En un mundo donde la libertad de prensa es cada vez más un lujo, la historia de Alberto Amaro, un periodista de Tlaxcala, México, se convierte en un faro que ilumina las realidades desgarradoras de muchos comunicadores alrededor del globo. En este artículo, exploraremos su trayectoria, las amenazas que enfrentó por ejercer su derecho a informar, y cómo su vida cambió radicalmente, forzándolo a buscar refugio en Asturias. A través de su experiencia, entenderemos no solo la lucha por la libertad de expresión, sino también los riesgos que conlleva el compromiso con la verdad en una de las naciones más peligrosas para la prensa en el mundo. Así que, prepara tus palomitas (no literalmente, aunque no estaría mal), y vamos a sumergirnos en esta impactante historia.

Un sueño forjado en la adversidad

Alberto Amaro creció en un hogar periodístico; su abuelo y su padre ya habían recorrido los caminos complicados de la comunicación. Sin embargo, Beto, como cariñosamente lo llaman sus amigos, no imaginaba que el cumplimiento de su sueño lo llevaría a un camino tan peligroso. “Desde joven quise ser periodista, pero nunca pensé que las palabras pudieran costar tan caro”, compartió durante una entrevista.

Imagina un niño emocionado, correteando por las redacciones y disfrutando cada noticia como si fuera un dulce gemelo de chocolate. Eso era Beto. Sin embargo, a medida que pasaron los años y las amenazas se hicieron tangibles, la dulzura de las notas se tornó amarga.

La creación de La Prensa de Tlaxcala

En 2019, Alberto por fin dio un paso al frente y fundó su propio periódico digital, La Prensa de Tlaxcala. Su intención era clara: exponer corruptelas y violaciones de derechos humanos, además de dar voz a quienes no la tenían. Lo que ocurrió a continuación podría considerarse una mezcla de valentía y locura, pues las denuncias de corrupción no tardaron en atraer la atención no deseada.

“¿Cuánto cuesta publicar? ¿Me cobras?” le decían quienes se acercaban a él con denuncias. La respuesta de Alberto siempre fue la misma: “No te voy a cobrar, ¡porque tú eres la víctima!”. Ahí radicaba su corrupción: en la honestidad periodística y su negación a poner un precio a la verdad.

Ahora, pregúntate: ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas por lo que creemos? La historia de Amaro no es solo la de un periodista; es una historia de empatía, de valentía y quizás, de un toque de locura.

Las amenazas y el Mecanismo de Protección

Las amenazas comenzaron de manera digital y se transformaron en reales a pasos agigantados. Un día, mientras regresaba a casa después de cubrir el ataque a un presunto integrante de un grupo delictivo, notó que una moto lo seguía. En ese momento, el teléfono sonó y una voz desconocida le advirtió que no publicara la información. “Las consecuencias serán graves”, le dijeron. ¿Cómo debería reaccionar uno ante tal amenaza? La mayoría de nosotros optaría por buscar un refugio, pero Alberto siguió adelante.

Pronto, los ataques se intensificaron: disparos contra su casa, amenazas directas contra él y su familia, convirtiendo su hogar en un verdadero campo de batalla. “La locura se convirtió en mi día a día”, confiesa Beto.

Enfrentándose a esta realidad, Alberto se unió al Mecanismo de Protección, cuya promesa era garantizar la seguridad de los periodistas amenazados. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que su vida dependía del mismo sistema que él criticaba. “¿Me estás poniendo a que me cuide a quienes estoy incomodando con mis artículos periodísticos?”, se preguntaba mientras reflexionaba sobre la irracionalidad de su situación.

La paradoja del protector

Aquí llega el momento de la ironía: el mismo cuerpo policial encargado de protegerlo era, en muchos casos, el que él denunciaba. La corrupción en las fuerzas del orden hacía que, en lugar de sentirse seguro, su vida se volviera un círculo vicioso de amenazas y miedo. Las estadísticas son escalofriantes: más del 45% de las agresiones contra periodistas en México provienen del propio gobierno.

¿Cuántas veces hemos escuchado que la justicia debe ser imparcial? La historia de Amaro nos dice que, a menudo, es más bien una utopía.

Otro golpe, otra oportunidad

A finales de 2021, tras ser golpeado y detenido por la policía estatal mientras grababa una extorsión, Alberto comprendió que la protección era una ilusión. Sin embargo, su determinación de seguir luchando por la verdad jamás desfalleció. Aún tras ser amenazado por un cártel, siguió documentando lo que muchos preferirían esconder bajo la alfombra. Entre lágrimas que histriónicamente contenía, compartió con nosotros: “No sé si algún día las cosas cambiarán, pero esto no es solo mi lucha. También es la de mis hijos”.

En 2023, las autoridades del Mecanismo de Protección decidieron que ya no estaba en peligro. Alberto, por su parte, no estaba dispuesto a dejar que su vida y la de su familia cayeran en la inercia de la indiferencia. Así que decidió luchar, y ganó un amparo que le permitió continuar con la protección.

Pero la naturaleza tiene sus caprichos, y en un giro del destino que parece sacado de una novela de Gabriel García Márquez, el ataque finalmente llegó al lugar donde más le dolía: a su hijo. Desde su patio, el pequeño Beto jugaba, mientras el eco de disparos resonaba como un mal presagio. ¿Es esto justicia? ¿Es esta la vida que él quería para su familia?

Amnistía Internacional: un giro en la trama

La vida de Alberto cambió nuevamente al conocer a Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España. Aquí encontramos un rayo de esperanza en medio de la turbulenta tormenta. Desde ese encuentro, su vida tomó un giro inesperado y, finalmente, le permitió a su familia encontrar refugio en Asturias. “¡No puedo creer que haya personas que se preocupen por nosotros!”, exclamó Alberto, visiblemente emocionado.

Las estadísticas sobre la violencia contra periodistas en México son abrumadoras: decenas han sido asesinados y más de quince han desaparecido este año, según informes de organismos internacionales. Nosotros, como ciudadanos comunes, debemos preguntarnos: ¿Cómo podemos permitir que esto suceda?

A través del viaje de Alberto, muchos nos hemos visto forzados a reflexionar sobre el papel de la prensa en nuestras sociedades y la valentía de aquellos que se lanzan a la nada con la esperanza de que un día, sus voces serán escuchadas.

Conclusión: un futuro incierto, pero lleno de esperanza

La Prensa de Tlaxcala sigue viva, aunque sin la guía de su fundador. Alberto ha pedido que “bajen el perfil” para cuidar la seguridad de sus compañeros en México, una triste realidad que resuena en el corazón de todos nosotros. Al final, la noticia no es solo sobre la lucha de un hombre, sino sobre un movimiento que busca verdad y justicia en un mundo que se empeña en acallarlo.

En palabras de Alberto: “A lo largo de este viaje, mis hijos han aprendido el valor de defender lo que es justo”. Y así, a pesar de las dificultades, se forja un nuevo camino en el horizonte. A medida que nos despedimos de la historia de Beto, recordamos que el compromiso con la verdad nunca se detiene, y que, aunque su vida haya estado llena de sombras, siempre hay un rayo de luz esperando ser descubierto.

Y tú, querido lector, ¿qué harías por la verdad? Tu respuesta puede que sea más relevante de lo que imaginas. Recuerda, la libertad de prensa no es solo un derecho, es un pilar fundamental de cualquier democracia. Así que… ¡defiéndela!