Cuando pensamos en pan, a menudo nos viene a la mente una barra crujiente acompañando una comida o ese aroma familiar que inunda la casa mientras se hornea. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué hay detrás de ese sencillo alimento que amamos tanto? La historia de John Edward Torres, un panadero de origen peruano que ha hecho de su pasión una auténtica obra maestra, nos muestra que el pan no solo es un alimento, sino también un arte, una tradición y, ¡por qué no!, un vehículo para sueños de superación.

Comienzos en Lima: con un pan bajo el brazo

John nació en Lima hace 42 años, en un hogar que olía a masa y a esfuerzo. Su padre, un militar y panadero, fundó un pequeño obrador en casa para sobrellevar a su familia, ya que su sueldo como funcionario no alcanzaba para alimentar a cuatro hijos. Así, desde pequeño, John se encontró entre harinas y masas, ayudando a su padre mientras aprendía el arte de hacer pan. ¡La experiencia de aprender a hacer pan con tu papá es algo que no se olvida fácilmente! Recuerdo vividamente cuando intenté hacer pan con mi abuela una tarde; lo que se suponía que sería una actividad divertida se convirtió en un desastre de harina y risas.

De Perú a España: el gran salto

A los 20 años, y con solo 600 dólares en el bolsillo, John decidió cambiar el rumbo de su vida y emigrar a España. Este gesto, aunque valiente, planteó sus propios desafíos. Al principio, se quedó aturdido por la nueva cultura, el idioma y la búsqueda del trabajo. Pocos podrían imaginar que ese joven que llegaba tan ilusionado a Madrid podría convertirse en el «panadero de los Michelin». Pero, como él mismo dice, «el tiempo que dedicas a algo es lo que realmente cuenta».

Su primer trabajo en España fue en Quadra Panis, donde tuvo la oportunidad de crecer y aprender, con chefs que iban desde Santi Santamaría hasta Arzak. ¿No es increíble cómo una pasión puede abrir tantas puertas?

Del sabor a la empresa: una carrera sin límites

Con una carrera de altibajos (y muchas lecciones aprendidas), John fundó su primera empresa, La Panotheca, en 2013. Pero no se detuvo ahí. Después vino John Barrita, un puesto de bocadillos gourmet que se convirtió rápidamente en un favorito del Mercado de San Miguel. Cada éxito le permitió visualizar su meta final: John Torres Panadero, una marca que hoy sorprendería incluso a los chefs más exigentes.

¿Te imaginas? Comenzar en la cocina de tus padres y, 20 años después, tener tu propio obrador que suministra a restaurantes de lujo como Deessa, ubicado en el Hotel Mandarin Oriental Ritz. Si eso no es un sueño cumplido, no sé qué lo sería.

El pan como cultura: una tradición en evolución

La panadería, como nos enseña John Torres, es mucho más que mezclar harina, agua y sal. Es criterios, aspiraciones y una tradición que respeta las técnicas ancestrales al tiempo que inyecta innovación. John ha desarrollado un «perfil propio de producto» que se reconoce al instante. Cada pan tiene su DNI: desde la humedad hasta el sabor, cada detalle cuenta.

«Los hacemos con fermentación de 72 horas; otros, como los blancos, están 24 horas», dice con orgullo. No estoy seguro de qué es más impresionante, la técnica de fermentación o su dedicación a la artesanía. Uno no puede evitar pensar: ¿ha llegado a ese nivel porque amasa como si le fuera la vida en ello?

¿Y qué pasa con el secreto del buen pan?

Cuando se le pregunta a John cuál es el secreto de su éxito, su respuesta es sencilla: tiempo y pasión. Y es que, ¿no es cierto que los mejores sabores vienen de un trabajo bien hecho? Como cuando esperas con ansias un guiso que ha estado cocinándose a fuego lento; el resultado vale la pena. No puedo evitar pensar en las veces que horneé pan en casa (un desafío por sí mismo); la clave siempre fue la paciencia.

La familia en el corazón de la panadería

Una de las lecciones más importantes que John ha aprendido en su carrera es la importancia de la familia. En su obrador de Ciudad Lineal, comparte la compañía de 43 empleados y de su propia familia, con sus hermanos y su pareja ocupando diversos roles. «He aprendido que ella es lo primero», dice, destacando la importancia de mantener el espíritu familiar y el trabajo en equipo. ¿Cuántos de nosotros no hemos tenido la oportunidad de trabajar al lado de nuestra familia?

Los valores familiares, en su caso, giran en torno al trabajo duro y la dedicación. Puede que cocinar juntos no siempre sea sencillo, ¡pero con buen humor y cooperación, todo es posible!

La pasión por la restauración

El camino de John también lo ha llevado a desarrollar su línea de bocadillos gourmet, en donde ha fusionado sabores y creatividad. Su encuentro con chefs de renombre le permitió encontrar la inspiración en la fusión culinaria. Uno de sus productos más queridos es el “bikini de caviar«, hecho con un pan especial que se convierte en una delicia. Recuerdo una vez que probé un sándwich que estaba tan bien hecho que era casi un crimen compartirlo.

La importancia del I+D en la panadería

Un hecho interesante sobre John es su compromiso con la investigación y el desarrollo (I+D). Tras trabajar en diversas empresas en el sector, se dio cuenta de que el conocimiento más allá del amasado era fundamental para el crecimiento. S Peculiaridades de la industria permiten garantizar la calidad del producto final. Pero hey, ¿no es mejor siempre buscar maneras de mejorar? Trasládalo a cualquier aspecto de la vida: ya sea tu trabajo o simplemente preparar una cena; la experimentación y la curiosidad son claves.

La llegada a un público internacional

Uno de los hitos en la carrera de John fue cuando su pan comenzó a distribuirse a través de Antonio de Miguel, una distribuidora que lo llevó a todo el país. Ya no solo había barritas de pan en localizaciones de Madrid, sino que se extendió a lugares lejanos. Hay algo realmente satisfactorio en saber que el trabajo y el esfuerzo de una persona pueden hacerse visibles mucho más allá de su entorno.

Y si pensabas que todo esto quedaba limitado a Madrid, piénsalo de nuevo. La búsqueda de calidad ha llevado a John a servir no solo a particulares, sino también a reconocidos restaurantes que han confiado en su experiencia. ¿Quién no querría presumir de hacer el pan de un restaurante de estrella Michelin?

Un pan para todos: inclusión y oportunidades

Pero lo que distingue a John no es solo su pan. También tiene un corazón grande. Con su empresa, ha ayudado a numerosos jóvenes y refugiados a encontrar un lugar en el mundo laboral. «El pan no entiende de cumpleaños o enfermedades», afirma, mostrando su compromiso con una causa que beneficia a tantos. Es un recordatorio de que, al final del día, la vida es sobre las conexiones y el apoyo que nos brindamos entre nosotros.

A la pregunta del pan: ¿qué busca el cliente?

Finalmente, se nos presenta una cuestión interesante: ¿cuál es el pan que más se vende? John nos comparte que, sorprendentemente, ¡no es la típica barra! En su obrador, la mayoría de los clientes buscan hogazas y panes de autor. Quizás eso refleja una mayor apreciación por lo que realmente implican una degustación y una buena conversación.

Esta historia de éxito nos deja con una reflexión importante: Si bien el pan puede parecer un producto simple, el verdadero arte detrás de su creación es todo lo contrario. Desde su origen hasta su impacto en la sociedad, el viaje de John Torres es también un testimonio de perseverancia, pasión y amor por la tradición. Ahora, cada vez que muerdas un pedazo de pan, piénsalo un poco más: no solo es alimento, es una historia.

Así que la próxima vez que prepares o degustes un buen pan, recuerda que cada bocado lleva contigo un trozo de la vida de alguien. ¡Y eso es un buen consejo para llevar contigo! Para todos los amantes de la gastronomía, vale la pena explorar el mundo del pan de la misma manera que lo harías con un buen vino.

Después de todo, ¡el pan es vida!