La política, ese maravilloso lío donde una decisión puede desatar una tempestad de descontento. Si has estado siguiendo las elecciones del Colegio de Médicos de Madrid (Icomem), sabrás que no es solo un asunto de batas blancas y estetoscopios, sino un auténtico drama al más puro estilo de “Succession”, pero con un poco más de fonendoscopios y un poco menos de riqueza cutánea. Te invito a acompañarme en este recorrido por la reciente saga que ha dejado a muchos con más preguntas que respuestas. ¿Qué ha pasado? ¿Quién tiene la razón? Y, sobre todo, ¿quién saldrá ganando en medio de este caos?

Contexto: un triunfo aplastante que se torna en derrota

Los resultados de las elecciones del Icomem fueron claros. Tomás Merina, el candidato apoyado por el sindicato médico mayoritario, Amyts, se llevó el triunfo de forma aplastante, con 4,475 votos frente a los 2,393 de su oponente Manuel Martínez-Sellés. Sin embargo, como en toda buena historia, lo que debería haber sido una celebración se convirtió rápidamente en un torbellino de impugnaciones y controversias. ¿No es irónico? ¡Hasta un triunfo puede parecer una derrota en el mundo de la política!

Un mes después de estas elecciones, la comisión dirigida por la actual directiva decidió que la candidatura de Merina había quedado invalidada por una razón que ha suscitado un sinfín de comentarios: estaba jubilado. Entonces, me pregunto, ¿qué significa estar “en ejercicio” de la profesión? ¿Deberíamos deshacernos de nuestros médicos jubilados porque en vez de jugar al golf, prefieren ser parte activa de la comunidad? La pregunta queda lanzada, como una jeringa justo antes de la inyección.

La balanza de la legalidad

La decisión de la Comisión Rectora fue vista por muchos como un incumplimiento de la voluntad popular. La situación desató protestas frente a la sede del Icomem, donde los seguidores de Merina exigieron que se respetara el resultado electoral. Con una pasión desmedida y un sentido del humor oscuro, el médico Merina se dirigió a la multitud: “¡Nunca pensé que obtendría más votos que una estrategia de marketing de una nueva píldora para la ansiedad!”. Y así, entre risas y gritos de apoyo, comenzó el juego del gato y el ratón.

Si crees que las elecciones son solo un trámite, piénsalo de nuevo. El drama del Icomem va mucho más allá de las papeletas y carteles. El mismo día que se conoció la anulación, Martínez-Sellés decidió no presentarse a la reelección “por una cuestión moral”. Es un poco como un jugador que tira la toalla después de perder una partida, ¿verdad?—Pero, ¿está realmente abandonando el terreno o simplemente preparándose para un nuevo juego?

La controversia a la vista del juez

Mientras tanto, las turbulencias no solo sacuden la sede del Icomem, sino que ya han alcanzado los tribunales de Madrid. El equipo de Merina ha presentado un recurso pidiendo que se congelen las decisiones hasta que se aclare si su candidatura fue anulada correctamente o no. Es como ver una partida de ajedrez donde las piezas parecen moverse solas sin que nadie las toque. ¿Qué pasará si el juez decide que todo esto es un lío monumental?

La situación es tan tensa que podríamos esperar un anexo a “El juego del calamar”, pero en versión sanitaria. La protagonista de esta segunda parte podría ser Ana Galán, una compromisaria que asistió a la protesta. Ella señala que la situación se tornó insostenible cuando la actual directiva apoyó al Gobierno en una huelga de atención primaria. Imagina la decepción de un médico que se ha dedicado a la salud de los demás, solo para sentirse traicionado por su propia directiva. A veces, lo que ocurre tras bambalinas es más dramático y revelador que lo que se ve en el escenario.

Intereses ocultos y batallas internas

Amigos, si algo hemos aprendido de la historia es que las rivalidades son eternas. Ángela Hernández, la secretaria general de Amyts, se refirió a la resistencia de Sellés a dejar su cargo de forma categórica: “Se aferran al Colegio como garrapatas”. Esa imagen, un tanto cómica y gráfica, resume bien las luchas de poder que a menudo ocurren en cualquier organización.

Pero la historia no termina aquí. En medio de los gritos de la manifestación, Merina se enfrentó a la actual vocal de la dirección, María Cordón, en una discusión que, según los rumores, incluyó un par de guiños de complicidad y quizás algún chiste sobre la falta de transparencia en el Icomem. Pero, ¿realmente se necesita saber todo? ¿Podemos ser felices con el conocimiento de que nuestro médico está un poco más preocupado por el estatus que por nuestra salud?

La polémica se ha centrado también en la conexión de Sellés con el secretario de la Comisión de Recursos que determinó la salida de Merina. Según algunos, parece más una novela de espionaje que una disputa sobre la presidencia de un colegio médico, pero este tipo de intriga se siente casi inevitable en un entorno donde los intereses internos pueden superar a los externos.

El dilema de la ética en la medicina

Parte de lo que está en juego aquí es una cuestión de ética. La ética en la medicina es un tema de discusión constante que debería ser tratado como un ingrediente esencial para cualquier profesional. Si los médicos no pueden confiar en su propio sistema, ¿quién lo hará?

La toma de decisiones que afecta a la medicina no debería depender de una lucha de poderes dentro de un colegio, pero muchos sienten que es exactamente eso lo que está ocurriendo. Imagina tener a un cirujano que, al hacer una intervención, se siente más preocupado por los rumores en su comunidad que por el éxito de su paciente.

¿Qué pasará ahora?

Como cualquier buen drama, la saga del Icomem no está cerrada. La incertidumbre de lo que se avecina hace que todos nos preguntemos: ¿quién realmente quiere lo mejor para los médicos y para la salud en Madrid? ¿Qué cambios se realizarán y cómo afectarán a quienes se encuentran en el terreno de batalla, es decir, aquellos que están luchando por asegurar que la atención médica en la región sea asequible y eficiente?

Al final, los verdaderos perdedores en esta intrincada trama son los pacientes, que se convierten en espectadores involuntarios de una pelea en la que, curiosamente, su bien estar parece haber pasado a un segundo plano. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿pueden los organismos internos encontrar la manera de priorizar la salud pública por encima de sus propios intereses?

Reflexiones finales

Si hay algo que deberíamos llevarnos de esta historia es que la democracia y la transparencia no son solo palabras que se lanzan en un mitin, sino principios que deben ser aplicados con sinceridad. Mientras haya luchas de poder y cuestionamientos sobre la ética en el corazón de instituciones que se suponen cuecen el futuro de nuestra salud, siempre habrá espacio para el diálogo y para que los profesionales de la medicina se levanten y se hagan escuchar.

Al final del día, todos queremos un sistema que funcione, médicos que estén comprometidos y un entorno donde la salud de la comunidad esté en el centro de todo. Y, en medio de las sombras de las batallas políticas, sigue habiendo un rayo de esperanza en el compromiso de los médicos por sus pacientes. ¿Es eso suficiente para seguir adelante? Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, es un buen momento para reflexionar sobre qué queremos del futuro de la medicina y de nuestra salud en Madrid. ¿Estás listo para exigir ese cambio?