curiosamente, no por sus canciones. Este tipo de contradicciones son las que hacen que uno se detenga a pensar: ¿la música es una forma de arte o una herramienta de poder? La respuesta, como muchas en la vida, no es blanca o negra.
Música e historia: una combinación explosiva
A lo largo de las páginas de su libro, Asencio nos lleva de la mano a través de momentos increíbles, acompañados por las mejores bandas sonoras. ¿Sabías que Janis Joplin fue parte fundamental de la cultura de Nueva York en su época? Su música abarcó no solo el amor y la libertad, sino que también resonó en tiempos de cambio social. Cada canción se convierte en una marca de tiempo, un recordatorio de dónde hemos estado, de quiénes éramos y de cómo hemos cambiado.
A medida que exploramos estos momentos, no puedo evitar hacer una comparación con mi propia vida. Recuerdo una vez en una reunión familiar cuando mi abuela se puso a bailar al ritmo de «La Bamba». ¿Quién pensaría que la historia podría ser tan entretenida? Así, la música une a las generaciones, conecta eventos y puede incluso servir como puente para recordar lo que hemos aprendido o, en algunos casos, lo que hemos olvidado.
Una investigación profunda
Asencio dedicó muchos meses a investigar y documentarse, y eso se nota en el contenido de su obra. No solo se limita a contar historias; él las enlaza. La música juega un rol tan crítico que a veces parece que los acordes tienen un poder casi mágico. Al no tener televisión ni redes sociales, Asencio ha encontrado en la literatura un refugio y un pasatiempo, así como una oportunidad para reflexionar.
Aquí me veo reflejado. Durante la pandemia, pasé muchas noches escribiendo mientras escuchaba Fela Kuti, ese ícono nigeriano que acercó el Afrobeat a millones. La música podía calmar, inspirar y, en algunos momentos, hasta hacerme reír. La vida puede ser un poco caótica, pero cuando hay música, parecen desaparecer las preocupaciones. A veces pienso que un mundo lleno de mélodies sería un lugar más feliz.
Reflexiones sobre los acontecimientos históricos
Asencio no solo elige canciones al azar; cada una está conectada con un evento significativo. Por ejemplo, la canción que acompaña el final de su ensayo, sobre el asesinato de Facundo Cabral en Guatemala, se centra en cómo la música puede convertirse en la banda sonora de vidas truncadas y de injusticias que no deben ser olvidadas.
La música, al final, no solo entretiene; puede ser un registro de lo que hemos vivido y lo que aún nos queda por recorrer. Además, con el auge de las redes sociales, cada vez más personas sienten la necesidad de compartir su visión del mundo a través de sus playlists. Spotify y otras plataformas han hecho que esta tarea sea más sencilla que nunca. ¿Te has hecho alguna vez una lista de reproducción de momentos importantes de tu vida? Puedo asegurarte que los hay, y algunos incluso pueden hacerte llorar… o reír a carcajadas.
La conexión humana a través de la música
Si hay algo que Asencio deja claro, es que la música está presente en la vida de todos. En una época como la nuestra, donde las divisiones parecen palpables, escuchar las historias ligadas a las canciones puede ayudarnos a ser más empáticos. Lo que pasamos por alto puede ser interpretado de mil maneras diferentes y, tal vez, comprenda mejor a un amigo o incluso a un desconocido.
Por otro lado, la música puede llevarnos a momentos donde la risa y el llanto son la misma cosa. Como cuando escuchamos «Imagine» de John Lennon. Todos anhelamos un mundo en paz, y esta poderosa canción invita a soñar con ello. Esa contraposición es lo que hace de la música un elemento vital en nuestra vida cotidiana.
El futuro del ensayo musical de Asencio
Con el recibimiento positivo de su primer ensayo, Asencio no descarta la idea de una segunda parte. ¿Y quién puede culparlo? La historia es vasta y la música sigue evolucionando. Estoy seguro de que muchos de nosotros también hemos sentido ese mismo impulso. Hay tanto por contar y tantas notas por tocar que el mundo siempre estará esperando la próxima gran pieza musical o literaria.
Debemos recordar que la historia nunca está completa y que cada acorde puede resonar de manera diferente en la vida de cada uno. Así que si alguna vez te encuentras soñando con las notas que han marcado tu propia historia, no olvides apoyarte en la música como herramienta de expresión. No solo contarás tu historia, sino que también conectarás con la de los demás en un nivel más profundo.
Reflexión final
En un mundo donde cada vez estamos más conectados, pero también más distanciados emocionalmente, la música parece ser un eco de lo que realmente importa. Ya sea para conmemorar momentos tristes o para celebrar alegrías, cada acorde tiene su lugar en el vasto escenario de nuestras vidas. Así que, como Asencio, te invito a que tomes un tiempo, desempolves y reproduzcas esas canciones que te transporten y te recuerden que la historia no se cuenta solo con palabras, sino también en melodías.
La música sigue siendo un lenguaje universal. ¿No es extraño pensar que una simple canción puede cambiar nuestra perspectiva por completo? ¿Y tú, qué rol crees que tiene la música en tu vida? ¡Es hora de compartir tu propia banda sonora!