La tecnología forma parte de nuestro día a día más de lo que nos gustaría admitir. Desde la sencilla acción de poner una alarma en el móvil para despertarnos (porque, seamos sinceros, si no dependiéramos de esos pequeños dispositivos, probablemente todavía estaríamos soñando con un mundo de unicornios y helados) hasta comunicarnos con el colegio de nuestros hijos a través de aplicaciones o correos electrónicos. Ahora, a esto le sumamos el uso de grupos de WhatsApp para recordar tareas, actividades o simplemente para enviarnos memes de gatos. ¡Ah, el maravilloso mundo de la tecnología!

Ahora bien, ¿puedes recordar cómo te sentías cuando usabas por primera vez un teléfono móvil con teclado? Aquella maravilla de la ingeniería que parecía sacada de una película de ciencia ficción, ¿verdad? Pero aquí estamos, con un mundo donde los niños nacen con un smartphone en la mano y, cuando finalmente deciden decir sus primeras palabras, la frase suele ser: “¿Dónde está mi tablet?” Y no, no estoy exagerando.

La voz de la experiencia: Laura Cuesta Cano y su compromiso con la educación digital

Laura Cuesta Cano, una profesora destacada de Comunicación, Marketing Digital y Medios Sociales en la Universidad Camilo José Cela, ha tomado la delantera en la educación digital de familias, docentes y menores desde 2022. Para ella, “tener tecnología no implica saber de tecnología.” Un punto crítico que resalta la brecha entre poseer dispositivos y entender su uso en el entorno familiar. En una reciente charla en el I Congreso de Bienestar Digital en Familia, celebrado en el Colegio Joyfe en Madrid, Laura subrayó la necesidad de lograr un equilibrio en el uso de las pantallas, especialmente para niños y adolescentes.

Pero, ¿acaso no resulta paradójico que aquellos que crecimos en una era sin redes sociales a menudo nos encontremos paralizados al intentar obtener información sobre cómo lidiar con los hábitos tecnológicos de nuestros hijos? ¡Ay, la vida moderna!

Tecnología: ¿amiga o enemiga?

El principal dilema se centra en cómo manejar el uso diario de la tecnología. Desde la perspectiva de Laura, prohibir las pantallas hasta los 16 años —una idea que podría ser bastante tentadora para algunos padres exasperados— no es la respuesta. ¿Por qué? Porque la tecnología es una parte integral del mundo en el que vivimos. Con cada nuevo dispositivo, parecen llover más preguntas sobre límites y uso responsable.

¿Y qué pasa con esos “míticos” planes familiares? Esos momentos en los que pensábamos que nuestro tiempo juntos sería todo risas y abrazos, pero que, con el tiempo, se convierten en silencios incómodos acompañados por el suave zumbido de los dispositivos electrónicos. Aunque, para ser honesto, de vez en cuando también me gustaría que el zumbido viniera de aspiradoras en lugar de combates de Fortnite.

La presión social y el ciclo de la tecnología

La presión social puede ser abrumadora. Es un hecho que en el mundo actual, el primer smartphone suele aparecer en manos de los niños a una edad cada vez más temprana. Pero, como nos recuerda Laura, necesitamos tener conversaciones reales sobre estas decisiones. “Conocemos a nuestros hijos mejor que nadie. Si uno de ellos es responsable, podemos considerar darle un teléfono a los 14. Pero si hay otro que siempre se está metiendo en líos, quizás sea mejor esperar un poco más,” señala.

En mi propia experiencia, recuerdo el día en que decidí que era el momento de darle un móvil a mi hijo. Era un momento lleno de riesgos, como abrir una caja de sorpresas en lugar de recibir un regalo. Cosas como, ¿y si se lo pierde? ¿qué tal si se convierte en un pequeño adicto a Instagram? O mucho más surrealista: ¿y si empieza a hablarle a su teléfono como si fuera su mejor amigo? Spoiler: es uno de esos escenarios que, lamentablemente, se han hecho realidad.

Cómo la inteligencia artificial está cambiando el panorama

Hablemos de algo que no podemos ignorar: la Inteligencia Artificial (IA). No, no es la revolución que los cineastas de Hollywood nos hicieron creer que sería, pero está aquí, así que es mejor que nos pongamos las pilas. Según Laura, ni los docentes ni las familias están realmente preparados para enseñarle a los niños a usar la IA. “Todavía están usando plataformas como TikTok como herramientas de búsqueda,” añade. Y cuando alguien me dice que TikTok es el futuro de la educación, tengo que contener la risa. ¿En serio?

La capacidad de atención de los jóvenes ha disminuido, y en lugar de acudir a Google para obtener información valiosa, se han vuelto un poco más perezosos, prefiriendo el entretenimiento visual. Pero, como dice Laura, la IA no es realmente inteligente, solo predictiva. Y esta es una lección valiosa que debemos enseñarle a nuestros hijos.

La corresponsabilidad en la educación digital

Teniendo en cuenta el complicado paisaje de la educación digital, es fundamental que las familias y los centros educativos trabajen de la mano. La educación no debería limitarse a lo que sucede en el aula. Debe ser una corresponsabilidad, como un gran baile en donde todos seguimos el mismo ritmo. Esto es esencial, porque si los niños están aprendiendo, por un lado, sobre el uso adecuado de la tecnología en el colegio y, por el otro, ven un modelo completamente diferente en casa… bueno, eso solo conducirá a confusión y tensión.

Me pregunto: ¿cuántas familias aún luchan por encontrar un balance entre los modernos recursos digitales y las actividades analógicas? ¿Cuáles son tus estrategias para lograrlo?

La necesidad de un mensaje coherente

Es esencial que como adultos adoptemos un mensaje coherente. En lugar de llenarlos de advertencias sobre los peligros de lo digital —que, seamos sinceros, podrían asustar a cualquiera— necesitamos darles un enfoque equilibrado. La educación digital debe entenderse como una herramienta más, que debe utilizarse para innovar y crear, no solo para consumir. Imagine una conversación donde, en lugar de hablar de videojuegos como una pérdida de tiempo, hablamos de ellos como una rica fuente de aprendizaje y creatividad.

Una pregunta que me viene a la mente es: ¿cuántas familias realmente se sientan a discutir el uso de la tecnología con sus hijos? ¿No sería sorprendente ver a padres e hijos debatiendo sobre el uso responsable mientras se preparan juntos un bocadillo en la cocina? Pero, a veces, esas pequeñas conversaciones son las que marcan la verdadera diferencia.

La tecnología y la creación de conexiones

Por último, para fomentar un uso sano de la tecnología en casa, es importante implementar rutinas que incluyan momentos de desconexión. Y no hablo solo de cenas sin teléfonos, sino de actividades divertidas y colaborativas en las que participen todos los miembros de la familia, como juegos de mesa (los clásicos no pasan de moda) o noches de películas donde la única conexión permitida sea la de las risas y las palomitas.

En resumen, lograr ese equilibrio entre lo digital y lo real no es fácil, pero tampoco es imposible. Con un enfoque en la educación, la comunicación y una mentalidad abierta, podemos navegar con éxito por este mar de información y pantallas. Al final del día, lo que realmente queremos es que nuestros hijos crezcan en un mundo donde la tecnología complemente sus vidas, en lugar de definirlas. Y quién sabe, tal vez incluso podamos disfrutar del proceso juntos, recordando que al final, lo que importa son las conexiones, no solo las conexiones Wi-Fi.

Así que la próxima vez que te sientas abrumado por el consumo digital de tus hijos, recuerda hacer una pausa. Se trata de balancear el mundo real con el digital, y con un poco de esfuerzo, ¡podemos lograrlo!