La historia es un campo fascinante, ¿no crees? Siempre hay algo nuevo por descubrir, algún rincón poco iluminado del pasado que espera ser explorado. Pero en la actualidad, parece que la historia se ha convertido en un campo de batalla ideológico. ¿Cuántas veces has visto discusiones acaloradas sobre hechos históricos en las redes sociales? ¿O esos memes virales que extreman las circunstancias de eventos históricos para hacer un punto político? Es un fenómeno que ha sido llamado populismo historiográfico y que necesita nuestra atención.
¿Qué es el populismo historiográfico?
La historia, como sabemos, está repleta de diversos matices, diferentes narrativas e interpretaciones que dependen del contexto en el que se estudian. Sin embargo, el populismo historiográfico se presenta como una tendencia a simplificar la historia en buenos y malos, destruyendo la complejidad que define a cualquier período histórico. En palabras del célebre historiador Xosé Manoel Núñez Seixas, se trata de aplicar categorías morales y políticas contemporáneas al pasado, un fenómeno que podría calificarse de ~historia simplificada~.
Imagínate un adolescente con la autoestima por los cielos que solo se ve en el espejo a través de un filtro de Instagram: ¡ese nivel de distorsión! ¿Hasta qué punto vamos a retroceder para demandar disculpas por las acciones del pasado? ¿Deberíamos invocar a los descendientes de los romanos para que se disculpen por las atrocidades de su imperio? No hace falta, ¿verdad?
La controversia entre México y España
El reciente conflicto diplomático entre México y España es un claro ejemplo de esta tendencia. El expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha pedido perdón al rey español Felipe VI por los excesos de la conquista. Históricamente, ha habido críticas tanto al indigenismo de México, considerado por algunos como impostado, como a la reivindicación de un legado imperial idílico por parte de España. Aquí no hay leyendas rosas ni negras, solo un mar de grises que nos obliga a mirar más allá de nuestras narices.
Por otra parte, la relación de estos eventos con la identidad nacional en el presente no puede ser subestimada. Edgar Straehle, un experto en la materia, resalta que la memoria nacional a menudo se confunde con la memoria imperial. Y claro, esto lleva a situaciones tensas donde el pasado es utilizado para desviar la atención de problemas actuales, algo que también hacen con frecuencia los gobiernos en distintas partes del mundo. ¡La historia cayendo en un juego de “pasadizo” político!
La ironía de la conquista
El 12 de octubre, una fecha que debería ser una celebración, se convierte en un campo de huracanes—en el sentido figurado, por supuesto—en cuanto a debates sobre el papel de España durante la conquista. El profesor Bernat Hernández señala que el consenso historiográfico sobre la conquista de América es bastante amplio: hubo tanto luces como sombras. Es algo así como cuando uno va a un restaurante y ve que la comida está bonita, pero al probarla se da cuenta de que el chef se olvidó de la sal.
Así que hay que tener en cuenta que la conquista no fue ni un desastre total ni un éxito completo. A lo largo de más de tres siglos, hubo interacciones de toda índole entre los españoles y las diferentes civilizaciones indígenas. ¿Habrá luces? ¿Habrá sombras? Sin duda, las dos caras de la moneda, que desafían la narrativa simplista del populismo historiográfico.
El peligro del presentismo
Una de las grandes advertencias que hacen los historiadores es sobre el presentismo. Este término se refiere a la tendencia a juzgar los eventos del pasado a través de los valores y estándares actuales. La historia debería ser una reflexión sobre cómo se ha moldeado nuestra sociedad, no un campo de juego para la guerra ideológica. Como dice Núñez Seixas: “La historia no debe ser una herramienta para la política”. Claro, ¡como si eso fuera posible! La historia ha sido utilizada como un arma en todas las culturas a lo largo de los siglos.
La pregunta es: ¿cuál es el papel de las redes sociales en todo esto? En la era de la información, vivimos en un paisaje dominado por la desinformación y la manipulación. Son como el diablo, tentándonos con la “media verdad” de los hechos históricos. Las redes sociales han democratizado la información, pero también han permitido que los «expertos de sofá» proliferan con interpretaciones distorsionadas que pueden no sostenerse bajo el rigor académico.
¿Por qué es importante la divulgación de la historia?
Como menciona Núñez Seixas, la divulgación histórica de calidad es crucial si realmente queremos elevar la cultura histórica de la sociedad. Es curioso cómo en algunos países anglosajones, los historiadores están constantemente interactuando con el público, compartiendo e impulsando discusiones, mientras que en España parece que se mantiene un elitismo académico que limita el acceso del público general a una comprensión más rica y completa de la historia. Quizás necesitamos un poco de ese «savoir-faire» anglosajón en la divulgación.
El elitismo puede ser tentador; al final del día, estar en la cima de la cadena académica es un lugar cómodo. Pero en el fondo, uno no puede evitar sentir que esto es, en cierta forma, un desacato a todo el trabajo que hemos realizado como cultura. La historia no es solo para los académicos; todos somos parte de ella, así que ¡hablemos de ella!
Reflexionando sobre las leyendas
Una parte interesante de este discurso son las leyendas negras que rodean a la historia española. La leyenda negra, que muestra excesos y brutalidades del Imperio español, ha coexistido con narrativas más positivas. Es un poco como un cuento de terror que se cuenta para asustar a los pequeños y que al mismo tiempo seduce a los adultos con su intriga.
Hernández menciona que el juicio sobre la conquista comenzó hace siglos con figuras como Bartolomé de las Casas. La conquista es un terreno fértil no solo por la brutalidad mostrada por los conquistadores, sino por la rica diversidad de las civilizaciones indígenas que existían en ese momento. Quemar libros de historia no logrará borrar estos matices ni resolver los problemas actuales.
Conclusiones y miradas a futuro
Considerando todos estos factores, no se puede negar que el populismo historiográfico es un fenómeno complejo que requiere nuestro complete atención. La polarización política, alimentada por las redes sociales y la cultura del «scroll» y del «like», se ha adueñado de la conversación histórica. Para muchos académicos, el desafío está en mantenerse relevantes y en traducir sus hallazgos a un lenguaje accessible.
Quizás, como diría un viejo sabio, “no debemos olvidar de dónde venimos para saber a dónde vamos”. Así que, al reflexionar sobre el pasado y sus múltiples vertientes, es crucial permitir que un sujeto tan complejamente humano como la historia perdure en su contexto completo, evitando caer en la trampa tentadora de la simplificación.
La historia nos ofrece lecciones valiosas que, si bien pueden ser aterradoras, también pueden ser inspiradoras. Después de todo, un punto de vista bien fundamentado y matizado puede guiarnos hacia un futuro más claro. ¿Quieres ser parte de ello? ¡La historia está esperándote!