Cuando la vida nos obliga a permanecer en casa, a veces el entretenimiento se convierte en un refugio. El hoyo, una película que llegó a Netflix antes de la pandemia, se convirtió en un inesperado fenómeno. A medida que la gente buscaba distracciones en medio del confinamiento, el film de Galder Gaztelu-Urrutia se volvió un tema de conversación casi obligatorio. Ahora, con su continuación, El hoyo 2, estrenada el 4 de octubre, estamos aquí para desentrañar los secretos de esta emocionante secuela, que no solo sigue explorando temas de desigualdad social, sino que también se adentra en la complejidad del proceso de su producción.
Un viaje en el tiempo: la historia de «El hoyo»
Antes de sumergirnos en el análisis de El hoyo 2, permitidme que comparta una experiencia personal. Recuerdo la primera vez que vi El hoyo. Me encontraba en mi sofá, como muchos otros en ese momento, con una palomita en una mano y un gato en la otra (nunca puede faltar en una noche de cine, ¿verdad?). Al principio, pensé que iba a ser otra película más, pero a medida que avanzaba, me sorprendí, riéndome y gritando al mismo tiempo. Así es el poder de una buena historia que golpea directamente a la realidad, y eso es lo que hizo El hoyo.
La trama gira en torno a una estructura vertiginosa donde los niveles de los personajes representan diferentes estratos sociales. Imagina un ascensor que baja y sube, entregando comida a los de arriba (quienes siempre tienen suficiente) mientras los de abajo luchan por sobrevivir. Y, por supuesto, está esa pregunta que resuena: ¿Cuánto de esto es un reflejo de nuestra sociedad actual? La película es más que una ficción; es un espejo que nos muestra la dura realidad de la desigualdad.
La llegada de «El hoyo 2»
Pasaron cuatro largos años desde el primer filme, y la espera fue casi insoportable. La producción de la secuela, ahora con un presupuesto más elevado, prometía aumentar la espectacularidad. Pero, ¿realmente puede una secuela superar a su predecesora? La respuesta es un rotundo… depende.
En El hoyo 2, seguimos las desventuras de Milena Smit y Hovic Keuchkerian, quienes se encuentran atrapados en la misma atmósfera de horror y desesperación que hizo que muchos se quedaran boquiabiertos en la primera entrega. La película se desenvuelve con un enfoque nuevo, ajustando su narrativa mientras mantiene ese cuerpo trascendental que tanto nos cautivó.
La escenografía: ¿realidad o ficción?
Uno de los elementos que intrigaron a muchos fue la construcción física de los niveles. Gaztelu-Urrutia reveló que, si bien algunas partes de la cinta fueron creadas con efectos visuales (porque, seamos honestos, no hay manera de construir un agujero infinito), los niveles reales se construyeron en el Bilbao Exhibition Center. Esto le dio una autenticidad a la producción que se siente a lo largo de la película. Cada vez que los personajes se desplazan, no sé ustedes, pero yo aún me preguntaba: ¿cómo rayos se filmó esa escena?
Y si te preguntas sobre la famosa plataforma que sube y baja para traer la comida, el director comparte que todo se basa en los diseños de plataformas de obras convencionales. ¡Quien lo diría! A veces, la simplicidad es la clave del éxito.
Las escenas más impactantes de «El hoyo 2»
Así que hablemos ahora de las escenas que hicieron que muchos se levantaran de sus asientos, y no solo por el sudor frío que les recorrió la espalda.
La dureza emocional de los personajes
Un momento clave de la película es muy recordado: el suicidio de Zamiatin. Aunque no hay mucha acción, la intensidad emocional logra un impacto que deja a los espectadores en un silencio reflexivo. Gaztelu-Urrutia describe esta escena como una de las más difíciles de filmar, tanto para los actores como para el equipo de producción. ¿Por qué es tan dura? Porque se centra en las relaciones humanas; se siente como un golpe al corazón justo cuando los personajes comienzan a conectar.
El sacrificio y la resistencia
El sacrificio de las protagonistas en la película es otro tema fundamental. Durante las 54 jornadas de rodaje, los actores experimentaron un desgaste emocional, y esto se traduce en sus actuaciones. El director comparte que la mezcla de efectos prácticos y digitales es crucial, pero lo verdaderamente valioso radica en las interpretaciones. Cada expresión cuenta, y en un espacio tan pequeño como un cuadrado de 9×6 metros, se siente el ambiente cargado de desesperación; algo así como estar atrapado en una habitación sin salida durante una tormenta.
A veces me pregunto, ¿cuántos de nosotros realmente hemos experimentado esa sensación de estar atrapados? La importancia de estas experiencias emocionales es vital, ya que refleja las luchas cotidianas a través de las que todos pasamos en algún momento.
La secuencia verde: ¿una revolución visual?
Entre las escenas más memorables está la llamada secuencia verde. Esta escena, marcada por una estética visual impresionante, me recordó a esas películas de ciencia ficción donde todo parece soñado e irreal. Para llevar a cabo esta secuencia, el equipo tuvo que planear con antelación, creando una serie de ilusiones visuales que desafían nuestra percepción. Fui testigo de lo impactante que puede ser el cine cuando se hace con ingenio y creatividad. Aunque al principio no sabía nada sobre la terminología detrás de la filmación, ahora, conocer términos como “kebab humano” y “txorongo” le da un nuevo sentido a cómo se convierte una visión en acción.
El director describe este proceso como un juego meticuloso, donde cada escena fue previamente dibujada. ¿No es emocionante pensar en la cantidad de esfuerzo que hay detrás de lo que vemos en la pantalla? Es como intentar armar un rompecabezas gigante, donde cada pieza finalmente se ajusta en un resultado final deslumbrante.
Reflexiones finales: «El hoyo 2» y su legado
A medida que exploramos El hoyo 2, no solo vemos una secuela, sino un continuum de preguntas sobre la humanidad, la desigualdad y la lucha por la supervivencia. El hecho de que esto resuene en la actualidad no es casualidad. A través de la metáfora del agujero, Gaztelu-Urrutia nos invita a mirar más allá de la superficie y reflexionar sobre nuestras propias realidades y decisiones.
Por último, sirva este artículo para recordarnos que, a veces, la ficción puede reflejar mejor nuestra condición humana que la propia realidad. ¿Te atreverías a mirar hacia abajo en el hoyo? A medida que observas, tal vez te des cuenta de que el agujero se extiende mucho más allá de la pantalla.
En fin, como suele decirse: «La vida es un hoyo», así que mejor sería que nos preparemos para lo que viene. Tal vez, después de todo, lo que realmente necesitamos es un poco de humor y un buen puñado de empatía.