La reciente decisión del Tribunal Superior de Justicia de Navarra de rebajar la pena de dos miembros de La Manada ha reavivado un debate que muchos pensábamos que ya habíamos cerrado. Sin embargo, como diría un buen amigo mío, «la historia siempre vuelve a repetirse, aunque a veces con un ligero toque de ironía». Así que, hoy nos encontramos en una encrucijada donde conceptos como la justicia, la igualdad y los derechos de las mujeres no solo son palabras de moda, sino realidades que necesitamos reconsiderar y reforzar.
Vamos a dar un vistazo a los eventos recientes y su impacto no solo a nivel legal, sino también social. Así que agárrate fuerte porque esto va para largo. ¿Listo para la montaña rusa de la justicia española? ¡Comencemos!
Contexto: La Manada y la ley del «solo sí es sí»
Para empezar, hagamos un breve resumen de la situación. La Manada, un grupo de cinco hombres condenados por la violación grupal de una mujer en los Sanfermines de 2016, había sido sentenciado a 15 años de prisión. Sin embargo, tras la aplicación de la nueva ley del «solo sí es sí», que redefine las circunstancias de consentimiento, sus penas se redujeron. El que antes era un escándalo judicial ahora se convierte, a ojos de algunos, en un irónico juego de escalas judiciales. Y aquí me pregunto: ¿cuánta justicia hay realmente en esta sentencia?
La presidenta del Gobierno foral, María Chivite, ha tomado cartas en el asunto, anunciando la intención de apelar la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Navarra. Pero antes de avanzar, recordemos que estamos hablando de una ley que busca proteger a las víctimas, y aquí parece que, de nuevo, la víctima está siendo olvidada en el proceso. ¿No es irónico?
La sentencia y las reacciones: ¿dónde estamos?
El anuncio de rebaja de penas ha encontrado un eco en la sociedad, generando no solo debate legal, sino también un torrente de emociones. La Audiencia de Navarra decidió que la pena de 15 años era “próxima o cercana” al mínimo legal, lo que implica que, al bajar la pena a 13 años, se está comenzando una nueva era judicial. Pero, ¿qué significa esto para las víctimas? La magistrada Esther Erice, quien fue galardonada con el Premio Berdinna 2025 por su lucha por la igualdad de género, expresó su preocupación sobre las «regresiones que ponen en riesgo la seguridad, la libertad y los derechos de las mujeres».
Honestamente, es difícil no sentir una punzada en el corazón mientras seguimos leyendo sobre cómo las leyes pueden ser interpretadas de formas tan… flexibles. Sin embargo, la batalla no termina aquí. Chivite ha declarado que la apelación se presenta no solo por una cuestión legal, sino porque representa a una sociedad que aún no ha logrado sancionar de manera justa la violencia de género.
La violencia de género en cifras: un problema persistente
No hay discusión de que la violencia de género es un problema sistemático en nuestra sociedad. Miriam Erice alude a la reducción en el número de mujeres asesinadas, aunque, paralelamente, también se ha observado un incremento en las denuncias. ¿No es esto un signo de esperanza? O, más bien, ¿una ironía de la vida? Por fin, las mujeres están rompiendo el silencio, pero ¿al final eso significa que la justicia les corresponde?
En su discurso, Erice pone de manifiesto que, aunque ha habido avances notables en las últimas décadas, hay todavía un largo camino por recorrer. Por ejemplo, los insultantes comentarios de algunos sectores de la sociedad que consideran que estas denuncias son sobre-reacciones o, peor aún, mentiras, nos recuerdan que en este teatro de la vida, muchos aún hacen el papel del villano.
La respuesta institucional: avanzar o retroceder
Ahora, el reto a futuro: ¿estamos realmente preparados para asumir el desafío de avanzar en materia de derechos sociales? Desde el Gobierno se han tomado medidas para proteger a las víctimas, pero la pregunta persiste: ¿son suficientes? La Coordinadora de Organizaciones de Mujeres y/o Feministas ha instado a que se deben reforzar los servicios de atención a víctimas. Claro, siempre estoy pensando en lo fácil que es criticar desde el sofá de casa, pero hay que ser justos: el trabajo de las instituciones a veces se ve opacado por casos como este.
Una vez más, Chivite ha reafirmado que Navarra se ha posicionado como pionera en derechos de igualdad, pero es crucial no caer en la complacencia. No podemos permitir que una ligera mejora en las condiciones sociales dé lugar a la inacción. Necesitamos compromiso, no solo en palabras sino también en hechos. ¿Quién se atreve a ser parte del cambio?
Reflexionando sobre la justicia y la igualdad
Con una historia y un trasfondo tan pesado, es fácil perder la perspectiva. Entonces, mientras nos sumergimos en las estadísticas y las decisiones judiciales, debemos recordar que al final del día, estamos hablando de personas. Personas que han sido víctimas, personas que aprenden a luchar por sus derechos, y personas que están cansadas de esperar por cambios.
Y entonces llegamos a la pregunta del millón: ¿cuánto tiempo más necesitaremos para que nuestras instituciones de justicia realmente reflejen una sociedad igualitaria? Estoy convencido de que el camino hacia la igualdad de género no debe ser un viaje solitario. Podemos hacerlo juntos, pero primero, debemos empezar por escuchar a las voces de aquellos que han estado en la trinchera durante tanto tiempo.
En conclusión: el camino hacia adelante
Mientras nuestros tribunales navegan por estas aguas turbias, la sociedad también debe hacer su parte. La ley del «solo sí es sí» fue creada con la intención de dar voz a quienes han sido silenciados durante demasiado tiempo. Pero ahora, más que nunca, es crucial no perder de vista el objetivo: erradicar la violencia de género y garantizar que tales decisiones judiciales no se repitan en el futuro.
Así que, queridos lectores, mientras seguimos el hilo de esta historia, les invito a ser proactivos, a estar presentes y, sobre todo, a no ignorar la importancia de este diálogo. La justicia es un campo de batalla, pero, como dicen, siempre hay esperanza, incluso en los días más oscuros. Aunque a veces pienso que la esperanza necesita un café bien fuerte.
Recordemos que el objetivo de una sociedad es mejorar para todos, y que cada uno de nosotros tiene el poder de ser parte de ese cambio. La lucha sigue y, sin importar el resultado, no podemos rendirnos. ¡Sigamos en la brecha, siempre hacia adelante!