La cultura es un pilar fundamental de nuestra sociedad, pero a menudo se traduce en una lucha constante por los derechos y el reconocimiento que tantos artistas merecen. ¿Qué sucede cuando la tradición se encuentra con las nuevas tecnologías? La reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid en favor del Coro del Teatro de la Zarzuela nos ofrece una valiosa lección sobre el valor de adaptarse a los tiempos, pero también sobre el deber de garantizar que todos reciban lo que les corresponde. En este artículo, te llevaré a través de esta historia fascinante, salpicada de anécdotas y un poco de humor, pero sobre todo, llena de empatía hacia esos artistas cuyas voces han resonado en los escenarios por décadas.

Un poco de historia sobre el Coro del Teatro de la Zarzuela

Antes de profundizar en la reciente controversia, hagamos un breve viaje al pasado. Fundado en 1956, el Coro del Teatro de la Zarzuela ha sido un pilar fundamental en la promoción y representación de este género tan emblemático en España. Desde mi perspectiva personal, el sonido resonante de un coro en una zarzuela te puede llevar a un estado de felicidad indescriptible. Quiero decir, ¿quién no se ha emocionado con un «La chica de la ventana» o ha intentado imitar a un tenor mientras finge que el plato se convierte en su micrófono?

Cuando pienso en todo el trabajo y la dedicación que estos artistas han dedicado a su arte, siento una profunda admiración. Pero imagina ser parte de un grupo que ha dedicado gran parte de su vida a la cultura, y de repente verse en medio de una lucha por sus derechos. Insisto, esto no es solo un asunto de dinero; es una cuestión de dignidad y reconocimiento.

La sentencia que cambió el juego

Recientemente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dictó una sentencia que reconoció el derecho de más de 40 coristas a cobrar más de 100,000 euros por las retransmisiones de sus zarzuelas a través de plataformas digitales como YouTube y Facebook entre 2018 y 2021. Este fallo ha reabierto un debate crucial sobre la aplicación de los derechos laborales y la necesidad de adaptarse a la era digital.

Imagina la escena: 44 artistas, muchos con décadas de experiencia, sentados en una sala de tribunal, tratando de hacer valer un derecho que debería ser un hecho. ¿No es irónico que, en la era de la información, se necesiten sentencias judiciales para proteger a quienes hacen posible que la cultura viva?

La ley es un instrumento poderoso, pero a veces parece no dar abasto frente a las vertiginosas transformaciones que enfrentamos. ¿Por qué? Porque las normas que rigen el contrato laboral de los coristas fueron creadas en los años noventa, una época en la que «streaming» no era ni una palabra en el diccionario para muchos. Y aquí es donde entra en juego nuestra historia de justicia cultural.

La batalla por los derechos de streaming

Cuando el Coro del Teatro de la Zarzuela decidió demandar al Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), lo hizo porque sus obras eran retransmitidas en formatos que no estaban contemplados en su convenio laboral original. Es un poco como si tu jefe te dijera “¡Oye, si te pago por venir a la oficina, también te estoy pagando cuando trabajas desde casa!». Pero hoy, todos sabemos que trabajar desde casa puede ser igual de exigente (o más) que hacerlo en la oficina.

Había algo irónico en todo esto: el INAEM argumentaba que ya estaban pagando un complemento por las retransmisiones en televisión y radio, pero se negaba a reconocer la validez de las nuevas plataformas digitales. Al final, un juzgado de Madrid y luego el Tribunal Superior tomaron la decisión correcta, reafirmando que el complemento de retransmisión seguía siendo aplicable, independientemente del medio utilizado para la transmisión. ¡Bravo por esos jueces!

Fue un grito de victoria para los coristas, quienes podían volver a sus escenarios, no solo con un peso menos en sus corazones, sino también con algo más de dinero en sus bolsillos. Desde luego, después de tanta expectación, lo menos que se puede esperar es un buen almuerzo para celebrar, ¿no crees?

Un dilema cultural: la extinción del Coro

Pero la alegría estuvo empañada por un comentario preocupante que surgió en la misma discusión: el Coro del Teatro de la Zarzuela ha dado señales de estar enfrentando un «acelerado proceso de desaparición». Aprovechando que estamos en este análisis, hablemos de las implicaciones culturales.

Este notable grupo artístico ha advertido sobre la falta de compromisos por parte del INAEM en lo que respecta a sus necesidades. ¿No es inquietante que, mientras un grupo de artistas lucha por sus derechos, otros sufren de la falta de recursos y apoyo? La cultura no es solo una lista de cosas que hacer durante el fin de semana; es un organismo vivo que requiere atención, nutrientes y, sí, financiación.

Y aquí entra la pregunta: ¿cuántos otros coros, teatros, o compañías están en la misma situación? Con cada artista que se retira, cada voz que se apaga, es una parte de nuestra historia cultural que se desvanece. Es fundamental que se tomen medidas para preservar el patrimonio artístico que tanto nos enriquece.

Lo que significa esta victoria para el futuro

Más allá de la compensación económica que recibirán los coristas, la sentencia es un recordatorio de que los derechos laborales deben estar en constante evolución para adaptarse a las nuevas realidades. La tecnología avanza rápidamente y el marco legal necesita hacer lo mismo. Si no, ¿quién se beneficiará de nuestro arte?

¿Qué significa esto para otros artistas en diferentes campos? Tal vez es posible que veamos más movilizaciones como la de los coristas, dando lugar a un nuevo camino hacia la justicia cultural. En un mundo donde cada clic y cada transmisión puede llevar la cultura a audiencias masivas, olvidarse de los derechos de aquellos que la crean es una falta grave.

Lo que ha hecho el Coro del Teatro de la Zarzuela no solo es ejemplar, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestro papel como consumidores de arte. No solo deberíamos disfrutar de las obras, sino apoyar a quienes las crean y a quienes luchan por sus derechos.

Conclusión: la importancia de la empatía y el apoyo cultural

Al final del día, la historia del Coro del Teatro de la Zarzuela debería resonar en todos nosotros. Es un claro llamado a la acción para que sigamos apoyando a nuestros artistas. Si encontramos una zarzuela que disfrutamos, ¡compartamos el enlace! Si hay un coro local o una representación en nuestra ciudad, ¡asistamos! No se trata solo de arte; es una comunidad.

Tomemos un momento para apreciar las voces detrás del telón y las luchas que enfrentan en la búsqueda de justicia. Así que, la próxima vez que escuches a tus coristas favoritos o vezi una zarzuela que te encanta, recuerda que detrás de esa representación hay historias de lucha, perseverancia y, sobre todo, pasión por la cultura. La justicia cultural no solo debe ser alcanzada, sino también celebrada. ¿Y tú?, ¿cómo piensas contribuir a este cambio?


Espero que te haya disfrutado esta travesía por el mundo del Coro del Teatro de la Zarzuela y sus recientes victorias. Es un recordatorio poderoso de que aún en la lucha, el arte y la cultura siempre encontrarán una manera de perseverar.