El 11 de marzo de 2004, España vivió uno de los episodios más trágicos de su historia reciente: el atentado en Madrid que dejó 193 muertos y miles de heridos. Veinte años después, la memoria de estos eventos continúa viva, aunque las diferencias políticas han hecho que el homenaje a las víctimas esté marcado por la división. Este año se cumplen 21 años desde el ataque, y parece que los recuerdos de estas víctimas de terrorismo se ven empañados por un ambiente político cada vez más polarizado. Vamos a explorar qué sucedió, por qué es grave esta división y cómo cada año el acto de homenaje se convierte en un escenario para disputas políticas.
Commemoraciones y homenajes: un acto de memoria
Las conmemoraciones suelen ser momentos de unidad y reflexión, donde la sociedad se reúne para recordar y honrar a aquellos que fueron víctimas de la violencia. Sin embargo, en el caso del 11-M, la realidad es diferente. Este año, las dos principales asociaciones de víctimas del terrorismo, 11-M Afectados Terrorismo y la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), organizaron eventos separados.
Desde que tengo memoria, siempre he considerado los homenajes como instantes sagrados. Recuerdo una vez, en una ceremonia similar, cuando un amigo cercano perdió a un familiar por la violencia. El dolor que se respiraba en el aire era palpable; las lágrimas eran compañeros silenciosos entre los asistentes. Aunque puede que no hayamos estado de acuerdo en todo, ese sentimiento de comunidad nos unía a todos hacia un mismo objetivo: recordar y honrar a aquellos que ya no están.
Sin embargo, este año, las divisiones fueron profundas. ¿Qué pasó con la unidad en el dolor? El acto organizado por la AVT, presidido por Maite Araluce, estuvo acompañado por figuras políticas del Partido Popular, mientras que el evento de las otras víctimas contó con la presencia de miembros del PSOE y Más Madrid. Al ver esto, cabe preguntarse: ¿es realmente necesario que un homenaje tan importante se convierta en un campo de batalla político?
Un homenaje dividido: choque de administraciones
La tensión entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la Comunidad de Madrid ha alcanzado un nuevo pico. El Gobierno central decidió adelantar el homenaje, organizando un acto en el Museo Arqueológico de Madrid para recordar a las víctimas. No th la ministra de Sanidad, Mónica García, representando a Más Madrid en la ceremonia realizada en la estación de Santa Eugenia, mientras que en el Bosque del Recuerdo del Retiro, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, lideraba la ceremonia del AVT.
Un poco de humor puede aliviar el ambiente, pero este año es complicado. Para los asistentes, estaba claro que este no era “el mejor teatro” para recordar el dolor. ¿Se imaginan a los héroes de La Liga de la Justicia peleando en el funeral de Batman? Así de absurda parece la situación. Las ceremonias, que deberían unir a la sociedad, se han convertido en una especie de circo político, donde cada acto se evalúa a través del prisma de la lealtad partidaria.
Lo curioso de esta situación es que, a pesar de los ideales en conflicto, todos los políticos reconocen la importancia de honrar a las víctimas del 11-M. ¿Pero hasta qué punto sus acciones reflejan una verdadera empatía hacia las víctimas, o son simplemente un intento de ganar terreno en un campo político altamente disputado?
La ofrenda floral: un símbolo de lo que fue
Uno de los momentos cumbre del homenaje será la tradicional ofrenda floral en la Real Casa de Correos. En esta ocasión, se espera que se coloquen coronas de flores en la placa conmemorativa de las víctimas, en un acto que se ha convertido en símbolo de recuerdo. Sin embargo, el hecho de que este año no se invite al delegado del Gobierno, Francisco Martín, ha generado polémica. En el fondo, la ausencia de invitación puede parecer un detalle insignificante, pero se convierte en un símbolo abrumador de la falta de unidad entre administraciones.
El decliné que se ha generado realmente me hace reflexionar. Recuerdo también otra ceremonia en la que, viendo las flores en honor a quienes perdieron la vida, me sentí al menos conectado, sin importar las diferencias políticas. Las flores son un recordatorio de la fragilidad de la vida, y ahí es donde debemos encontrar nuestro enfoque. ¿Por qué no permitir que este acto también sea un espacio para la sanación?
La herida abierta: disfunción en la memoria colectiva
El eje de la discusión alrededor del 11-M va más allá de la simple organización de eventos separados. Los diferentes enfoques de cada entidad hacia la violencia reflejan una grieta más profunda en nuestra memoria colectiva. La cuestión es: ¿qué tipo de memoria estamos construyendo? Es una memoria diseñada para dividirnos y confrontarnos, o una construida para unirnos y recordar lo que realmente debe ser recordado.
La falta de acuerdo entre las asociaciones de víctimas, así como la ausencia de un discurso unificado en torno a lo que sucedió, pone de relieve una preocupación mayor: ¿qué futuro le espera a la memoria de las víctimas si continuamos permitiendo que nuestro estatus político defina la forma en que recordamos hechos tan brutales?
Conclusión: la necesidad de la unidad en la diversidad
Al final del día, lo que importa es el recuerdo de las vidas perdidas, ya sea que provengamos de la izquierda o de la derecha, independientemente del color político que nos rodee. Este 11-M, en lugar de replicar una guerra de banderas, deberíamos pensar en las verdaderas víctimas del terrorismo y lo que su pérdida significó para sus familias, amigos y comunidades.
La unidad en la diversidad debe ser nuestro objetivo. Honrar a las víctimas del 11-M no debería depender de alianzas políticas; debería ser una responsabilidad compartida por todos. Pero bien sabemos que en la política actual, donde los valores humanos a menudo quedan relegados a un segundo plano, esto es más fácil de decir que de hacer. La apuesta por la paz y la memoria de quienes perdieron la vida en este ataque es quizás la más importante.
Así que, si pensabas que el 11-M solo era otra fecha en el calendario, vale la pena recordar que en el fondo de esa tragedia hay historias humanas, vidas transformadas por el dolor y una nación que todavía se esfuerza por encontrar la paz en medio del desasosiego. ¿Qué piensan? ¿Podemos realmente encontrar un camino hacia la reconciliación, o el ciclo de la desconfianza y la división seguirá alimentándose?
Como en las ceremonias, lo que creemos que es solo una discusión política puede ser el reflejo de nuestros sentimientos más profundos. En este 21 aniversario, recordemos que detrás de cada cifra hay un ser humano con una historia que merece ser contada con dignidad.