En el corazón del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar se encuentra un emblemático, y no precisamente de una manera positiva, edificio conocido como el hotel Algarrobico. Este lugar se ha convertido en símbolo de la depredación inmobiliaria y refleja las contiendas políticas y las luchas legales que parecen no tener fin. A medida que el Gobierno español ha anunciado su intención de proceder con la demolición del hotel, me pregunto: ¿será esta la vez definitiva o estamos ante otro capítulo de una saga que nunca termina?
Un poco de historia
Para ponerlo en contexto, el hotel Algarrobico fue construido en 2003 por la empresa Azata del Sol en terrenos que, posteriormente, se declararon protegidos. Desde su construcción, ha enfrentado múltiples litigios y controversias. La primera de muchas decisiones judiciales llegó en 2008, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ordenó la nulidad de la licencia de obras, pero, sorprendentemente, el Ayuntamiento de Carboneras ha mantenido la posición de no cumplir con la orden. ¿Acaso piensan que si no lo pronuncian en voz alta, desaparecerá por arte de magia?
La notoriedad del hotel
Este hotel ha pasado de ser una promesa turística a convertirse en un punto de referencia lamentable para muchos. No es solo la construcción la que se ha convertido en una herida abierta en la costa andaluza, sino también el símbolo de un sistema que se mueve entre la burocracia y la corrupción. O, como decimos en mi familia, «esto es como intentar sacar a un gato de un árbol». Siempre parece que hay un nuevo obstáculo o una salida inesperada.
Un anuncio que resuena
Recientemente, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, anunció que se llevará a cabo la expropiación del terreno sobre el que se levanta el hotel, lo que generó expectativas. Montero ha usado términos potentes como “justicia ambiental” para marcar su compromiso con la demolición. Pero como yo siempre digo, las palabras son solo palabras, ¿no? El pasado nos enseña que incluso los anuncios más firmes pueden evaporarse más rápido que un café en una conversación animada.
Declaración de utilidad pública
La conversión de este terreno en «utilidad pública» presenta un cambio fundamental en la estrategia que se había seguido previamente. Montero ha prometido que, si el Ayuntamiento de Carboneras no colabora, el Gobierno buscará otras maneras de hacer efectiva la demolición. Sin embargo, uno se pregunta: ¿realmente podrán sortear los múltiples obstáculos legales y administrativos que ya han atormentado este proyecto durante más de una década?
El miedo a las ramificaciones legales
Es casi irónico que el mismo gobierno local que ha dificultado la demolición se base en el miedo a las demandas de Azata del Sol para justificar sus actos. El alcalde de Carboneras, de PSOE, ha defendido la construcción en parte por los beneficios económicos que supuestamente traerá. Es curioso cómo a veces nos olvidamos de que la naturaleza no solo es un recurso, sino que también tiene un valor que va más allá de lo económico.
Un proceso enredado: papeles y más papeles
La historia del hotel Algarrobico es un verdadero laberinto de documentos, decisiones judiciales y decisiones administrativas que se sienten más como un culebrón que como un proceso judicial. Si bien las intenciones del Gobierno parece que avanzan, hay un desfase de comunicación y estrategia con el Gobierno andaluz que podría prolongar esto. ¿Es este un ejemplo de que cuando dos partes intentan llevar a cabo una “joint venture” pública, a veces se olvidan de compartir los detalles?
Deslealtad política
Montero, al anuncio de la expropiación, ha hecho un movimiento que ha tomado por sorpresa a la Junta de Andalucía. La falta de consultación previa sugiere un intento por recuperar el favor de los votantes socialistas. ¡Es casi como si el juego de ajedrez político nunca terminara! En este punto, me veo recordando las ocasiones en que he alzado la voz en discusiones familiares, solo para darme cuenta de que, a veces, la mejor estrategia es escuchar primero.
La presión en el Ayuntamiento de Carboneras
Desde el Ayuntamiento parece que ha existido un juego de gato y ratón en la búsqueda del cumplimiento de las sentencias. Según el último acuerdo, se había promovido un contencioso administrativo y un incidente de ejecución al Ayuntamiento para que actuara y revocara la licencia. Pero su enfoque ha sido más evasivo que proactivo, lo que nos lleva inevitablemente a preguntarnos: ¿Hasta cuándo podrán mantenerse en esta cuerda floja?
La inestabilidad política local
Hablando de la inestabilidad, el Ayuntamiento de Carboneras ha sido un escenario de cambios políticos constantes, lo que no ayuda en la resolución del tema del Algarrobico. Desde un empate en concejales en las pasadas elecciones hasta mociones de censura, cualquier intento de avanzar se siente como un baño en un lago de hielo en invierno: perturbador y doloroso.
La táctica del Gobierno local
En sus intentos por salvar la cara, el gobierno del PSOE ideó un plan que giró en torno a una recalificación del suelo, haciendo parecer que el hotel jamás tendría problemas. Pero, como sabemos, la realidad es más difícil de evadir que un compromisos de fin de semana. Así que, ¿por qué no simplemente aceptar que la construcción del hotel fue un error?
¿El destino del Algarrobico está asegurado?
Ahora que el Gobierno ha prometido llevar a cabo la demolición, muchos se preguntan si habrá finalmente una resolución en esta crisis ambiental. La determinación de Montero podría ser bien recibida, pero el camino hacia la justicia es largo. Hacer una promesa es fácil; cumplirla es lo que más se complica. ¡Yo lo he aprendido de la manera dura cuando prometí nunca más comer pizza después de una cena excesiva!
¿Qué nos dice esto sobre el futuro de la legislación ambiental?
Lo que está pasando con el hotel Algarrobico no es solo una cuestión de un edificio. Es un espejo que refleja cómo surrealista sigue siendo la relación entre política, ecología y economía en nuestras sociedades modernas. ¿Estamos realmente comprometidos con la protección del medio ambiente o solo reaccionando a crisis cuando ya es demasiado tarde?
Conclusiones y reflexiones
En este intrincado enredo de intereses, políticas y decisiones judiciales, lo que está en juego es mucho más que el destino de un hotel. Hablamos de los valores que fundan nuestros futuro ambiental, social y económico.
A medida que avanzamos en este asunto, es esencial que no perdamos de vista la lección más amplia: la necesidad de tomar decisiones informadas, responsables y sensibles a los valores humanos y naturales que nos rodean. La historia del hotel Algarrobico es un recordatorio claro de que los errores del pasado pueden ser lecciones de futuro, siempre y cuando estemos dispuestos a aprender de ellas.
Así que, mientras varios actores siguen luchando entre sí, el Algarrobico permanece como un testimonio de las luchas humanas. La eliminación de este “monumento a la degradación ambiental” —como lo ha calificado Montero— podría ser el primer paso hacia un futuro más colaborativo y consciente del medio ambiente.
¡Y si no, siempre podemos mirar hacia otro lado, como lo han hecho muchos hasta ahora! ¿Acaso no estamos acostumbrados ya a hacer la vista gorda?