El miedo, esa emoción primitiva que usas cuando te asomas al fondo oscuro del armario, o cuando te das cuenta de que olvidaste llevar el paraguas en la temporada de lluvias, ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. ¿Quién no ha sentido esa punzada en el estómago antes de una entrevista de trabajo o un examen? Pero, ¿realmente entendemos el poderoso papel del miedo en nuestras vidas y en la sociedad? Esto último fue el núcleo del reciente VIII Foro de la Cultura, celebrado en el Espacio Fundación Telefónica en Madrid, donde pensadores como Robert Peckham y McKenzie Wark exploraron las múltiples capas de esta emoción que nos paraliza.

El miedo: más que una emoción

Aunque podría parecer que el miedo es simplemente una reacción a situaciones peligrosas, Peckham nos recordó que su influencia es mucho más profunda. Según el historiador cultural, “los miedos se han reconfigurado históricamente”. En otras palabras, no solo tememos lo que vemos, sino también lo que no comprendemos. Si retrocedemos a épocas de guerra, pandemia o crisis económica, nos daremos cuenta de que nuestros miedos han evolucionado. Hoy, el miedo a perder el trabajo coexiste con el miedo a ser vistos como “fuera de onda” debido a la tecnología. ¿Es este último un miedo más válido o solo una mera moda pasajera?

Peckham plantea que, a través del tiempo, los éxitos humanos han sido resultados de nuestra capacidad para enfrentar esos miedos. Recuerdo haber enfrentado mi propio miedo cuando decidí asistir a un evento de networking por primera vez. Casi se me salen las palpitaciones al entrar, pero fui recibido con sonrisas y palabras amables. Desde entonces, cada vez que siento ese terror paralizante, recuerdo que al otro lado de la puerta hay oportunidades.

La tecnología: amiga o enemiga?

La conversación se tornó más intrigante cuando llegó al punto crucial: la influencia de la tecnología en nuestra percepción del miedo. McKenzie Wark, ensayista australiana y activista trans, disparó rápidamente al corazón de la cuestión. Ella describe nuestros teléfonos móviles como “el gran arquitecto del miedo moderno” y señala que estos dispositivos están diseñados para captar nuestra atención y sembrar pánico. ¡Vaya revelación! No, tu smartphone no es solo un objeto brillante; es también un proyector de ansiedades.

¿Alguna vez has pasado horas desplazándote por tus redes sociales, sintiendo que el mundo se desmorona mientras ves publicaciones sobre conflictos globales, cambios climáticos desastrosos o la última tendencia de TikTok que parecen burlarse del sentido común? La sobrecarga de información tiene un impacto directo en cómo nos sentimos y, en muchos casos, amplifica nuestro miedo.

Imagina a tu “yo” de hace diez años, feliz y despreocupado, compartiendo risas con amigos alrededor de un café. Ahora, ese mismo “yo” escanea cada notificación con una mezcla de curiosidad y ansiedad. Es un cambio sutil, pero que se siente como un gran salto hacia un abismo desconocido.

Temores y polarización social

La agenda del foro no se detuvo ahí. Heinz Bude, uno de los sociólogos más influyentes del panorama contemporáneo, abordó cómo el miedo también se ha utilizado como herramienta de dominación política. A partir de su libro La sociedad del miedo, Bude explicó que el temor puede ser paralizante e incluso llevar a la indiferencia frente a las injusticias del mundo. Sin embargo, aquí es donde la conversación se vuelve tensa y caliente como una olla a presión.

¿Te has preguntado alguna vez cómo el miedo engendra odio? Bude, con gran elocuencia, lanzó una afirmación provocativa: “Con el miedo tienes una relación pasiva con el mundo, no activa”. Esto me hizo reflexionar sobre cómo, al sentir miedo, podemos aislarnos y perder la sensibilidad hacia lo que nos rodea. En mi experiencia, cuando miedo y odio se entrelazan, la deshumanización de “el otro” se convierte en un fenómeno alarmante. Recuerdo una noticia que me impactó profundamente: un grupo de personas reunió su odio basado en información tergiversada para atacar a una comunidad vulnerable. Eso es un claro ejemplo del resultado de un miedo mal dirigido.

¿No es irónico que el miedo que deberíamos sentir hacia una situación real se desplace hacia el odio por aquellos que consideramos diferentes? En este sentido, palabras de Bude resuenan en mi cabeza como un eco: “Es peligroso cuando alguien te dice ‘sígueme y te libraré de tu miedo’”. ¿Qué líderes nos prometen exactamente eso hoy en día?

Miedo y culpa: una delgada línea

La conversación se tornó más matizada cuando Peckham abordó la línea delgada entre el miedo y la culpa hacia el grupo. Esta revelación fue como un rayo de luz que iluminaba un sendero previamente oscuro. Al parecer, mientras el miedo se convierte en una forma de control, la culpa añade otra capa de complicación, que podría llevar a un ciclo vicioso de comportamiento absurdo. En este punto, todos los presentes en el foro se miraron entre sí, como si hubiesen encontrado una respuesta clave para un rompecabezas multidimensional.

En este contexto, me pregunto: ¿podemos hablar del miedo a perder nuestra identidad en un mundo que cambia a un ritmo trepidante? ¿Cuántas veces nos hemos sentido obligados a actuar de cierta manera o a creer en algo por miedo a ser expulsados de nuestros círculos sociales? La lucha interna es real.

El caos y la búsqueda de respuestas

Al final del foro, Heinz Bude soltó una frase que queda por sí sola: “Es un caos, ¿no?”. La verdad es que, en medio de tanta información, palabras y opiniones, puede que cada uno de nosotros se sienta un poco abrumado. Al final, tal vez el verdadero valor de estos encuentros radique en hacernos preguntas más que en proporcionarnos respuestas definitivas. Pero, aunque parezca caótico, hay un cierto consuelo en saber que no estamos solos en este viaje.

Los diálogos, aunque abrumadores en su complejidad, nos ofrecen la oportunidad de confrontar nuestros propios miedos. Entonces, ¿qué vamos a hacer con todo esto? ¿Permitiremos que el miedo nos paralice, o encontraremos la manera de transformarlo en esa chispa que nos empuja hacia el cambio? Permíteme sugerir que, aunque el camino puede ser tortuoso, cada pequeño paso hacia la superación de nuestros miedos es un paso hacia un futuro más claro.

Reflexiones finales

Asistir al VIII Foro de la Cultura fue una experiencia reveladora. Nos encontramos en la intersección de pensamientos profundos y emociones crudas, y cada ponente trajo consigo una forma única de ver el miedo. Se trató de una jornada cocida a fuego lento, donde la filosofía, la sociología y las experiencias personales se entrelazaron para ofrecer un banquete de ideas.

Mientras salía del evento, una pregunta resonaba en mi cabeza: ¿Cómo puedo utilizar mi propio miedo para empoderarme? Recuerdo la primera vez que hablé en público; estaba aterrorizado, pero una vez que crucé la frontera de ese miedo, la libertad que sentí fue indescriptible. Quizás ese es el verdadero reto que todos enfrentamos: encontrar maneras de transformar nuestro miedo en acción, en creatividad y, sobre todo, en conexión con otros.

Así que la próxima vez que sientas el miedo aflorar, recuerda que tienes toda una comunidad que también lidia con esos monstruos internos. Después de todo, ¡somos más que nuestros temores! Bienvenido al mundo de los valientes.