A medida que nos adentramos cada vez más en un océano de opiniones políticas, anécdotas e incidentes extraños, algo salta a la vista: la elección de presidentes en Estados Unidos se ha tornado más complicada que tratar de entender la última película de Christopher Nolan. La humorista Desi Lydic, en su indiscutiblemente mordaz estilo, dejó al mundo boquiabierto al plantear una pregunta candente: ¿por qué ha elegido EE. UU. a su primer presidente delincuente en lugar de optar por una mujer cualificada? ¿A dónde se ha ido la lógica?

En este artículo, nos sumergiremos en este tema, explorando no solo el trasfondo político, sino también los sentimientos, las experiencias personales y un poco de humor que nos ayude a desahogar la frustración. Así que, acomódense con su bebida favorita y prepárense para un recorrido por la peculiar mente estadounidense.

¿El dilema americano?

Para abrir la conversación, consideremos un pequeño experimento de pensamiento: imagina que estás sentado en una reunión familiar. El tema de conversación es la elección presidencial. Mientras tu tía abuela saca a relucir su amor por el candidato que, admitámoslo, parece más un villano de una película de acción que un líder, tú te preguntas: ¿de verdad hemos llegado a este punto?

Es difícil hacer un análisis de por qué, en el siglo XXI, tenemos un país que, por un lado, promueve la igualdad y, por otro, elige a un hombre con un historial delictivo sobre mujeres competentes. Y aquí es donde entran en juego voces como la de Lydic, que a menudo abren el telón a realidades que no nos gusta ver. Pero para comprender este fenómeno, debemos retroceder un poco.

La historia del machismo y la política

Imaginemos por un segundo a las mujeres que han estado en la carrera presidencial. Hillary Clinton y Kamala Harris son solo dos nombres que surgen, personajes que, en épocas distintas, han sido considerados extremadamente cualificados para desempeñar el papel de presidente. Sin embargo, aunque han alcanzado logros que la mayoría de nosotros solo podemos soñar (¿quién no querría una foto con el ex presidente Obama?), al final se enfrentaron a una pared casi impenetrable: el machismo.

Podemos ver esto no solo en las elecciones recientes, sino a lo largo de la historia. Pero la pregunta del millón es: ¿qué pasa con la percepción pública que permite que una figura del crimen sea vista como un candidato viable? Desde un inglés a un chiste en un bar: si lo reiteramos lo suficiente, quizás se convierta en verdad. Y eso le ha pasado a EE. UU. en notables cantidades.

Más allá de la política: el papel de los medios

La influencia de los medios de comunicación no puede ser subestimada en esta narrativa. Recientemente, se ha puesto de manifiesto cómo la cobertura de los candidatos puede dar forma a la opinión pública. En una época donde las redes sociales son las nuevas plazas del pueblo, una malinterpretación o una sátira pueden hacer maravillas (o estragos) en la imagen de un candidato.

Desi Lydic, a través de su plataforma en The Daily Show, logra captar la esencia de esta situación. A menudo, las figuras masculinas pueden obtener más indulgencia que sus contrapartes femeninas. Pregúntale a cualquier hombre (o mujer) a quien le haya preguntado por un escándalo político masculino y la respuesta es: “bueno, todos tienen sus problemas”. Por el contrario, a una mujer, se le juzga con una lupa mucho más intensa. Dando lugar a un ciclo muy “interesante” de crítica.

Anécdota personal: Riéndome de la realidad

Recuerdo una vez cuando estaba en una conversación sobre política con un grupo de amigos. El tema era la candidata presidencial más reciente y, en un intento de hacer reír, uno de ellos señaló que, en realidad, los perros son mejores gobernantes que ciertos presidentes. La locura se apoderó de la sala, pero en el fondo sabía que esa risa estaba enraizada en una verdad incómoda.

En una sociedad que se ha visto atrapada en el ciclo de elegir a personajes públicos cuestionables, ¿realmente nos sorprende que algunos adultos respondan mejor a un perro que a un humano? ¡Es irónico, pero también muy revelador!

¿Por qué no una mujer presidenta?

Muchos de nosotros hemos escuchado el cliché: “no estamos listos para una mujer presidenta”. Pero piensen en esto: ¿qué significa “estar listos”? ¿Estamos listos para que un presidente nos dé su opinión a través de Twitter en medio de la noche? E incluso aquí, la vara de medir parece estar en constante movimiento.

Las cualidades que hacen que una mujer sea un gran líder —honestidad, empatía, capacidad de colaboración— a menudo se pasan por alto o se consideran debilidades. ¿Por qué la gente piensa que ser un buen líder significa ser rudo o agresivo? Esa concepción está tan desactualizada como usar un ladrillo como teléfono. Pero claro, para los electores, esa imagen puede ser más atractiva que la de una mujer diplomática dispuesta a dialogar.

La importancia de la representación

Imaginemos el impacto que tendría ver a una mujer en el Despacho Oval. ¿Podría eso cambiar cómo se percibe a las mujeres en otros ámbitos laborales? La representación importa; aunque a veces extendamos nuestras manos a la sombra del capitolio, lo que realmente necesitamos es un reflejo de todos.

A medida que se abren más puertas para las mujeres en la política, el miedo a romper esas barreras debe ser superado. Ya es hora de mirar más allá del estigma y abrazar un futuro donde la diversidad no solo sea un término de moda, sino una realidad palpable. ¿Pueden las mujeres ser presidentas? Claro que sí.

Reflexiones finales: el poder del cambio

¿El futuro de la presidencia en EE. UU. será diferente? Tantas preguntas, y a veces las respuestas parecen tan evasivas como el último destino vacacional que planeaste. Sin embargo, hay una chispa de esperanza en el aire. Con más mujeres en posiciones políticas y más personas, por fin, comprendiendo el valor de la inclusión, es posible que pronto podamos ver ese cambio.

La sátira de Lydic sirve como un recordatorio de que el cambio no solo es necesario, es urgente. En un país donde el principal interés general puede ser cambiar de canal durante los anuncios, la política debe dejar de ser un cuento de terror y transformarse en un cuento de esperanza.

Así que, mientras nos sentamos aquí, cuestionando las elecciones que un país entero ha realizado, recordemos que el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños. ¿Por qué no ser parte de ese sueño? ¡Tal vez el próximo presidente sea ella!

Cierro este artículo con esperanza, humor y un toque de Ironía. La política puede ser un laberinto, pero si hay algo que es evidente es que la risa puede ser el mejor mapa para navegar en ello. Y como siempre, ¡estoy aquí para compartir el viaje con ustedes!