Cuando hablamos del Festival de San Sebastián, es como abrir una caja de sorpresas. Cada año, desde su creación en 1953, el Zinemaldia se convierte en una lotería de talentos, críticas y, por supuesto, premios. Si bien es un hecho conocido que el jurado a menudo se aleja de las expectativas de la prensa (¿alguna vez has esperado que tu ex te llame el día de tu cumpleaños?), la edición de este año sorprendió a propios y extraños al alzar la Concha de Oro hacia un nombre que ha sido tema de debate casi tanto como los afamados encuentros cinematográficos: Albert Serra.

La controversia rodea a «Tardes de soledad»

La obra de Serra, un contundente documental sobre la tauromaquia titulado Tardes de soledad, se convirtió en el centro de la polémica. Días antes del festival, la Sociedad Protectora de Animales (PACMA) pedía que se retirara de la competición. Sin embargo, la película salió a flote, rompiendo el festival en dos: por un lado, la fascinación de la tauromaquia y, por otro, la barbarie que esta implica. Es un tema espinoso, y cuando veo el documental, me pregunto: ¿realmente somos capaces de juzgar el arte sin dejar que nuestras emociones lo nublen?

Al no mostrar juicio sobre lo que filma, Serra enmarca una crítica en su relato: el absurdo de un espectáculo que fascina y repugna a partes iguales. Su cámara, situada a ras de arena, no deja escapatoria; estamos ahí, rodeados de la brutalidad, y nos toca cuestionarnos: ¿es esto arte o simple morbo?

La presidenta del jurado, Jaione Camborda, subrayó el «poder artístico» de la película. Al escucharla, pensé en lo lejos que podemos llegar en nuestras percepciones sobre el arte. Ella mencionó que la obra invita al espectador a reflexionar sobre temas como el miedo y la masculinidad. Pero, amigos, nadie dijo que el arte tuviera que ser cómodo. A veces, se trata de incomodarse un poco, como cuando te sientas en una butaca muy dura durante dos horas.

Nuevas voces del cine español

El jurado no se detuvo ahí: el premio a la mejor dirección se otorgó ex aequo a dos debutantes: Laura Carreira y Pedro Martín-Calero. La primera hizo su entrada triunfal con On Falling, una representación desgarradora de la precariedad laboral que resulta más inquietante que ver a tu amigo práctico hacer malabares frente a un grupo de niños. La película toca temas de explotación laboral que hasta hacen que los reclamos a tu jefe parezcan meros paseos por el parque.

Por su parte, El llanto, de Martín-Calero, se adentra en los dominios del terror, revolucionando el género en España. En este filme, no solo hay horror; también se denuncian temas de violencia machista, lo que lo convierte en una obra de doble filo. Como él mismo señaló, hay una sociedad entera que comparte la responsabilidad de la falta de creencia hacia las víctimas. Te pregunto: ¿no deberíamos sentirnos responsables también?

La dulce repercusión del cine español

No podemos negar que el festival destacó un importante regreso del cine español en este año. El palmarés, que parece diseñado para hacer que nuestros corazones latan con fuerza de orgullo, incluyó tres películas españolas entre los galardones. Justo antes del festival, Pedro Almodóvar recibió el León de Oro en Venecia, lo que sirvió de calientabocas para lo que estaba por venir. Pareciera que el cine español se encuentra en un momento especialmente dulce, como un buen dulce de leche en medio del calor.

La emoción de Patricia López Arnáiz

Una de las historias conmovedoras del festival fue la de Patricia López Arnáiz, que ganó el premio a la mejor interpretación por su papel en Los destellos. No puedo dejar de imaginar el momento en que subió al escenario: el sudor corriendo por su sien, las palpitaciones por los nervios y, de repente, el amor y el llanto brotando de su corazón. «Se lo dedico a la directora,» dijo entre lágrimas. Y es, por supuesto, un homenaje a todas esas mujeres que sostienen el cine, pero también es un recordatorio de que detrás de cada gran actuación hay un gran equipo.

De la resurrección de Pamela Anderson al éxito de C. Tangana

Además, el festival nos regaló un inesperado homenaje a Pamela Anderson en The Last Showgirl de Gia Coppola. La ex estrella de cine para adultos mostró su versatilidad y profundidad en este filme, lo cual me hace reflexionar: a veces, la vida nos ofrece segundas oportunidades y, si nos soltamos, podemos sorprendernos de lo que somos capaces.

Y, cómo no, tenemos la mención especial para C. Tangana, quien debutó en la categoría de Nuevos Directores con La guitarra flamenca de Yerai Cortés. Este documental nos mostró otro lado del artista y del flamenco, un homenaje a nuestras raíces y a nuestro duende, y nos deja con la pregunta: ¿realmente hay un lugar en el cine para los músicos que se atreven a contar su historia?

Premios inesperados y descubrimientos

Sin embargo, no todo fueron grandes nombres y consagrados. La inclusión de Cuando cae el otoño de François Ozon entre los premiados fue una de las sorpresas del palmarés. No obstante, sus premios vinieron con un toque de ironía: mientras el actor Pierre Lottin celebraba la mención a la mejor interpretación de reparto, también lanzaba un dardo a Macron, lo que nos hace preguntarnos: ¿la política se ha convertido en una competidora en el ámbito del arte?

A la par, el premio a la mejor fotografía se lo llevó Bound in heaven, demostrando que el cine también puede ser una celebración visual. En este sentido, hay algo orgánico y poético en el reconocimiento a películas que se toman en serio los aspectos técnicos. La cinematografía es tanto un arte como el guion o la actuación, y, si me permites un pequeño desliz de humor, en ocasiones más difícil de lograr que encontrar ese par de calcetines que desapareció en la lavadora.

Reflexiones finales sobre el Zinemaldia

El Festival de San Sebastián no solo es un escaparate de películas; es un espejo de nuestra sociedad, de nuestras luchas y alegrías. La excusa perfecta para congregar un arcoíris de emociones y reflexiones sobre la vida. Con cada galardón, con cada risa en el auditorio, nos enfrentamos a preguntas sobre qué es lo que realmente valoramos como sociedad.

Así que, después de este festival cargado de emociones y sorpresas, no me queda más que preguntarte, querido lector: ¿qué película te ha dejado sin aliento este año? ¡El cine es un viaje donde todos somos protagonistas, y el Zinemaldia nos brinda el mapa para explorar! ¡Hasta el próximo año!