¿Quién iba a imaginar que un personaje como El Pingüino, ese villano un tanto caricaturesco que interpretó Danny DeVito en 1992, tendría un renacimiento tan rotundo en la nueva serie de HBO? Si lo sientes como yo, esta evolución puede ser tanto sorprendente como refrescante. La serie, que nos transporta de nuevo a la oscura y peligrosa Gotham, ha decidido ahondar en la complejidad de sus personajes y el resultado ha sido impactante. Pero, ¿realmente necesitábamos otro derivado de Batman? Hagamos un recorrido conmigo para descubrirlo.

Un enfoque moderno y una crítica bien situada

Primero lo primero: ¿por qué el interés por El Pingüino? En un momento donde las narrativas de Marvel y DC parecen repetirse, HBO ha decidido dar un toque fresco a una figura clásica. A diferencia de otros villanos, El Pingüino no es únicamente un enemigo de Batman, sino que, en esta serie, se convierte en el foco central que orbitan sus propios problemas. Es como si el director Craig Zobel supiera que es hora de responder preguntas que muchos de nosotros hemos tenido al ver películas de mafia. ¿De verdad son todos ellos solo brutales o hay un lado humano detrás de sus decisiones?

Desde el primer momento, nos encontramos en una versión sombría de Gotham, donde la brutalidad de la mafia se asienta sobre un sutil entendimiento de la psicología. La serie comienza con la premisa de que el hijo del difunto capo del crimen ha heredado un imperio que ni él sabe cómo manejar. Y, si piensan que esto suena familiar, es porque lo es; pero Zobel y su equipo han logrado presentar a El Pingüino de una manera que no sólo es divertida, sino increíblemente intrigante.

El Pingüino: Un personaje que requiere un actor excepcional

Entonces, aquí estamos: Collin Farrell interpretando a un Pingüino que es todo menos un simple villano. La decisión de hacerlo “gordo” de mentira, usando maquillaje y prótesis, más que generar crítica, ha llevado a muchos a admirar la dedicación y talento que Farrell trae al papel. ¿Es necesario que los actores encarnen físicamente a sus personajes? Esto podría abrir un debate sobre la representación en la actuación. La actuación es actuar en el personaje, no vivirlo, diría yo.

A veces me pregunto si toda la controversia alrededor de la necesidad de “ser” algo para interpretarlo está un poco exagerada. Claro, la representación es importante, pero me pregunto, ¿dónde queda ese espacio donde la comedia y la tragedia pueden jugar en armonía? Después de todo, tenemos actores que han hecho de todo, desde mafiosos hasta extraterrestres, y eso es parte de la belleza del cine y la televisión.

Una narrativa rica y personajes vibrantes

Más allá de Farrell, el elenco se completa con personajes intrigantes, siendo Cristin Milioti como Sofia Falcone un destello de locura y carisma. Me hace recordar a esos personajes que parecen estar a un paso de la locura, pero que poseen la astucia suficiente para salir adelante. ¡Eso es lo que hace que la mafia sea fascinante! Cada decisión que toma es un reflejo de su entorno, un entorno donde las malas decisiones son la norma. El guion, escrito por Lauren LeFranc, juega un papel fundamental en todo esto, y lo que tenemos aquí es un verdadero deleite.

¿Alguna vez han visto un episodio de una serie y han sentido que cada línea de diálogo cuenta? Ese es el tipo de escritura que LeFranc ofrece. Aunque a menudo nos encontramos con narrativas deshilachadas y personajes con arcos débiles, El Pingüino recuerda la rica tapeza de Hollywood. Cada escena, cada línea, parece ser parte de un rompecabezas mayor, lo que da pie a la expectación.

Dehecho, el piloto de la serie tiene una estructura que me recuerda a aquellos primeros episodios de Los Soprano, donde las situaciones se desarrollan lentamente, pero con una determinación implacable. ¿No es fascinante cómo una simple conversación puede convertirse en un campo de batalla entre mafiosos?

Un mundo oscuro y desafiante: Gotham

Permítanme llevarlos de nuevo a Gotham, esa ciudad que es casi un personaje en sí misma. Aunque a menudo Chicago ha sido mencionada como el Gotham ideal, la representación que hacemos en pantalla de Nueva York tiene su propia magia. Como espectador, uno se siente completamente sumido en una atmósfera cargada de tensión. Las escenas son oscuras, pero no en un sentido abrumador; más bien, parecen crear un contexto perfecto para las luchas internas de nuestros personajes.

No hay duda de que el espectáculo juega con la delgada línea entre la moralidad y la amoralidad. Por un lado, tenemos a El Pingüino, que es encantador aunque retorcido. Por el otro, el hijo del difunto capo, que, a pesar de todo, es un ingenuo absolutamente sobrepasado por las circunstancias. Las tensiones entre ambos personajes son un poco como ver a dos boxeadores en el ring, donde uno sabe que puede ganar, pero no siempre tiene la fuerza para hacerlo.

Pero, ¿no es eso lo que todos queremos ver? Ver cómo una persona que parece no tener nada se convierte en alguien que, a pesar de su código de ética flexible, lucha por su lugar en el mundo. En esos momentos, me pongo a pensar: ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para proteger a los que amamos?

Más que violencia: la estrategia y la palabra

En este frío mundo de Gotham, la violencia no es la única arma. Al igual que política y la mafia a menudo van de la mano, El Pingüino nos muestra que a veces es más inteligente utilizar la palabra como herramienta. Como Gengis Kan y sus célebres estrategias, El Pingüino se sumerge en diálogos que desarmarán a sus enemigos y, a menudo, les dejarán second guessing (dudando), incluso en situaciones donde podrían sacar un arma.

Una de las líneas más potentes del piloto es cuando alguien le dice al Pingüino que es un experto en «librarse de las cosas con palabras». Esto resuena con fuerza, porque, aunque la violencia y las amenazas son parte del entorno, a menudo son las conversaciones, los matices y las sutilezas las que realmente definen el resultado de un conflicto.

¿Quién no ha estado en una discusión difícil en el trabajo o en casa y ha sentido que cada palabra que decimos puede ser un arma de doble filo? Esas interacciones son lo que hace que la vida real sea tan complicada y, en muchos sentidos, tan similar a la historia que estamos viendo en la pantalla.

La evolución de la representación en la pantalla

Antes de cerrar, no puedo dejar de mencionar el aspecto de la representación. Parece que en estos tiempos, cada elección de casting se convierte en una especie de balanza crítica. Como mencioné antes, la idea de que los actores deban encarnar físicamente sus personajes ha sido un tema candente. Aunque entiendo la necesidad de la representación, también creo en el poder del arte para explorar la experiencia humana de manera más amplia.

¿Debemos relegar la actuación a aquellos que realmente están conectados con el personaje en todos los sentidos? O, ¿debemos permitir a los actores explorar, experimentar e, incluso, transformar su propia humanidad en algo que resuene más allá de los límites de su cuerpo?

El Pingüino y su interpretación magistral por parte de Farrell nos empuja a considerar estas preguntas. A veces, un personaje es solo eso: un personaje. Y eso es lo que hace que la experiencia de ver televisión sea tan rica y variada.

Conclusión: Un viaje que vale la pena

Al final del día, El Pingüino no es solo otra serie sobre mafiosos. Es una manifestación contemporánea de un personaje que ha viajado a los confines del tiempo y que, por fin, recibe la atención que merece. Si buscas una narrativa bien construida que entrelaza diálogos sutiles con una atmósfera envolvente, la serie de HBO es, sin duda, un camino a seguir.

Ahora, después de ver el primer episodio, me doy cuenta de que no solo se trata de las elecciones más difíciles que uno debe hacer, sino también de cómo nuestras decisiones y palabras pueden cambiar el juego. En una Gotham llena de sombras, El Pingüino emerge como una figura que, sin duda, promete enfrentar más que solo balas. ¿Estás listo para unirte a su viaje? 🦸‍♂️