En un mundo donde el tiempo parece un enemigo constante, la nueva serie de Rodrigo Sorogoyen, Los años nuevos, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestras relaciones y cómo estas evolucionan en el transcurso de diez años. Con una narrativa que se despliega como un relato agridulce, repleto de matices, Sorogoyen regresa a su esencia como director, capturando la vida tal como es: imperfecta, caótica y, en ocasiones, absolutamente hermosa.
¿Qué nos cuenta ‘Los años nuevos’?
La trama gira en torno a Ana y Óscar, dos personajes que se cruzan en una Nochevieja en 2015. Desde ese primer encuentro en un taxi, el destino empieza a jugar con ellos, generando situaciones inesperadas que dan pie a una relación que pulsará al ritmo de un mundo en constante cambio. En este sentido, podríamos pasar horas hablando sobre las casualidades de la vida. ¿No te ha pasado alguna vez que al ir a una fiesta, conoces a alguien que termina marcando una diferencia en tu vida?
A medida que la serie avanza, nos encontramos con un relato que nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos. ¿Cómo afectan nuestras decisiones al futuro que creemos tener estructurado? Están los momentos de felicidad y los de desesperación, además de un entorno sociopolítico que, aunque no es el foco central, se cuela sutilmente a través de diálogos y personajes secundarios. Y claro, nada grita más «realismo» que esa voz interior que no deja de recordarnos la presión social de tener una vida exitosa.
Del romanticismo a la vida cotidiana: ¿quién es realmente Ana?
Ana, interpretada por Iria del Río, es una mujer más compleja de lo que parece a simple vista. Procedente de un entorno en el que las expectativas son altas, su deseo de éxito profesional choca con la realidad de un mercado laboral incierto. ¡Qué lección para todos nosotros! Su lucha por encontrar su camino resulta abrumadoramente familiar y atrae al espectador hacia su viaje de autodescubrimiento. ¿Te suena algo de esto? ¡A mí sí!
En una conversación con una amiga el otro día, mencionamos cómo, al igual que Ana, todos hemos buscado nuestro lugar en el mundo, viviendo en un «sí, pero no» constante. Los años nuevos refleja esa ansiedad, que a menudo se viste con un toque de humor: ¿quién no se ha sentido como un pez fuera del agua en una fiesta de Año Nuevo, intentando (sin éxito) ser el alma de la fiesta?
Óscar y la complejidad de ser adulto
Por otro lado, Óscar, interpretado por Francesco Carril, se enfrenta a sus propias demonios. Crecimos con ciertos estándares que dictan cómo debe ser la vida después de los treinta: trabajo estable, una familia, y la casa de nuestros sueños. Pero, ¿qué sucede cuando esos ideales no se alinean con la realidad? Sorogoyen logra plasmar este dilema en su personaje de forma extraordinaria, a través de diálogos auténticos que reflejan el miedo de no ser suficiente.
La relación entre Ana y Óscar actúa como un espejo que refleja sus inseguridades. La forma en que se hablan, se tocan e incluso cómo «hacen el amor», se transforma a lo largo de la serie, mostrando cómo el sexo puede ser tanto un acto de comunicación como una manifestación de conflictos internos. A veces, me pregunto, cuando estoy en una relación, si las pequeñas interacciones son más íntimas que las grandes declaraciones de amor. ¿No son esos momentos fugaces los que realmente importan?
Un tono ligero que se vuelve denso
Lo que más sorprende de Los años nuevos es la habilidad de Sorogoyen para mezclar el drama con momentos de ligereza y humor sin que esto se sienta forzado. Una escena puede empezar con un chiste tierno sobre la falta de habilidades en la cocina de Ana, para luego retorcerse en un instante tenso donde los dos protagonistas enfrentan sus temores más profundos. Esta alternancia de emociones se convierte en un reflejo preciso de nuestras propias vidas, donde un día podemos sentirnos en la cima del mundo y, al siguiente, estamos cuestionando nuestra existencia.
Por ejemplo, en una de las escenas, mientras Ana y Óscar intentan resolver un malentendido trivial que explota en un conflicto serio, todo lo que se necesita es una taza de café bien hecho y un poco de sinceridad para que las cosas vuelvan a la normalidad. Es un bello recordatorio de la simplicidad que puede existir en las relaciones profundas.
La serie como un espejo generacional
Los años nuevos es indudablemente una obra generacional, que presenta la desesperación y la esperanza propias de quienes se enfrentan a un mundo poscrisis económica y una pandemia global. En su radiografía de la juventud, es imposible no ver las dudas y la resistencia de su generación, que se sienten atrapados en un ciclo de incertidumbre.
Los guiños al 15-M, por ejemplo, son sutiles pero sonoros para aquellos que vivieron esa época. Mientras tanto, las relaciones en el fondo son universales: amistades que se fracturan, nuevas alianzas que surgen, y las complejidades del amor que van más allá de lo romántico. ¿Te has dado cuenta de cómo, a veces, las amistades pueden ser más impactantes y duraderas que algunas relaciones?
La influencia del tiempo
Uno de los temas centrales de la serie es, sin duda, el paso del tiempo. La forma en que la narrativa juega con el tiempo es una obra maestra en sí misma. Las escenas transcurren entrelazadas en momentos de meditación sobre lo que significa realmente el tiempo; a veces se siente que está a nuestro favor, y otras, como si escapara entre nuestros dedos.
Mi mente viaja a aquellos Nocheviejas o momentos que parecen quedarse grabados en nuestra memoria. Esa mezcla de emoción y nostalgia es palpable, y los personajes viven esos instantes a la vez que se replantean lo que han pasado. Quizás, eso es lo que da peso a la serie: la veracidad en la representación de esos momentos que, a menudo, se olvidan.
La doble proyección: cine y plataforma
En cuanto a su estreno, Los años nuevos tiene un enfoque inusual que atrae tanto a los amantes del cine como a los fieles seguidores de las plataformas digitales. La primera parte se estrena en la gran pantalla y, sin duda, es una gran oportunidad para adentrarse en esta experiencia colectiva. No hay nada como ver una película en un cine, donde sientes el murmullo de las emociones de los demás.
Después de su proyección, el público podrá seguir la historia en Movistar+, donde la historia continuará desarrollándose. Es un formato que podría inspirar a otros creadores, dándonos la oportunidad de disfrutar de la serie en la comodidad de nuestro hogar, a nuestra manera.
La promesa de un cambio en la ficción española
Finalmente, lo más emocionante es el cambio que Los años nuevos representa para la ficción española. Con un enfoque en las relaciones humanas, este tipo de narrativa podría marcar un punto de inflexión en cómo se cuentan las historias. La serie refleja un alto nivel de crecimiento artístico y técnico, y lo que se viene puede superar a lo ya conocido.
En resumen, Los años nuevos es un viaje agridulce a través de las relaciones humanas, el amor y el paso del tiempo. La combinación de un guion reflexivo, actuaciones destacadas y un meticuloso sentido del ritmo hace que esta serie sea una obra que resuena en el corazón de quienes han amado, perdido y se han encontrado a sí mismos a lo largo del camino. En la vida, como en la serie, es la memoria y la experiencia lo que deja huella. ¿Te animas a sumergirte en esta narrativa visual? ¡Te prometo que no te decepcionará!