En los últimos años, el clima ha mostrado su faceta más caprichosa en todo el mundo, y Málaga no ha sido la excepción. ¿Quién iba a pensar que un tipo de lluvia pudiera crear tanto revuelo y preocupación? La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha sido protagonista en la provincia, generando un sinfín de situaciones que oscilan entre lo cómico y lo alarmante. Así que, si te suena familiar eso de que “no hay mal que por bien no venga”, continúa leyendo para descubrir cómo la naturaleza juega a ser el maestro de ceremonias de este evento atmosférico.
La sequía como telón de fondo
Gran parte del 2023 fue testigo de una sequía que parecía no tener fin. Recuerdo que, en una conversación con mis amigos, nos preguntábamos si debíamos empezar a regar las plantas con lágrimas. Sí, la situación era seria. Málaga estaba bajo restricciones de agua, y aquellos que se aventuraban a hablar de jardines floridos solo recibían miradas de soslayo.
Este escenario, que la mayoría de nosotros consideraría un apocalipsis verde, aplicaba no solo a los cultivos, sino a la vida cotidiana. Literalmente, el agua se había vuelto más valiosa que el oro. Y en medio de esa angustia… ¡BAM!, llegó la DANA.
La gran DANA: lluvia o maldición disfrazada
La semana pasada, Málaga fue azotada por una DANA que, sí, tuvo un efecto positivo en la capacidad de los embalses: ¡se llenaron hasta un 50% más que el año anterior! Pero, antes de que corramos a celebrar, recordemos que eso vino acompañado de fuertes lluvias, inundaciones, daños materiales y, por supuesto, un aumento en el número de peticiones de indemnización.
Imagínate en casa, un día soleado, de repente la oscuridad se cierne sobre el cielo y las gotas de agua comienzan a caer como si el cielo estuviera guardando rencor. Y no es precisamente una escena romántica; es más bien la versión climática de un spoiler.
La realidad es que, tras la lluvia torrencial, el número de incidentes, como inundaciones y rescates improvisados, comenzó a acumularse. En total, se registraron casi 800 incidencias relacionadas con la DANA. Como un mal chiste contado en el mal momento, solo quedaba reír (y de paso, ladear la cabeza ante la ironía que la naturaleza nos ofrece).
Números que hablan: embalses al borde del colapso
Los aclamados embalses andaluces se vieron conmovidos por la furia de la lluvia, y aunque muchos de ellos apenas alcanzaban un 27,79% de ocupación, hubo excepciones que hicieron que de repente nos sintiéramos un poco más optimistas.
¡Hablamos de La Viñuela! Un gigante que había estado en un largo letargo, y que justo ahora se despierta medio groggy, pasando del 12% a un agradable 21,41%. Es como si la naturaleza hubiese decidido darle una segunda oportunidad. «¿Éxito? Oh, lo sé, pero solo por un parpadeo”, grita el embalse con aires de grandeza.
El famoso embalse de Guadalteba sigue en su camino hacia la recuperación, aumentando su porcentaje de capacidad a un 18,92%, mientras que Guadalhorce y otras reservas continúan su lucha. ¡Ah, la vida de un embalse! A veces es más emocionante que una serie de televisión.
La lluvia en el contexto regional: ¿un alivio o un problema?
A nivel regional, los embalses andaluces han ganado 63 hectómetros cúbicos de agua en solo una semana, aumentando su reserva hídrica al 34,3%. A comparar con otros años, hoy, los embalses están más saludables que el año pasado, cuando había menos del 20% de su capacidad. ¿Acaso el clima nos está invitando a un sorbo de esperanza?
Es un alivio ver que el agua retornó a la provincia, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Aquí es donde me detengo y reflexiono: las lluvias nos traen alegría, pero también historias de rescates, viviendas afectadas y economías vulnerables. La naturaleza no tiene la intención de dividir a sus víctimas en «meros accidentes».
Reflexiones personales: la empatía hacia los afectados
Siempre me ha parecido fascinante la extraña danza entre la naturaleza y el hombre. En estos eventos, la empatía es vital. Muchos de nosotros hemos tenido la suerte de no estar en la línea de fuego, pero cada vez que escucho que un barrio se ha inundado o que hubo que realizar rescates, no puedo evitar pensar en quienes han sido afectados. ¿Cuántos planes se desmoronan con un chubasco?
Al fin y al cabo, en este volátil escenario atmosférico, recordar la humanidad detrás de los números es fundamental. No hablemos solo de estadística, hablemos de historias. Esa es la clave. Con la llegada de la DANA, lo que parece un fenómeno excepcional también ha fortalecido el espíritu de comunidad. Recuerdo que, cuando las calles se inundaron, varios vecinos en mi barrio se organizaron para ayudar a limpiar y desinfectar. ¿No es esa una gran historia a compartir?
Lo que se viene: prevención y adaptación
La pregunta del millón: ¿qué deberíamos hacer para prepararnos para lo que viene? La prevención es clave. Nuestros sistemas de drenaje deben ser revisados y adaptados, y nuestra infraestructura debe ser fuerte. No se trata solo de construir más embalses, se trata de ser más inteligentes.
Recuerdo la anécdota de un amigo que decidió construir un estanque en su patio trasero como un intento de adaptarse. Felicitaciones a su creatividad, pero creo que solo terminó con una piscina natural que atrajo a más sapos que a visitantes.
La creación de infraestructuras resilientes y estrategias de gestión del agua deben ser una prioridad. Y aunque el clima puede jugar partidas con nosotros, debemos aprender a bailar al compás de sus caprichos. La clave está en ser proactivos, no reactivos.
Conclusiones: entre el agua y la tierra
Así que, después de esta travesía por la lluvia, la sequía y la DANA, lo que queda es un camino lleno de lecciones y oportunidades. La naturaleza nos reta y nos recuerda la vulnerabilidad humana en medio de su poderío.
Los embalses de Málaga pueden no estar completamente llenos, y aunque algunos de ellos siguen siendo tímidos, el hecho de que hayamos visto un repunte es un rayo de esperanza. No obstante, debemos seguir adelante con el propósito de adaptarnos y prepararnos para el futuro.
Al final del día, como dicen, después de la tormenta siempre llega la calma… y tal vez una pizca de humor. Así que, sigamos cuidando nuestro entorno y riendo juntos ante las adversidades. ¿Quién sabe? Quizás un día la DANA se presente con flores en lugar de tormentas. ¡Ojalá!
¿Estás listo para el próximo reto climático? El dilema entre la sequía y la lluvia parece un rompecabezas fascinante que no deja de sorprendernos. ¡Hasta la próxima, Málaga!