Es un día espléndido y azul en la orilla del Mar del Norte, ideal para disfrutar de una caminata, tomar un helado o simplemente perderse en pensamientos profundos (o no tan profundos, como qué hacer para la cena). Pero quien busca a Dommaraju Gukesh, el prodigio del ajedrez indio de solo 18 años, no lo encontrará paseando por la playa. ¡Vaya sorpresas trae la vida! Aunque, si me preguntan, los helados y el sol no se comparan con la presión de ser el número 3 del mundo en ajedrez. Este joven fenómeno ha renunciado a disfrutar de los placeres simples por el bien de su carrera, que parece estar despegando a velocidades estratosféricas.

La rutina monacal de un joven prodigio

Imaginemos que estamos en su terraza, en un hotel a escasos cien metros de la playa. Gukesh está completamente concentrado en su torneo. Desayuno, almuerzo y cena en la habitación. No sé ustedes, pero eso me recuerda a mis días de universidad, cuando el único ejercicio físico que hacía era caminar de la cama al refrigerador. Pero claro, en este caso, Gukesh se está preparando para conquistar su primer torneo desde que se coronó campeón del mundo en Singapur, convirtiéndose en el más joven de la historia en hacerlo. ¡Eso sí que es un título que impresiona en cualquier conversación!

Su padre, cuidador implacable de su rutina, considera que cada segundo cuenta. Entonces, si uno tiene la opción de participar en excursiones o en la caza de autógrafos, ¿por qué no cerrar la puerta y concentrarse en las partidas? Después de todo, la presión que siente este joven es inmensa. Sus rivales son, en su mayoría, titanes del ajedrez como el estadounidense Fabiano Caruana y el noruego Magnus Carlsen, quien ha dominado el juego durante más de una década.

¿La presión? Solo parte del juego

Aunque suene crudo, ni Gukesh ni su familia parecen disfrutar de las conferencias de prensa y la conciencia pública que trae consigo el éxito. ¿Se imaginan salir a la calle y que la mitad de la gente te pida selfies mientras la otra mitad equilibra un café en la mano? Sería un desafío para cualquiera, y más aún para un niño que apenas tiene edad para tomarse un café por su cuenta.

En la primera ronda, Gukesh casi paga su ambición cuando se lanzó a una partida arriesgada contra el neerlandés Anish Giri. Sin embargo, como es propio de los genios, encontró la forma de salir del apuro y lograr una victoria. Este tipo de triunfos demuestran que la tensión no solo es una parte del juego, sino que también se convierte en un catalizador para realizar jugadas brillantes.

La joven revolución del ajedrez

Dicho esto, no podemos ignorar a los competidores en estas competiciones, quienes representan la nueva generación de ajedrecistas. Gukesh no está solo en la arena. Están también otros jóvenes talentos como Miaoyi Lu, de solo 15 años, quien ha empezado a hacer olas en el torneo Challengers.

De hecho, ¿no es realmente inspirador ver a tan jóvenes jugadores en un escenario donde antes solo brillaban las leyendas? Esto me recuerda a la primera vez que vi una película de los Goonies; la sensación de que un grupo de adolescentes puede enfrentarse a cualquier adversidad es verdaderamente embriagadora. En el ajedrez, como en las grandes aventuras cinematográficas, nunca faltan los héroes adolescentes.

El intercambio curioso de Nodirbek Yakúbboev

Pero mientras Gukesh se concentra en su próximo movimiento, hay también incidentes que dan de qué hablar, como el que ocurrió en la primera ronda del torneo Challengers, donde el uzbeko Nodirbek Yakúbboev decidió no estrechar la mano de la competidora india Divya Deshmukh. De manera bastante inusual —e insólita, si somos sinceros—, argumentó que su religión se lo prohibía. Afortunadamente, después de algunas conversaciones, todo se resolvió pacíficamente, y Yakúbboev terminó regalándole flores y chocolates a Divya. Algo es seguro: ¡el ajedrez nunca está libre de drama!

La obsesión por la perfección

Cuando llegó el sábado para enfrentarse a Jorden van Foreest, Gukesh mostró su lado más meticuloso y llegó un minuto más temprano para preparar su espacio en el tablero. Este tipo de atención a los detalles es, quizás, lo que separa a los campeones del resto. Su maestro. Al verlo con las piezas en su lugar, es difícil no imaginar un científico loco en su laboratorio, ajustando cada pequeño componente antes de lanzar su experimento al mundo exterior.

Sin embargo, en este caso, el «experimento» es una combinación de estrategia, habilidades matemáticas y una capacidad impresionante de cálculo que, como bien señalaba Magnus Carlsen, convierte a Gukesh en un jugador ejemplar.

La batalla por el número uno

En el horizonte, se perfila la posibilidad de que Gukesh llegue a superar a otros gigantes como Hikaru Nakamura y posiblemente incluso alcanzar al propio Carlsen, quien parece estar disfrutando su vida matrimonial y su luna de miel, lo que es lo suficientemente comprensible. Pero, ¿será suficiente para que Gukesh disfrute de una racha ganadora?

En primer lugar, debemos aclarar que el ajedrez es tanto un arte como un deporte, a menudo comparado con un combate en el que cada movimiento puede ser el último. Hay que tener en cuenta que el camino hacia la cima es empinado, lleno de sorpresas y, en ocasiones, enfrentamientos entre titanes. Algunas veces me pregunto si Carl Sagan jugó ajedrez o si simplemente lo entendía todo a través de sus observaciones sobre el cosmos; porque, al final del día, esto no es solo cuestión de mapas y territorios, sino de ver más allá de la estética de cada jugada.

Mirando hacia el futuro

A medida que se desarrolla este apasionante torneo, resulta evidente que Gukesh no solo lucha por el título, sino también por un lugar en la historia del ajedrez. Y aquí estamos, observando cada partida como si se tratara de una película épica donde el héroe se enfrenta a enemigos formidables.

El joven maestro ya es un ejemplo no solo para los que buscan sobresalir en el ámbito ajedrecístico, sino también para cualquier joven que se atreva a soñar. ¿Cuál es su límite? A medida que se acerque la fecha de su próximo enfrentamiento, no puedo evitar preguntarme si esa intensidad que lo envuelve podría convertirse en su mayor oportunidad o su peor enemigo. Es una reflexión que muchos de nosotros, enfrentándonos a nuestras propias batallas, podemos llevar a casa.

En este panorama maravilloso y, a veces, abrumador del ajedrez moderno, solo podemos esperar que Dommaraju Gukesh continúe su camino, irradiando talento, compromiso y una pizca de humor. Quizás un día vea el cielo de Wijk aan Zee y logre encontrar un balance entre el rey y su reino, o quizás se dé un baño de sol, porque, al final del día, todos necesitamos un respiro de vez en cuando.

Así que, gente del ajedrez y amantes del drama, están cordialmente invitados a seguir de cerca no solo el destino de Gukesh, sino también las historias de cada joven talento luchando por alcanzar la grandeza en un mundo donde el tablero es solo el comienzo.

Así que, ¿están listos para la siguiente jugada?