En un mundo donde el respeto y la igualdad deberían ser pilares de nuestra convivencia, los informes sobre violencia de género son un recordatorio escalofriante de que aún nos queda un largo camino por recorrer. Recientemente, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) publicó un informe conmovedor que revela cifras preocupantes sobre las mujeres que fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en 2023. Más del 55% de estas mujeres eran madres, y varios de los casos se produjeron en circunstancias que invitan a la reflexión. En este artículo, abordaremos los hallazgos del informe, reflexionaremos sobre sus implicaciones sociales y, por supuesto, compartiré algunas anécdotas que podrían resonar en muchos de nosotros.

La triste estadística: mujeres y menores en el centro del problema

Cuando un informe comienza diciendo que más de la mitad de las víctimas de feminicidios en 2023 eran madres, es difícil mantenerse impasible. Según los datos, un 55,2% de las mujeres asesinadas tenía menores a su cargo. En total, 83 niños y niñas perdieron a sus madres, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué futuro les espera a esos menores?

Imaginemos por un momento la vida de esos niños. Piensa en un niño de 6 años, apenas capaz de comprender la magnitud del mundo que los rodea, que de repente se ve obligado a afrontar la pérdida de su madre. Esta situación no solo impacta a los menores desde el punto de vista emocional, sino que también plantea importantes cuestiones de seguridad y bienestar. ¿Cómo podemos, como sociedad, ayudar a estos niños a reconstruir sus vidas y ofrecerles un entorno seguro?

Más que un rostro: el perfil de la víctima

El informe del CGPJ no solo nos presenta estadísticas frías. Nos ofrece un retrato de las víctimas. La mujer promedio asesinada en 2023 tenía 42,9 años y, a menudo, convivía con su agresor, lo que puede ser un golpe devastador para cualquiera de nosotros. Recordemos la última vez que tuvimos una conversación significativa con alguien que tenía un problema en su relación. A veces, uno se siente impotente, sin saber exactamente cómo ofrecer ayuda. Ahora imagina que esa persona, en lugar de recibir apoyo, llega a ser víctima de un crimen atroz.

Apuesta a que muchos de nosotros hemos estado involucrados, de una manera u otra, en situaciones donde el respeto no ha sido el protagonista. Las relaciones afectan a todos nosotros, y la violencia no debería ser un desenlace aceptable. Si alguna vez has vivido en una relación tóxica, comprenderás cuán imperceptible puede ser la transición de un amor a la violencia.

Un espectro oscuro: los perpetradores de la violencia

Pero no solo debemos hablar de las víctimas; es vital que miremos hacia los agresores. Sorprendentemente, el 55,2% de los perpetradores son hombres españoles, y la media de edad es de 47,3 años. Estas cifras invitan a preguntarnos: ¿qué genera en un hombre la decisión de convertirse en un agresor?

La violencia de género está alimentada por factores culturales, sociales e históricos. No es únicamente un asunto de individuos, sino que refleja una estructura de poder más amplia. Lamentablemente, el contexto social puede convertir a parejas amorosas en escenarios de crímenes horrendos. No se trata solo de una cuestión de falta de control; hay un elemento de desigualdad de poder que se manifiesta trágicamente.

Espacios inseguros: el hogar como prisión

Como señala el informe, el hogar es el escenario de 8 de cada 10 feminicidios. ¿Cuántas veces hemos escuchado que “el hogar es el lugar más seguro del mundo”? A la luz de estas estadísticas, sería más apropiado decir que el hogar es un lugar donde la violencia puede ser la norma para algunas mujeres.

Consideremos la relación entre la convivencia y la violencia: el 60,3% de las víctimas vivía con su agresor. Estas mujeres deben enfrentar el absurdo de vivir con alguien que amenaza su vida. No es raro que otras personas, incluidas amigas, familiares o incluso colegas, ignoren las señales de advertencia. ¿Alguna vez has estado en una situación donde te has sentido culpable por no haber notado que una amiga estaba en apuros? Es doloroso.

La violencia vicaria: un fenómeno aterrador

Aún más impactante es el concepto de violencia vicaria. En 2023, dos menores fueron asesinados por un padre o la pareja de su madre en un contexto de violencia de género. Es increíble que en nuestra sociedad aún haya hombres que usan a los hijos como una forma de hacer sufrir a la madre. Cuando leí esta parte del informe, me recordó una historia personal. Una vez escuché a una madre relatar cómo su exesposo utilizó a sus hijos como peones en su juego de venganza. Las lágrimas en sus ojos aún me impactan. Tener que observar cómo una relación se convierte en un campo de batalla psicológico es devastador. ¿Por qué debemos soportar esto?

Dicha violencia no solo afecta a las mujeres, sino que deja huellas imborrables en la psique de las siguientes generaciones. La frase “el ciclo de la violencia” cobra vida en estas situaciones, convirtiéndose en un legado que puede repetirse durante generaciones.

¿Y las denuncias previas? Una triste realidad

Una de cada cuatro mujeres asesinadas había presentado una denuncia previa contra su agresor. Aún así, 25,9% de las víctimas reportaron la violencia antes de ser asesinadas, una cifra terrible que plantea más preguntas que respuestas. ¿Cómo puede ser que, a pesar de tener un marco legal dispuesto a protegerlas, muchas mujeres no obtienen el apoyo necesario?

La experiencia de denunciar puede ser abrumadora. Mi amiga Paula, una mujer valiente que pasó por una relación abusiva, me contó cómo había presentado una denuncia. Recordó el frío de la sala, la mirada escéptica de algunos agentes y la sensación de que la justicia no estaba tan laxa como esperaba. Muchas veces, el sistema que supuestamente debería protegernos nos deja a la intemperie.

Conclusiones: hacia un cambio necesario

El informe del CGPJ de este año presenta datos alarmantes pero también una oportunidad para la reflexión. Debemos lidiar con la realidad de que vivimos en una sociedad donde la violencia de género es más común de lo que nos gustaría admitir. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en este cambio. La prevención de la violencia comienza con la educación y la empatía hacia los problemas de los demás.

No podemos darnos por vencidos. La lucha contra la violencia de género no es solo responsabilidad de las mujeres, sino un reto colectivo que debe ser abordado desde todos los flancos de la sociedad. Por lo tanto, cada vez que escuchemos que alguien necesita ayuda, deberíamos estar dispuestos a tender la mano.

Si le has dado la vuelta a tus propias experiencias personales con la violencia, te invito a que compartas tu historia. A veces, esos relatos pueden ser la luz que alguien más necesita para buscar ayuda. La oscuridad no tiene por qué ser el destino final. Al contrario, puede ser más que una cifra en un informe; puede ser un llamado a la acción.

Así que, la próxima vez que pienses que no puedes hacer nada, recuerda que la empatía y la comprensión son herramientas poderosas en la lucha por un mundo más justo. Y quizás, solo quizás, hoy sea el día en que nosotros, como sociedad, podamos marcar la diferencia.