El tañido de espadas y el choque de acero resuenan como notas de una sinfonía de otro tiempo. Imagina un grupo de personas, tan diversas como la propia historia, enfundadas en brillantes armaduras, combatiendo por la razón más trivial: diversión. Sí, amigos, hoy nos sumergimos en una de las aficiones más peculiares y emocionantes que están resurgiendo en nuestro moderno mundo: el combate medieval. Pero no es solo un deporte; es una experiencia que podría hacer que cualquier amante de la historia se ponga de pie y grite de emoción. ¿Listos para esta aventura armada?

Un vistazo a la sala Carranza

Bienvenidos a la Sala Carranza, un lugar que podría confundirse con un garaje cualquiera si no fuera por su esencia medieval palpable. Situada en el bullicioso barrio de Ciudad Lineal, en Madrid, este espacio es donde se permite que la historia cobre vida. Al abrir esas puertas, uno se imagina siendo un caballero o una dama de épocas pasadas, con el arte de la guerra como única metáfora de la vida misma.

A medida que avanzas por el pasillo, eres recibido por un espectacular espectáculo: armaduras espléndidas, viejas y nuevas, que descansan cuidadosamente en cajas. Se respira pasión y, quizás, un ligero aroma a acero y sudor. El ambiente es desenfadado, lleno de risas y bromas, donde la camaradería es tan importante como la habilidad con la espada.

La ilusión de convertirse en caballero

Aquí, los participantes no luchan por el honor de un reino o la gloria de las batallas pasadas. Luchan por hobby y, más importante aún, por pura diversión. Cada martes y jueves, hombres y mujeres de diferentes nacionalidades se unen para compartir su amor por las armas antiguas y la historia.

Yo tengo una anécdota divertida al respecto. Recuerdo mi primera clase de combate medieval; entré en la sala con una armadura que parecía diseñada para un golem en vez de un humano. No tardé en darme cuenta que el viejo dicho «no te juzgues por las apariencias» no aplica cuando llevas una capa de metal que fácilmente podría desviar cualquier par de ojos. Imagínate, intentando lucir feroz y terminar pareciendo más un robot descompuesto. Pero esa experiencia de ponerme la armadura y sentir el peso del acero fue transformadora.

Así que, es por esto que cada combatiente es guiado por Rodrigo González, conocido entre los suyos como Roro. Este maestro de armas no solo instruye a sus alumnos en la destreza del combate, sino que también se asegura de que la seguridad esté siempre en primer lugar. «¡No quiero imprudencias!», grita Roro mientras intenta contener su entusiasmo. Y aunque sus advertencias son serias, la broma latente en su voz provoca sonrisas todo el tiempo.

Más que un simple combate: una familia diversa

El combate medieval es mucho más que solo luchas de espadas. Es una comunidad vibrante, unida por intereses similares y cuerpos cubiertos de metal. En estas sesiones, los participantes descubren una variedad de historias y antecedentes que enriquecen la experiencia.

Borja, un treintañero tatuado que parece haber salido de una novela de aventuras nórdicas, comparte su travesía después de ser preguntado cómo llegó al combate medieval. Al igual que muchos otros, comenzó con artes marciales tradicionales antes de sucumbir a la atracción del acero y la historia. «Es más seguro que un golpe en el boxeo», afirma, con esa chispa de orgullo en sus ojos que solo un verdadero guerrero puede tener.

¿Lo sorprendente? La mayoría de los participantes son profesionales liberales, trabajadores y estudiantes que encuentran en este deporte un escape de la monotonía diaria. Al final del día, todos somos humanos; todos buscamos un poco de aventura. La lucha es solo una vía de escape, una forma de liberación.

La dura realidad de la armadura

El proceso de convertirse en un caballero profesional tiene un costo. Hablamos de un gasto promedio de 2,000 euros por armadura. Es casi como adquirir un ordenador de última generación, pero en lugar de facilidades digitales, te llevas una pieza de historia. Roro bromea sobre la posibilidad de alquilar armaduras, haciendo una analogía con las motos: «Esto es como decir: ‘Deseo montar una moto pero no tengo para una, ¿puedo pedirte una prestada?'»

El valor no solo reside en los materiales, sino también en la personalización. Cada armadura se ajusta a medida, fundamental en un deporte donde el confort y la seguridad son esenciales. Recordemos a Alberto, un participante que recibió su armadura hecha a medida de Ucrania. A más de dos metros de altura, la adquisición fue todo un viaje. «Prefiero no decir cuándo me costó», dice entre risas y nervios, «mis padres lo leen…» A veces, es mejor dejar a los adultos en la nube de la ignorancia, ¿no crees?

Las reglas de la competencia

En el mundo del combate medieval, las reglas son un tema serio. Antes de un torneo, cada competidor debe pasar por un minucioso proceso denominado «check de armas». Este procedimiento implica revisar la seguridad y la estética de la armadura. Después de todo, nadie quiere aparecer en un torneo con una apariencia que grite «orco». Todos quieren estar en su mejor momento, y eso incluye lucir como un caballero de la corte.

La armadura debe ser históricamente correcta. No puedes presentarte con unas Nike en el pie y esperar competir. «Las deportivas no dan el aspecto histórico correcto», explica Roro mientras se ríe de las imágenes que surgen ante sus ojos al imaginar competidores en calzado moderno. Pero, incluso aquí hay margen para la flexibilidad, podrían utilizarse materiales alternativos como el titanio, que, aunque brilla como una cacerola, reduce el peso considerablemente.

Una comunidad en crecimiento

El combate medieval ha crecido en popularidad no solo en España, sino en toda Europa. Saquen cuentas y hagan las comparaciones: ¡quién diría que algunos de nosotros, que pasamos noches de viernes pegados a una pantalla jugando videojuegos de fantasía, algún día estaríamos empuñando espadas en competiciones reales!

La fascinación por la fantasía medieval se nutre de grandes películas y series como «El Señor de los Anillos» o «Juego de Tronos», alentando a muchos a perseguir su pasión por el combate. Esto se ha traducido en un resurgimiento del interés por el arte de la lucha. Cada vez más personas buscan no solo el combate físico, sino el desarrollo personal y el aprendizaje de habilidades que parecen haber sido olvidadas por el tiempo.

Un espacio para todos

Este deporte, aunque competitivo, es inclusivo. Con un ambiente en el que se prioriza la diversión y el aprendizaje por encima de todo, se pueden encontrar en la sala Carranza personas de todas las edades y orígenes. Lo que une a esta comunidad no es solo el amor por el combate, sino también una búsqueda común de crecimiento personal y superación.

Finalmente, si alguna vez te topas con la oportunidad de probar una sesión de combate medieval, déjame decirte que lo hagas. Imagina la adrenalina corriendo por tus venas mientras enfrentas a tu oponente, la vibración del acero y el sonido de la armadura interactuando. La experiencia es un recordatorio de que cada día puede ser una nueva aventura, incluso en el siglo XXI.

Reflexiones finales

El mundo del combate medieval no es solo un regreso a una era de caballeros y batallas; es una celebración de la historia, la camaradería y la pasión por la lucha. Mientras nos reímos y disfrutamos de cada combate, recordamos que todos estamos aquí por la misma razón: para vivir el momento y disfrutar de la aventura que nos ofrece la vida. ¿Quién dijo que no podemos ser héroes por un par de horas a la semana?

Así que la próxima vez que escuches el sonido de espadas chocando en tu ciudad, no te apresures a pasar de largo. En su lugar, pregúntate: ¿podría ser mi oportunidad de convertirme en el héroe de mi propia historia?

¿Te animarías a levantarte y vivir esa experiencia? Al final, la vida es un viaje y cada uno de nosotros merece una espada y una armadura.