¿Alguna vez te has encontrado en esa montaña rusa emocional que es un cuelgue amoroso? Esa sensación indescriptible que puede surgir en un instante. Bien, hoy vamos a desmenuzar este fenómeno y a explorar por qué nos sentimos atraídos por estas ilusiones, especialmente en la era de las redes sociales y el amor digital.
¿Qué es un cuelgue amoroso?
La Real Academia Española describe un cuelgue como el “estado de enajenación producido por una droga o por otras causas”. Aunque en nuestra juventud podríamos haberlo asociado a una noche de fiesta con amigos y un par de copas de más, el amor tiene la habilidad de llevarnos a ese mismo estado de euforia. Especialmente cuando hay un romance no correspondido, una atracciónplatónica, o lo que algunos podrían llamar un crush.
El tema no es nuevo, pero la psicóloga Lucia O’Sullivan, de la Universidad de New Brunswick, nos señala que este fenómeno no es exclusivo de los adolescentes. Según ella, los adultos también experimentan estos cuelgues, basados en un anhelo insatisfecho y, a veces, en una búsqueda de gratificación personal.
De infatuación a obsesión
La infatuación puede parecer inofensiva al principio. Después de todo, muchos de nosotros hemos pasado por esa situación en que nos enamoramos de alguien que ni siquiera nos conoce. La doctora Clara García Gorro, experta en neurociencia, nos advierte que este tipo de amor pasajero puede convertirse rápidamente en una idealización, lo que dificulta la conexión real. ¿Te suena familiar? Ese momento en que miras a alguien y empiezas a imaginar una vida juntos: paseos por el parque, cenas románticas, hasta el perro que adoptarían. Sin embargo, a menudo, la realidad puede resultar bastante decepcionante.
El poder de la dopamina: ¿la droga del amor?
Si has sentido mariposas en el estómago al ver a esa persona especial, no estás solo. La neurociencia detrás de estos sentimientos se basa en la dopamina, un neurotransmisor responsable de esa sensación de placer y recompensa. Según la neurocientífica Nicole Vignola, cuando buscamos conocer a alguien que nos atrae, nuestros niveles de dopamina aumentan. Este subidón emocional es, en esencia, lo que hace que un “cuelgue” sea tan emocionante.
¿Por qué preferimos el proceso a la meta?
Millones de personas se sumergen en un mundo de exploración digital, analizando cada publicación y cada historia de ese “crush” que les atrae. Es como un videojuego: lo divertido está en la misión, no en el destino final. Pero, ¿realmente nos gusta esa persona? ¿O es el juego de descubrir quién es? La jornada de búsqueda puede ser más emocionante que el propio final feliz. Ah, el amor moderno.
La categoría de los cuelgues: adolescentes vs. adultos
A medida que crecemos, nuestros cuelgues amorosos suelen cambiar en intensidad y forma. Los adolescentes, con su corteza prefrontal aún en desarrollo, actúan impulsivamente, sin pensar en las consecuencias. En cambio, nosotros, los adultos, exhibimos un aire de sofisticación… que a menudo se desmorona cuando aparece una nueva atracción.
Shanti Nelson, en un artículo en The Guardian, advirtió sobre la naturaleza esquiva de los cuelgues entre adultos. “La anatomía de un cuelgue en mediana edad se siente diferente”, dice. Empezamos a considerar aspectos más pragmáticos, como “¿Le gusta la música que escucho?” o “¿Es intolerante a la lactosa?”. ¡Ah, esos son los dilemas románticos a los que tememos enfrentar!
La montaña rusa de los sentimientos
Lo más irónico de todo esto es que, aunque podría parecer que los adultos somos más racionales, cuando el amor entra en juego, el cerebro no entiende de análisis. “Da igual cuántos libros hayas leído o cuánta terapia hayas hecho”, dice Tony Espigares, un coach de bienestar. Simplemente, cuando estamos enamorados, nuestros instintos primitivos toman el control.
La influencia de las redes sociales en nuestros cuelgues
Si pensabas que los cuelgues eran un fenómeno del pasado, ¡piénsalo de nuevo! Las redes sociales han reimaginado la forma en que flirteamos y nos enamoramos. El fenómeno del hashtag #delusionship en TikTok, que representa las ilusiones amorosas hacia personas sin una relación establecida, ha acumulado más de 20 millones de visitas. ¿Quién no se ha perdido en un mar de publicaciones, admirando desde la distancia a un crush virtual?
¿Escapismo o autoconocimiento?
La doctora Bondía Raga opina que estos momentos de ensueño pueden ser una vía de escape entretenida y emocionante, siempre que uno mantenga el control. La clave, señala, es preguntarnos si estamos utilizando estos cuelgues para evitar emociones incómodas en nuestras vidas.
¡Cuidado con la idealización!
Cuando seguimos a alguien en línea, generalmente vemos solo una versión filtrada de su vida. ¿Y si ese crush es un mito creado por nosotros mismos? Nuestra mente completa las lagunas y construye un castillo en el aire que pocas veces se corresponde con la realidad.
Reflexiones finales: el amor como un hackeo bioquímico
Al final del día, ser conscientes de cómo funcionamos emocional y fisiológicamente nos otorga un poder sin precedentes. Nos permite disfrutar de la magia del amor y los cuelgues sin quedarnos atrapados en la trampa habitual. El amor es hermoso, pero también es un hackeo bioquímico.
La lección aquí es simple: disfrutar del proceso y no obsesionarse por el destino. Así es como encontramos el equilibrio en un mundo lleno de citas digitales y cuelgues inesperados.
Así que, la próxima vez que sientas ese cosquilleo al ver un mensaje de tu crush o te encuentres dormitando en el sofá mientras analizas cada historia de Instagram, recuerda que no estás solo. Después de todo, el amor, con sus altibajos y emociones intensas, sigue siendo una de las experiencias más universales y humanas. Y quién sabe, quizás ese cuelgue termine resultando en algo real… o al menos en una buena anécdota para contar en fiestas.
¿Tienes algún cuelgue amoroso que quieras compartir? ¡Déjanos tus historias en los comentarios!