¿Te has encontrado alguna vez inmerso en una conversación en el café con amigos y, en un arrebato de pasión, has mencionado a alguno de estos escultores de la palabra como William S. Burroughs? Yo lo hice una vez, y el silencio que siguió fue tan abrumador que casi necesitaba una aspirina. La literatura beat, por su carga de sexo, drogas y contracultura, puede no ser el café más dulce del menú, pero ¿quién puede resistirse al sabor de la rebeldía? Hoy, nos adentramos en una interesante historia de amor que trata sobre la lucha de la identidad, la decadencia y el despertar sexual, todo ello bajo el prisma de la obra de uno de los escritores más influyentes de la generación beat.
Recientemente, el director Luca Guadagnino, conocido por su aclamada película Call Me By Your Name, ha decidio adentrarse en el difícil mundo de Burroughs con su última película, Queer. Y aunque no todos los intentos de llevar la obra de Burroughs a la pantalla han sido bien recibidos, este ambicioso proyecto promete ofrecernos una narrativa única sobre la soledad y la conexión—y sí, también un par de besos inesperados.
La locura de Burroughs y su reflejo en el cine
Hablemos de Burroughs por un momento. Este autor no era solo un escritor; era un icono de la subcultura, un hombre cuyas experiencias de vida superaron muchas de las locuras que se pueden leer en sus libros. Nació en 1914 en St. Louis, Missouri, y su vida estuvo marcada por la adopción de drogas, relaciones complicadas y una visión del mundo que oscilaba entre el surrealismo y el horror. Es fácil ver por qué su trabajo puede ser un desafío para los cineastas.
Si alguna vez has intentado leer Yonqui a las tres de la mañana, cuando la cafeína aún te recorre las venas, entenderás lo complicado que es abordar su estilo. La narrativa es como una montaña rusa montada por un conductor ebrio; siempre en zigzag, con muchos giros inesperados y, francamente, algunas caídas que te dejan con mentones y estómagos revueltos. Pero, por otro lado, ¿acaso no es eso lo que hace a su obra tan seductora?
La adaptación de Queer: un vistazo a lo que se cuece
En Queer, Daniel Craig nos presenta a un Lee envejecido y en crisis, que se mueve entre el desencanto y el deseo. Al igual que cuando intenta hacer malabares con tres bolas en el aire, solo para que todo se desmorone al primer movimiento en falso—lo que solo puedo presenciar desde la barrera con una mezcla de horror y fascinación. Sin embargo, lo interesante es que su personaje, un fugitivo cargado de adicciones, busca desesperadamente su lugar en un mundo que a menudo se siente en contra de él.
En su encuentro con Eugene Allerton (interpretado por Drew Starkey), el espectador se sumerge en una danza de exploración sexual, confusión y finalmente, aceptación. Mientras Eugene se encuentra lidiando con su propia ambigüedad, es casi como observar a un gato persiguiendo un láser: demasiado emocionado, pero al final, un poco perdido. El despertar de Eugene resulta mucho más que un simple guiño hacia la libertad sexual; es un viaje hacia la autenticidad en un mundo de etiquetas.
La soledad como motor de las relaciones
Una de las cosas que más me impactó sobre la relación entre Lee y Eugene es la sensación de soledad que impregna cada escena. Si alguna vez te has sentido completamente solo en medio de un grupo de amigos, quizás puedas identificarte con Lee, quien, aunque está rodeado de jóvenes atractivos y posibilidades, lucha con su propio vacío y desesperación. La soledad puede ser una experiencia universal, y Guadagnino lo capta con una habilidad impresionante.
Las conversaciones entre Lee y Eugene surgen de esa soledad, un lugar donde los dos intentan encontrar consuelo en sus respectivas crisis. Hay una escena particular en la que Lee, en un momento de vulnerabilidad, le dice a Eugene que «la vida es una búsqueda», y oh, cómo resonó esa frase en mi interior. Después de todo, la vida puede ser un viaje confuso, donde a veces sentimos que estamos en un tren que no encontramos ni en el mapa. ¿Te suena familiar?
La lucha por el poder en el amor
Es interesante observar cómo, a pesar de los avances en la aceptación de la diversidad sexual, aún sigue habiendo una lucha por el poder en las relaciones. Lee, un hombre que se ha enamorado de la juventud y la inexperiencia de Eugene, parece representar una versión distorsionada de ese típico «mujeriego» que se siente perdido en el tiempo.
Él encarna la perspectiva de que las relaciones románticas deben involucrar siempre un elemento de poder, algo que complica profundamente su conexión con Eugene. En un momento, incluso intenta pagar a Eugene por su compañía, un gesto que la mayoría de nosotros solo hemos visto en Los Soprano. En lugar de ser un acto romántico, se convierte en una especie de súplica peyorativa por atención. Este tipo de dinámicas no son exclusivas del mundo gay, pero es fascinante el modo en que Guadagnino explora esta faceta.
Un enfoque visual impresionante
A menudo, en las reseñas de arte, se habla de cómo ciertos directores tienen un “ojo” para los detalles. Y en cuanto a Guadagnino, la atención que presta a la cinematografía en Queer es digna de aplauso. Las imágenes de la Ciudad de México de los años cincuenta son vibrantes, proporcionando un contraste fascinante con la tormenta emocional que se desarrolla entre los personajes principales.
Desde el primer fotograma hasta el último, uno puede sumergirse en los colores, las luces, y por supuesto, la música que marca el ritmo de lo que vemos en la pantalla. La manera en que el director utiliza elementos visuales para expresar ideas profundas es admirable, y me hace preguntarme: ¿Cuántos de nosotros realmente prestamos atención a lo que hay detrás de la cámara?
Fallos y logros: Un equilibrio delicado
Sin embargo, no todo es perfecto en el universo de Queer. Aunque la interpretación de Craig es fascinante, hay momentos en los que el guion se siente algo forzado o confuso. Como un buen amigo siempre dice: «No todo lo que brilla es oro». Especialmente en los últimos 30 minutos, donde la trama se llena de referencias tan densas que incluso los más fieles seguidores de Burroughs pueden sentirse perdidos.
Quizás, esto no sea necesariamente un fracaso. Es posible que Guadagnino esté buscando que nos cuestionemos lo que consideramos como “normal” en el cine. El surrealismo extremo de las relaciones humanas es difícil de categorizar, y a veces, la incomodidad puede ofrecerse como un acto de valentía artística.
Reflexiones finales sobre Queer
Para aquellos que buscan una película comercial o un desenlace neatly tied-up, puede que Queer no sea la opción más viable. Sin embargo, si lo que deseas es una exploración profunda de la decadencia, la identidad y el amor en todas sus formas, esta película te ofrece un espejo en el que mirarte y oler tu propio alcohol de garrafón.
Así que, mientras reflexionamos sobre lo que nos ofrece el cine y cómo se ha desarrollado la representación de la sexualidad, recordemos que también necesitamos discutir estos temas con empatía y apertura. En un mundo que a menudo etiqueta y define, mejor tomemos la lección de Eugene y su respuesta: “Soy incorpóreo». Al final, todos estamos en un viaje donde puede que no queramos ser colocados en una caja.
Entonces, querido lector, al salir de la sala de cine, una pregunta puede resonar: ¿realmente somos capaces de amar sin la pesada carga de las expectativas sociales? Quizás esa sea, al final, la incógnita más poderosa que Queer nos deja.