En los últimos días, Nicaragua ha sido el centro de atención no solo por su belleza natural y rica cultura, sino también por su intrigante (y, a veces, inquietante) panorama político. ¿Te imaginas vivir en un país donde la política se siente más como un guion de una telenovela que como un proceso democrático? Pues bien, en Nicaragua, la realidad supera cualquier ficción.

Un matrimonio en el poder

El 30 de enero de 2024, la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada firmemente por el Gobierno, aprobó una reforma constitucional que extiende el mandato presidencial de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, hasta el 2028. Es como si el Congreso hubiera decidido que no solo son pareja en la vida, sino también en el poder. Un «copresidente» y una «copresidenta», o como le gusta llamarlo a algunos, una fórmula de «sucesión matrimonial». Pero, ¿cuál es el verdadero costo de esta expansión del poder?

La nueva Constitución, moldeada a medida para otorgarles aún más control, establece que esta ampliación no solo aplica a Ortega y Murillo, sino a todos los funcionarios sandinistas elegidos en las últimas elecciones generales, que muchos críticos consideran menos que transparentes y bastante sesgadas. Si de algo podemos estar seguros, es que el nombre de Ortega y Murillo está grabado en piedra en la política nicaragüense por un buen tiempo.

Más poder, menos democracia

Es fascinante observar cómo, a medida que un país avanza en el tiempo, sus sistemas políticos pueden comportarse como un juego de Jenga. Con cada bloque (o cada reforma) que se retira, el equilibrio se vuelve más precario. La reforma constitucional que acabo de mencionar no es solo una simple extensión de mandato; es una transformación que desmantela la separación de poderes.

Supongamos que estás en una reunión familiar y uno de tus tíos comienza a controlar la conversación, el menú y, además, el lugar de la reunión: ¿no te sentirías un tanto asfixiado? Eso es lo que muchos nicaragüenses están sintiendo con esta nueva configuración política.

El control absoluto

Bajo este nuevo marco, la pareja presidencial no solo extiende su tiempo en el poder, sino que también se asegura la capacidad de nombrar a cuantos vicepresidentes deseen. Es como si Ortega dijera: «¿Uno? Me parece poco. ¡Quiero una docena!». Esto, a su vez, plantea la pregunta: ¿realmente la política debería sentirse como un juego de Monopoly donde uno puede comprar todo lo que quiere?

No olvidemos que esta reforma también les otorga la capacidad de elegir a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo Supremo Electoral. ¿Recuerdas esa parte en las películas donde los villanos tienen a sus títeres y marionetas? La dinámica en Nicaragua se asemeja más a eso cada día.

La represión y su legado oscuro

¿Y qué tal si hiciéramos un viaje al pasado, específicamente a 2018, cuando Nicaragua estuvo en el ojo del huracán? Durante las protestas de aquel año, más de 350 personas perdieron la vida. Los grupos paramilitares, ahora legitimados en el nuevo artículo 97 de la Constitución, fueron los encargados de perpetuar la represión. Es casi como si la historia estuviera diciendo: «¿Sabías que puedes obtener una licencia para hacer el mal?».

Reed Brody, aclamado abogado estadounidense y defensor de los derechos humanos, ha señalado que estos cambios marcan el fin del Estado de derecho. Y aunque puede sonar alarmante, no hay que ser un experto en derechos humanos para darse cuenta de que el cierre del espacio cívico es un freno peligroso para cualquier sociedad. Después de todo, ¿qué queda para los ciudadanos cuando sus derechos son ignorados y se siente que ya no hay a dónde acudir?

Perspectivas personales

Hablando desde una perspectiva más personal, me acuerdo de un viaje que hice a Nicaragua hace algunos años. Todo fue magia: desde los atardeceres brillantes en Granada hasta la música vibrante de los mercados locales. Pero también recuerdo la sensación de que siempre había un velo de tensión en el aire. Es igual a cuando estás en un juego de cartas y todos sienten que alguien está haciendo trampa.

Lo que me lleva a preguntarme: ¿Quiénes son los verdaderos perdedores en todo esto? Claramente, son los ciudadanos nicaragüenses que ven desvanecerse sus esperanzas de un futuro democrático.

La importancia de la comunidad internacional

Entonces, ¿qué se debe hacer ahora? Los expertos y defensores de derechos humanos han instado a la comunidad internacional a prestar atención a esta serie de eventos en Nicaragua. A medida que los dictadores tienden a jugar a las escondidas con la verdad y el derecho internacional, es vital que la comunidad global actúe de manera unida para promover la justicia y la democracia en países como Nicaragua.

A veces me pregunto, si esta situación se estuviera viviendo en otro país, ¿la reacción de la comunidad internacional sería tan contundente? O quizás son solo un grupo de personas sentadas en una sala de conferencias, tomando decisiones que están a miles de kilómetros de distancia de la realidad de los afectados.

Reflexiones finales

A medida que el mundo observa a Nicaragua, queda claro que la lucha por la libertad y la democracia no termina. La pareja Ortega-Murillo ha tejido un entramado de poder que es más complejo que la mayoría de las tramas de televisión actuales. ¿Y nosotros? ¿Qué podemos hacer?

Mantenernos informados es el primer paso. Discutir estos temas en nuestras comunidades, alzar nuestras voces y requerir responsabilidades de nuestros propios líderes es también parte del proceso. La historia nos enseña que no importa cuán fuerte parezca el tirano, siempre hay esperanza en la resistencia y la unidad.

Al final del día, todos queremos un lugar donde nuestras voces cuenten y donde podamos soñar en libertad. Entonces, ¿qué esperas para involucrarte? Al final, la historia no se escribe sola; todos tenemos un papel en ella. ¿Cuál será el tuyo?