Viajar es una de esas experiencias que, si bien pueden llenarnos el alma, muchas veces se ven empañadas por las opiniones no solicitadas de quienes nos rodean. Estoy seguro de que todos hemos estado allí: después de un viaje inolvidable a Egipto (o cualquier otro lugar que nos haga vibrar), te encuentras con un amigo que, en lugar de celebrar tus aventuras, empieza a jugar al «pero» del viaje. «¿No fuiste a Abu Simbel?», te dicen, como si no hubieras cumplido con un deber sagrado.

¿No te ha pasado? Esa pesadez que sientes cuando alguien minimiza lo que para ti fue una experiencia mágica. ¿Por qué sentimos la necesidad de menospreciar lo que otros han vivido? ¡Vamos a explorar este fenómeno!

La charla en el hormiguero: Un tema de debate

En una reciente tertulia del programa El Hormiguero, el colaborador Juan del Val puso en evidencia esta tendencia humana a restar valor a los viajes de los demás. Mientras comentaba sobre sus propias experiencias de viaje, no pudo evitar mencionar a esos amigos y conocidos que, con sus sabias palabras, se convierten en verdugos de tus emociones vacacionistas.

«¿Pero has ido a Abu Simbel?», es una frase que muchos de nosotros hemos escuchado. Esas palabras suenan casi como un ataque, un recordatorio de que, aunque lo hayamos pasado increíblemente bien, siempre hay algo más que deberíamos haber hecho. ¿Acaso no es suficiente disfrutar de lo que hemos experimentado?

Imagínate viajando por las bulliciosas calles de El Cairo, sumergiéndote en la cultura y degustando la deliciosa gastronomía local. Regresas con un sinfín de recuerdos y, en lugar de que tus amigos celebren tu aventura, te lanzan la famosa pregunta «¿Pero no fuiste a…?» En casos como este, parece que la buena vibra se desvaneciera, ¿verdad?

Podemos cambiar la narrativa

Quizás eres de los que se quedan callados y deciden pasar por alto el comentario de un amigo crítico. O, tal vez, te atrevas a responder. En estos momentos, es crucial recordar que cada viaje es único; no hay un manual que dicte cómo disfrutar de una experiencia vacacional. ¿Quién dijo que todos los que visitan Egipto tienen que ver Abu Simbel necesariamente? ¿Acaso no podemos celebrar las pequeñas cosas que hicieron de nuestro viaje algo especial?

A veces, es más útil recordar nuestras propias vivencias que intentar completar una lista de «lo que se debe hacer». Yo por mi parte, puedo contar cómo una vez en Tailandia, pasé más tiempo disfrutando de un café en una playa rústica que corriendo de un punto turístico a otro. Para mí, eso fue un momento de pura felicidad. ¿No es eso lo que realmente importa?

El dilema de los críticos

Es fascinante pensar en por qué la gente se siente obligada a criticar la experiencia ajena. Según Juan del Val, este fenómeno puede deberse a que hay quienes consideran que su conocimiento superior sobre destinos turísticos les da derecho a calificar los viajes de los demás. Tal vez se trata de un intento inconsciente de validar sus propias elecciones de viaje. «¡Yo fui a Abu Simbel, tú deberías haber ido también!», podría ser su pensamiento.

Por otro lado, también es una cuestión de inseguridad. Algunos amigos o familiares intentan minimizar las emociones ajenas para sentirse mejor con su propia situación. Es un arte (y no el mejor) dar consejos no pedidos y, a veces, olvidamos que lo que uno necesita es reconocimiento y no un listado de cosas por hacer.

La psicología detrás de la crítica

Avancemos un poco hacia el ámbito de la psicología. Según algunos estudios, las críticas a menudo provienen de áreas emocionales complejas. Cuando otros critican nuestras experiencias, muchas veces están proyectando sus propias inseguridades o estándares de éxito. ¿El resultado? Un feedback no deseado que puede hacer que te sientas mal por algo que disfrutaste tanto.

¿No sería mejor que en lugar de críticas recibieras otra cosa? Por ejemplo, un buen amigo que se siente feliz por tus logros, tus viajes y tus nuevas historias. La empatía es una habilidad que, curiosamente, vuela por los aires cuando se trata de viajes ajenos.

Este es el viaje que realmente cuenta

No hace falta ser un viajero experimentado para saber que cada viaje tiene un propósito, ya sea personal o emocional. Cuando regrese a casa después de tu última aventura, sería genial que tus amigos y familiares te preguntaran sobre los momentos que realmente disfrutaste. «¿Qué es lo que más te impresionó de Egipto?», sería una pregunta mucho más estimulante, ¿no crees?

Dicho esto, hay familias que piensan que criticar a los demás es su deber. Puede ser un juego psicológico que no se a veces no se decide no. Pero en mis viajes, he aprendido que lo fundamental es escuchar lo que tiene que decir el viajero, y luego seguir con la conversación. Si pasaste horas explorando mercados locales, saboreando comida callejera, o simplemente relajándote bajo el sol, todo eso es válido.

Historias en el camino: un viaje lleno de lecciones

A través de mis viajes, tengo una colección de historias que, honestamente, suelen ser la verdadera esencia de la experiencia. Recuerdo, por ejemplo, una vez que viajé a Japón. Antes de salir, algunos amigos me dijeron que no podía dejar de visitar Tokio. Sin embargo, a mí me enamoró un pequeño pueblo llamado Takayama, donde los templos y la tranquilidad me dieron una paz que Tokio nunca hubiera podido ofrecerme.

Un amigo me dijo después: “¿Pero no fuiste a Tokio?”. Y yo, con una sonrisa, le respondí: “No, pero encontré un rincón de tranquilidad que ni se imaginan”. Ahí está lo que quiero decir: cada uno de nosotros tiene su propio mapa de aventuras. Las diferencias en nuestras experiencias pueden ser igualmente valiosas. ¡Benditos sean aquellos que saben disfrutar de su ruta!

La fórmula mágica: disfrutar sin miedo a la crítica

Entonces, ¿cuál es el consejo para lidiar con los críticos de tus viajes? Aquí van unos puntos que me han servido a lo largo de los años:

  1. Celebrar tus logros: No dejes que nadie menosprecie tus experiencias. Cada viaje es un logro por sí mismo y cada recuerdo cuenta.

  2. Responder con gracia: En lugar de confrontar a los críticos, podrías hacer una pausa y considerar su opinión. Pero si son pesados, siempre está la opción de sonreír y cambiar de tema. ¡Nada como una buena anécdota para ahuyentar los comentarios!

  3. Recordar que la vida es corta: La vida está llena de momentos fugaces. Disfrútalos intensamente y al mismo tiempo, ¿por qué no reflexionar sobre cómo se pueden enriquecer?

  4. Rechazar la comparación: Es un mundo vasto en el que cada viaje tiene su propio valor. Deja de compararte con los demás. Los viajes son más que una serie de puntos de control.

  5. Los amigos son importantes: Rodéate de personas que realmente valoren tus experiencias. Los que pueden hacerte sentir bien y que están ansiosos por escuchar tus historias.

¡Y ahí lo tienes! Las aventuras son individuales, y lo que cuenta es cómo te haces sentir. Lo más bonito de los viajes es que no hay un recorrido perfecto, y eso está bien. Así que la próxima vez que alguien te diga que tu viaje le ha faltado algo, sonríe, respira hondo, y piensa en cómo te sentiste al explorar otro rincón del mundo.

Recuerda: cada viaje es único y bien vivido es una victoria. Así que disfruta del camino que has elegido recorrer. Y cuando vuelvas a casa, si un amigo salta a criticarlo, sólo dígale con confianza: “La próxima vez, ven conmigo a disfrutar”. ¡Quién sabe qué aventuras juntos podrían vivir!