¿Recuerdas esa sensación de perplejidad cuando, un día cualquiera, te das cuenta de que tienes que ajustar tu reloj? Sí, estoy hablando del famoso cambio de hora. Este fin de semana, en la madrugada del sábado 26 al domingo 27 de octubre, volveremos a retrasar nuestros relojes una hora. ¿Un minuto! Si eres como yo, probablemente tengas una serie de relojes analógicos en casa que te harán pasar un buen rato manipulándolos.
¿Y ahora, qué? ¿Se duerme más o menos?
La verdad es que se puede dormir más, si te va bien a las 2 de la mañana (o a la 1 de la mañana, según la perspectiva). Sí, porque al tener 25 horas en este domingo, podrás disfrutar de esa hora extra. O eso es lo que la gente dice. La realidad es que todo depende de a qué hora te acuestes. Si te quedas viendo tu serie favorita hasta altas horas de la noche, esa hora extra quizás te sirva para compensar el sueño. Pero claro, la próxima mañana será otra historia.
Anecdota personal: Recuerdo un año, cuando era joven y despreocupado, decidí que esa hora extra era perfecta para hacer una maratón de películas. Me quedé despierto hasta 6 de la mañana y luego juré nunca más caer en la trampa del cambio de hora. Al final, fueron mis amigos los que durmieron más. En mi caso, sólo fue un intento fallido de voraz espectador.
Amanecer, ¿antes o después?
Con la llegada del horario de invierno, las mañanas se ven diferentes. Y no, no hablo de los colores vibrantes del otoño, sino del hecho de que amanecerá más temprano. Es típico de este cambio: mientras que en el horario de verano los amaneceres son un poco más perezosos, durante el invierno, se anticipan a unas horas del día.
En Madrid, por ejemplo, al caer el horario de invierno, el sol comienza a asomarse entre las 8:00 y las 8:30 de la mañana. Imagínate la escena: te despiertas, todavía te frotas los ojos y ya está amaneciendo, como si el sol estuviera demasiado ansioso. Total, si no aprovechamos la luz solar, ¿cuál es el sentido de vivir en este mundo moderno lleno de electricidad?
¿El último cambio de hora?
No, no estamos en el final de la era de los cambios de hora. Te guste o no, en marzo volveremos a adelantar relojes una hora y, probablemente, necesitarás ajustar tus planes de vida conforme a ese capricho del tiempo. Claro, hay rumores que dicen que la Comisión Europea se planteó la posibilidad de dejar de hacer esto por completo, pero eso parece haberse estancado desde la pandemia y la guerra en Ucrania.
¿Te imaginas un mundo donde nunca más tengas que luchar con ese reloj despertador antiguo que está más tacaño que un gato con su comida? La idea suena atractiva pero, por ahora, seguiremos retrasando y adelantando esas manecillas dos veces al año.
¿Los efectos del cambio de hora?
Ahora, viene la parte interesante y, a veces, un tanto alarmante. Según los expertos, el cambio de hora puede desencadenar varios problemas. Incremento de accidentes, dificultades de aprendizaje, menor concentración y, por supuesto, insomnio. Todos esos descuentan puntos a nuestro estado físico y emocional.
Frase de reflexión: ¿Qué es lo más importante: perder una hora de sueño o perder varias semanas intentando recuperar esa energía perdida? Personalmente, siento que es un juego de perder-perder.
La razón detrás de esto tiene que ver con nuestro sistema neurohormonal. Según el Dr. Gonzalo Pin, del Grupo del Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “los cambios bruscos de horarios provocan que el sistema se desajuste notablemente”. Esto significa que nuestros organismos son como esos niños que no quieren ir a la cama: protestan cuando les cambias la rutina de manera abrupta.
Por su parte, Jesús Porta, el vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, menciona que nuestras vidas están dirigidas por dos ciclos: uno interno y otro que está ligado a la melatonina. Así que, cuando te desvelas porque no puedes dejar de mirar tu pantalla, ¡también le afecta a tu reloj biológico!
Además, hay grupos de personas que son más vulnerables a estos ajustes, incluyendo a niños y personas mayores. A veces, pienso en cómo nuestros padres luchan con estos cambios. A medida que envejecen, se vuelven más conscientes de sus rutinas horarias. ¿No sería genial si pudiéramos lanzarnos todos en conjunto a una zona horaria permanente? ¡Sin más cambios!
A disfrutar de la hora extra
Volviendo a la dura realidad del cambio de hora, quiero dejar claro que hay un lado positivo en todo esto. Esa hora extra en el sofá, en compartir más tiempo con la familia o salir a estirar las piernas es una gran forma de aprovechar el fin de semana.
A veces, la vida se mueve tan rápido que mantenerse en la misma zona horaria durante todo el año sería una bendición. Pero, por ahora, debemos aceptar que los cambios de hora son una tradición. Y aunque podamos quejarnos de los efectos de esta mecánica incansable, aún podemos encontrar maneras de disfrutar de la pequeña «ventaja» que nos ofrece.
No olvides, a pesar de todo esto, usar esa hora extra sabiamente. Ya sea disfrutando de un buen libro o simplemente tomando un café mientras miras al reloj, recuerda que cada segundo cuenta.
Y tú, ¿cómo piensas aprovechar esa hora extra? ¿Te adentras en una maratón de series o decides hacer un poco de ejercicio? Cuéntamelo en los comentarios. Por mi parte, me estoy preparando para un segundo desayuno. ¿Quién puede resistirse a eso?
Al final del día, el cambio de hora puede ser doloroso, pero cada uno de nosotros puede encontrar formas de adaptarse. La vida es, después de todo, un interminable juego de ajustes.
La realidad es que, tanto si estás emocionado, confundido o incluso molesto por los cambios de hora, lo más importante es recordar que el tiempo es solo una construcción social que flexiona y araña en la vida de todos. Mientras tanto, disfruta de los beneficios y las desventajas que trae consigo cada cambio. Hasta la próxima vez que te enfrentes a otra confusión horaria.