En un mundo donde los líderes son más necesarios que nunca, entender la esencia de mandar con responsabilidad y eficacia se convierte en un imperativo moral y social. La pregunta no es si necesitamos un liderazgo efectivo, sino ¿quién está listo para asumir el reto? Esta es una de las reflexiones más importantes de la obra del teniente general Gan Pampols, quien ha invertido más de 40 años en estudiar y practicar el liderazgo.
En sus escritos, Pampols sugiere que mandar no es solo ordenar. Es una tarea que pesa en los hombros de quien la asume y conlleva una responsabilidad que a menudo se ignora. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación donde sabías que tenías que tomar una decisión, pero el miedo a equivocarte te paralizaba? En mi experiencia personal, ese es el momento en el que un líder se forja, cuando la adversidad toca la puerta y solo los más valientes se atreven a abrirla.
El concepto de mando: más que una simple orden
El concepto de mando en la obra de Pampols resuena con claridad: “Mandar es ordenar juiciosamente y exigir el cumplimiento de lo mandado”. Aquí, el término “juiciosamente” es clave. Si no se tiene un juicio claro y coherente, no solo se arriesga a perder la confianza de quienes siguen a un líder, sino que también se crean condiciones propicias para el desorden y la desconfianza. ¿No te parece que nuestra sociedad actual sufre precisamente de esto, con líderes que no están dispuestos a asumir la responsabilidad de sus decisiones?
Pampols ilustra su punto con una frase del mariscal Helmuth von Moltke: “Ningún plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo o con la realidad”. ¿Te suena? ¡Claro que sí! Es un clásico en el campo del liderazgo: el plan se derrumba, el caos se desata, y en medio de la tormenta, el verdadero líder se distingue no por la perfección de su plan, sino por su capacidad para adaptarse y reinventarse.
Liderazgo en tiempos de crisis
La historia ha demostrado que los líderes están realmente en su elemento cuando las circunstancias son adversas. “En los días de vino y rosas, casi cualquiera es útil”, dice Pampols, lo que me lleva a pensar en un lema que escuché una vez: “La verdadera prueba de un líder se da en las noches oscuras”. Si solo estás preparado para liderar en tiempos de bonanza, puedes ser mejor considerado un jardinero manteniendo feliz a las plantas en temporadas de sol, pero ¿qué sucede cuando las primeras sombras amenazan su crecimiento?
Recuerdo un momento en mi carrera cuando me tocó liderar un proyecto que fracasó estrepitosamente. Al instante, sentí esa presión, no solo de mis superiores sino también de los miembros de mi equipo. La tentación de buscar un chivo expiatorio era fuerte, pero aprendí que mandar bien implica asumir la responsabilidad. Un liderazgo con honestidad crea un entorno donde la aceptación del error no se penaliza, sino que se celebra como una oportunidad para aprender.
Los atributos de un buen líder
Pampols enumera algunos de los atributos esenciales que debe poseer un buen líder: disciplina, conocimiento, flexibilidad, pensamiento crítico, determinación y anticipación. Suena abrumador, ¿no? Pero aquí está el truco: estos son cualidades que se pueden cultivar con el tiempo. Por ejemplo, la anticipación se entrena y para ello, nada mejor que informarse y rodearse de un equipo talentoso.
A menudo escuchamos que «la unión hace la fuerza», pero, siguiendo esta línea, la diversidad del equipo hace la estrategia. Una mezcla de ideas y perspectivas puede abrir puertas a soluciones que jamás imaginamos. Ahora, ¿no sería ideal que en cada organización existiera ese tipo de ambiente colaborativo? Ciertamente, la mayoría de nosotros preferiría un escenario donde enfrentamos desafíos juntos, en lugar de sentir la presión del solo.
La importancia de la comunicación
Uno de los pilares del liderazgo mencionado por Pampols es la comunicación transparente. A menudo, la falta de claridad en las instrucciones lleva a la confusión y al resentimiento. Me acuerdo de una vez en la que un mensaje malinterpretado resultó en dos equipos trabajando en direcciones completamente opuestas. Al final, tuvimos que reunir a todos y hacer una especie de “reunión de emergencia” donde descubrimos que, más que un problema de estrategia, se trataba de una falta total de claridad.
Decidir no esconder información, ser honesto sobre los desafíos y situaciones, facilita mucho el camino. Al final del día, la gente desea saber que su líder es humano, y eso solo se logra cuando se abre un canal de comunicación honesto e interactivo.
El rol del líder en el bienestar colectivo
Como señala Pampols, la principal misión de un líder es servir y no servirse. ¿Cuántas veces hemos escuchado promesas en campaña electoral o en la dirección de una empresa que se desvanecen en el aire después de haber sido electos? La clave está en recordar que el poder no debe ser utilizado como herramienta de beneficio personal, sino como medio para crear un impacto positivo en la vida de los demás.
El teniente general menciona que “la tolerancia al error acaba conduciendo a la dejación de responsabilidad”. Esto es crucial. Si un líder no asume la responsabilidad de sus decisiones y acciones, se va creando un ciclo vicioso de desconfianza y inacción que se puede convertir en la muerte lenta de cualquier organización. En tiempos de crisis, la gente está dispuesta a seguir no a quien tiene todas las respuestas, sino a quien está dispuesto a ser honesto y aceptar que algunos caminos pueden no ser los correctos.
El desafío de la contabilidad
Otro aspecto clave mencionado por Pampols es la rendición de cuentas. En un entorno donde a menudo se pasa por alto el tema de la responsabilidades, es esencial establecer mecanismos para que todos los líderes rindan cuentas ante su equipo y, por extensión, ante la sociedad. Esto no solo brinda una capa de confianza, sino que también crea un ambiente donde la gente se siente empoderada para expresar sus opiniones y preocupaciones sin miedo a las represalias.
Recuerdo lo que me enseñaron en un taller de liderazgo: “Los líderes que no rinden cuentas son aquellos que más se alejan de sus equipos”. Levanta la mano si alguna vez has trabajado con alguien que siempre se escabulle en lugar de afrontar responsabilidades. Exacto, todos hemos estado allí y no es una experiencia agradable.
Un liderazgo inclusivo: ¿lo estamos haciendo bien?
Finalmente, un buen líder debe recordar que no está solo en la cima de un monte; está en la llanura junto a su equipo. Es un miembro más, aunque su rol implique elementos de autoridad. Esto se traduce en reconocer y respetar la diversidad en todos los sentidos: opiniones, habilidades y experiencias. En una sociedad diversa, un buen mando debería garantizar que todas las voces sean escuchadas.
El hecho de que las decisiones sean difíciles y a veces impopulares – ¡Hola, democracia! – no significa que no se deba consultar al equipo antes de tomar una decisión. Esta alineación y conexión hace que cada persona sienta un sentido de pertenencia, algo que es invaluable en cualquier organización.
Reflexiones finales: ¿estamos listos para el desafío?
El camino del liderazgo es largo y lleno de obstáculos, pero relatar estas experiencias compartidas y las enseñanzas de personas como Pampols nos permite avanzar con más seguridad. Es inspirador ver que los líderes que han triunfado lo han hecho a través de los desafíos y las dificultades.
Así que, querido lector, la pregunta que te dejo en esta ocasión es: ¿estás listo para asumir el liderazgo en tu entorno? Ya sea en tu trabajo, tu hogar o incluso en tu comunidad, cada uno de nosotros tiene el potencial de influir y cambiar. Al final del día, parecería que lo que realmente distingue a un buen líder no son los títulos que ostentan, sino las acciones que realizan en momentos de desafío. Así que, adelante, ¿te atreves a dar el primer paso? Al fin y al cabo, ¡el mundo está lleno de oportunidades para un liderazgo impresionante!