A menudo se ha dicho que la muerte es un tabú en nuestra sociedad occidental, un tema que muchos evitan como la peste. Pero, ¿qué pasaría si tratáramos de entenderla mejor? ¿Qué sucedería si en lugar de esconderla bajo la alfombra, le diéramos un paseo por el parque? En este artículo, abordaremos cómo otros han decidido descifrar el enigma de la muerte. Tomamos como referencia el trabajo de Hayley Campbell, periodista británica que decidió explorar el lado oculto de la muerte en su libro Todos los vivos y los muertos. Desde profesionales que trabajan en el sector funerario hasta historias personales que nos tocarán el corazón.
explorar la muerte desde una perspectiva diferente
No sé ustedes, pero siempre he tenido una especie de curiosidad «sana» sobre la muerte. Recuerdo cuando era niño y pasaba mucho tiempo en casa de mi abuela. Ella cuidaba de una anciana que vivía cerca y solía contarme historias sobre su vida. No era infrecuente que hablara de su muerte, casi como si la vida y la muerte fueran dos piezas de un rompecabezas que encajaban perfectamente. Sin embargo, conforme crecemos, la vida suele volverse más compleja, y el miedo a la muerte puede convertirse en un tema tabú. Campbell, por su parte, parece tener un enfoque distinto. Ella menciona cómo su interés surgió desde su infancia, influenciada por un padre que dibujaba cadáveres para cómics y la pérdida de una amiga.
la fascinación que nace del dolor
La forma en la que abordamos la muerte en el entorno occidental puede ser, a veces, desconcertante. Hayley cuenta que al perder a su amiga de la infancia, las preguntas sobre la muerte fueron puestas de lado. “No se supone que deberíamos hablar de ello”, parece ser el clamor de una sociedad que entiende la muerte como algo sucio o aterrador. Sin embargo, Campbell se da cuenta de que esta negación hacia la muerte no nos favorece en absoluto; más bien, puede hacernos más daño de lo que creemos.
A medida que profundiza en la relación de la sociedad con la muerte, se pregunta: «¿Por qué no hablamos de ello?» Y es que, sorprendentemente, muchas personas tienen historias que contar. Este fue el caso de hombres ancianos que llamaban a programas de radio para hablar sobre la pérdida de un bebé que habían llorado durante años. No se trata solo del acto de morir, sino del profundo dolor que conlleva la pérdida y el deseo de procesarlo.
el primer encuentro con la muerte
Uno de los momentos más impactantes que Campbell menciona en su exploración fue cuando ayudó a vestir el cuerpo de un hombre para su funeral. Para muchos, ver un cuerpo sin vida puede ser un evento aterrador, pero ella lo describe como una experiencia profundamente humana — «Fue como: ¿ya está? ¿Es esto?» Tras experimentar la crudeza de la muerte, se dio cuenta de que hacemos mucho por esconder esta realidad. Pero en el mismo momento en que tocó esa mano fría, la muerte se tornó en algo más cotidiano, menos terrorífico.
Su experiencia refleja una verdad común; la muerte es, en esencia, parte de la vida. Cuando cuidó de ese hombre, no solo experimentó un acto de despedida, sino que también tuvo lo que ella describió como un «acto religioso». En ese momento, entendió que la muerte puede ser un cierre y un homenaje a la vida. Reflexionando sobre ello, me pregunto: ¿cuántas veces nos hemos perdido la oportunidad de honrar a nuestros seres queridos de una manera personal y significativa?
las autopsias y el duelo
Una de las facetas más perturbadoras de la muerte es cómo se trata a los niños en esta experiencia. Campbell tuvo que enfrentar esta realidad al asistir a una autopsia pediátrica. Al describir el momento en que tuvo que ayudar a vestir el cuerpo de un bebé, la tristeza que emana de su relato es casi palpable. “La enormidad de aquello me embistió,” dice con un tono que mezcla compasión y dolor. Escucharla es entender que la muerte de un niño es una de las pérdidas más difíciles de sobrellevar y, a menudo, la sociedad prefiere ignorarla.
Este tabú, como ya hemos visto, tiene un impacto significativo en aquellos que han perdido un hijo. Los padres que sufren esta pérdida a menudo se sienten solos y silenciados, atrapados en un dolor que no pueden compartir, y la sociedad parece negarse a permitirles hablar de ello. En su viaje, Campbell también tuvo la oportunidad de conocer a comadronas del duelo que, aunque poco conocidas, desempeñan un papel fundamental en acompaña a los padres en estos momentos de tristeza indescriptible.
el papel de las comadronas del duelo
¿Sabías que existen comadronas especializadas en la atención de bebés que no sobrevivirán? Campbell las describe como figuras casi místicas, dedicadas a ayudar a los padres en el acto más cruel que puede ocurrir: perder a un hijo. La labor de estas mujeres es, sin duda, otro aspecto oculto de la muerte que la sociedad prefiere ignorar. Pocas personas están al tanto de su existencia; es un trabajo que se mantiene al margen, que no hace ruido y que a menudo pasa desapercibido.
Estas comadronas están educadas para apoyar a las familias y brindarles el consuelo que necesitan en este momento extremadamente doloroso. ¡Imagina tener que dar la noticia a unos padres que están esperando lo que debería ser el mejor momento de sus vidas! Esa capacidad de hacer algo hermoso en un momento tan desgarrador es admirable.
En su interacción con estas mujeres, Campbell se da cuenta de cómo su papel trasciende la simple función de comadronas; son, en esencia, guardianas de las emociones. La valentía que debe tener una comadrona del duelo es extraordinaria. Se deben construir puentes de empatía con aquellos que están sufriendo y, a menudo, esos puentes se arruinan por el miedo que siente la sociedad hacia la muerte.
el tabu de los trabajos ocultos
Cuando Campbell habla de los trabajos relacionados con la muerte, como embalsamadores, directores de funerarias y otros, es claro que existe un tabú en torno a sus ocupaciones. Muchos se sienten «invisibles,» como si su labor no tuviera valor social fuera de esas dos semanas de duelo en las que las familias los necesitarán. “La mayoría no se siente vistos”, dice, y con esto trae un importante dilema sobre nuestra comprensión de la muerte y lo que significa ayudar a quienes quedan atrás.
Esta «invisibilidad» lleva a que muchas veces estos trabajadores oculten su verdadero empleo. Campbell cuenta la historia de un embalsamador que se presentaba como profesor, con la esperanza de desviar la atención de su “verdadero” trabajo. ¿No es irónico que en un país en el que todo el mundo muere, haya tanto miedo de hablar sobre la muerte y los que se ocupan de ella?
Este hecho resulta trágico, porque muchos de estos trabajadores hacen un esfuerzo enorme para ayudar a otros en sus momentos de mayor vulnerabilidad. Como bien dice Campbell, su labor no es tan solo con los muertos, sino, de alguna manera, es sobre los vivos.
repensar la muerte
La famosa frase “la muerte es una parte de la vida” puede sonar a cliché, pero a menudo se olvida en la vida diaria. Como sociedad, nos hemos desconectado de la muerte, pero ¿por qué? Este es un asunto que deberíamos abordar. El miedo a hablar de estos temas no hace más que perpetuar el aislamiento y la soledad de aquellos que sufren. Por eso el trabajo de Campbell es esencial; su libro no solo busca visibilizar esta realidad, también intenta abrir un diálogo.
Hablar de la muerte puede ser enriquecedor. ¿Has pensado en cómo te gustaría que te recordaran? Forestales o cremaciones, servicios funerarios elaborados o simples, es posible que nunca sepas realmente cómo te gustaría ser tratado después de pasar a ‘mejor vida’. En mi caso, he empezado a pensar en una opción de cremación acuática. ¡Eso sí que es innovador! En lugar del tradicional “hasta nunca”, ¿por qué no un “hasta luego?” en el agua. El meollo de suena fascinante y respetuoso con el medio ambiente.
la nueva cara de la muerte
La realidad está cambiando. Las personas están comenzando a hablar de la muerte, a hablar sobre sus preferencias y a buscar maneras más personalizadas de manejar el deceso. Un enfoque menos estandarizado y más humano. Quizás es la forma en que podemos enfrentar nuestra vulnerabilidad y la de nuestros seres queridos, dándole a la muerte un lugar en nuestras vidas.
En conclusión, el viaje de Hayley Campbell hacia el corazón de la muerte nos ofrece una reflexión profunda sobre nuestra relación con ella. Nos invita a replantear cómo la percibimos y la tratamos. En lugar de un tema que debe ser escondido, deberíamos celebrarlo, honrarlo y, sí, incluso reírnos de nuestros miedos.
La muerte no es el fin, sino una parte importante de la vida que merece ser explorada con la misma apertura y amor que se da a la vida misma. Así que, la próxima vez que te encuentres con el tema de la muerte, ¿quizás podrías dejar de lado el miedo y buscar la conexión, la empatía y la verdad con la sonrisa más honesta en el rostro? Al final del día, todos lo haremos, y si podemos hablar de ello un poco más, quizás esto haga el viaje mucho más fácil para todos.