El pasado 27 de septiembre, en el tranquilo y a menudo olvidado pueblito de Zarautz, ocurrió un evento que rápidamente se convirtió en el epicentro de un acalorado debate sobre nuestra memoria histórica. ¿Por qué? Porque EH Bildu, un partido político vasco, decidió rendir homenaje a dos miembros de ETA político-militar, Jon Paredes Manot (conocido como Txiki) y Ángel Otaegi, quienes fueron fusilados por el régimen franquista en 1975. En este acto, que coincidía con la conmemoración del Gudari Eguna (o Día del Soldado en euskera), se plantó un altar en su memoria, lo que provocó reacciones enardecidas de la sociedad.

La memoria histórica: ¿una herramienta de unidad o división?

Voy a ser honesto: la historia siempre ha sido un campo de batalla. No, no solo en el sentido literal, aunque las balas han sonado en muchos escenarios a lo largo del tiempo, sino en cómo elegimos recordarla. Y, aunque no soy un historiador en el sentido estricto de la palabra, sí me atrevería a decir que la forma en que recordamos a figuras históricas es reflejo de nuestras propias experiencias y creencias. En este sentido, las acciones de EH Bildu pueden entrelazarse con el recuerdo emocional de muchos, generando divisiones entre quienes ven a estos personajes como héroes de una lucha por la libertad y aquellos que la describen como vilania pura.

¿Y quiénes eran realmente Jon Paredes Manot y Ángel Otaegi?

Ambos militantes formaron parte de un movimiento que, si bien luchó por una causa (la independencia del País Vasco), también estuvo marcado por la violencia y la muerte, que dejó cicatrices profundas en la sociedad. Me atrevería a suponer que para algunos, estos hombres son mártires, mientras que para otros son simplemente responsables de un legado sombrío. ¿No es curioso cómo la percepción de una vida puede estar tan polarizada?

De héroes a mártires: el Gudari Eguna

La conmemoración del Gudari Eguna tiene un trasfondo histórico y emocional muy significativo. Se inicia en 1975, tras la ejecución de Txiki y Otaegi, y se ha convertido en un símbolo de resistencia para la izquierda abertzale. Quienes asisten a este evento piensan en la lucha como una búsqueda de libertad, un intento de redimir a aquellos que fueron sacrificados. ¡Vaya lío, ¿verdad?!

¿Por qué no hay consenso?

En mi memoreta personal, puedo recordar situaciones similares en las que una figura estuvo en el centro de un debate y, como si de una cena familiar se tratara, los temas se desbordaron en lado y lado. Lo que uno celebra, el otro aborrece. El fenómeno de los «demonios» y «ángeles» en la historia es un recordatorio de que la percepción es, sin lugar a dudas, la realidad; al menos, para quien la vive.

Pero hablemos de datos. Desde que se estableció el Gudari Eguna, cada año ha traído consigo un torrente de emociones divididas, reivindicaciones y, a veces, protestas. Donde hay fervoríos de lealtad, a menudo hay un contrapeso de rechazo.

La visión de EH Bildu y sus implicaciones en la política actual

Y así llegamos a EH Bildu, un partido que ha ganado protagonismo en la política vasca, no sin generar controvertidas opiniones entre los votantes. En su intento por resaltar las luchas pasadas de su pueblo, parece estar poniendo su mirada hacia el futuro. La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, defendió el evento señalando la importancia de recordar a aquellos que han luchado. ¿Pero realmente están ayudando a construir un futuro más unido?

Es aquí donde cualquier personita promedio como tú y yo podríamos preguntarnos: ¿es la memoria histórica algo que debe ser celebrado, o es el tipo de oro que más bien necesita ser suavizado? Muchos sostienen que cada vez que un grupo politiza la memoria, se abre una caja de pandora que puede resultar en divisiones aún más significativas en la sociedad.

El dilema de la reconciliación

En la actualidad, España aún está lidiando con las huellas de décadas de conflictos, y aunque las heridas pueden parecer distintas, los ecos de la historia se repiten a menudo. Los debates sobre cómo manejar la memoria pueden ser un dolor de cabeza en cualquier contexto; después de todo, nadie quiere que sus héroes se conviertan en villanos. ¿Pero quién decide quién es el héroe y quién es el villano? Porque eso me lleva a pensar en lo absurdo de la vida: a veces, ser un héroe en un bando te convierte en villano en otro. Y es en esta ambigüedad donde se confunden las verdades.

Los efectos de la conmemoración en la sociedad actual

Cuando se realizan actos como el del Gudari Eguna, hay que tener presente cómo este impacto se siente más allá de la esfera política. En el caso de muchos vascos, los recuerdos de las tensiones políticas pasadas pueden despertar emociones intensas. ¿Te has preguntado alguna vez cómo algo que ocurrió hace años sigue resonando en la vida de las personas hoy en día? Piénsalo: la historia no es solo un puñado de fechas y nombres que arrojamos al aire; cada evento tiene un efecto en el tejido de nuestros recuerdos y experiencias.

¿Recordar para sanar o recordar para dividir?

La respuesta a esa pregunta parece depender de a quién le preguntes; algunos podrían argumentar que recordar es esencial para sanar, mientras que otros podrían señalar que revivir ciertos eventos solo acarrea más división. Lo que se necesita es un diálogo genuino que, como amigo mío diría, «te lleve a la luna» y logre trascender esas viejas heridas. Después de todo, ¿no quisieras que todos se sientan cómodos hablando sobre el pasado, sin que surjan viejos rencores?

La influencia de la política en el arte y la cultura

Bajo esta lente, es importante destacar cómo la memoria histórica también afecta el ámbito cultural. En el País Vasco, a menudo la música, el arte y la literatura se convierten en vehículos para expresar las narrativas que rodean a la región. No es raro que artistas y escritores se sumerjan en el caos de la memoria, buscando revivir momentos significativos. ¿No se te ocurren algunas letras de canciones que parece que te abrazan y te golpean el corazón al mismo tiempo? El arte puede ser un reflejo profundo de nuestras relaciones con el pasado.

Un futuro incierto pero lleno de posibilidades

¿Qué nos depara el futuro? Es una pregunta que siempre tiene un toque de inquietud, ¿verdad? Mientras algunos continúan defendiendo posturas extremas en torno a la memoria histórica, hay quienes buscan maneras de unir, de sanar y de promover la paz. Entonces, ¿será posible encontrar un camino intermedio entre recordar el dolor del pasado y construir un futuro mejor?

Hoy en día, las discusiones sobre cómo debemos recordar y honrar aquellos que han luchado nos llevan a reflexionar sobre nuestras propias luchas personales. Después de todo, todos llevamos nuestra propia historia. En cierto modo, estamos todos en un Gudari Eguna permanente de nuestras propias vidas, tratando de encontrar significado y sanación, uno día a la vez.

Reflexiones finales

Así que, después de toda esta reflexión, ¿qué tal si comenzamos a construir puentes en lugar de muros? La historia, con todo su conflicto, puede ser un maestro valioso si estamos dispuestos a escuchar. Así que cada vez que veas el nombre de Txiki o Otaegi, tal vez te detengas un momento y pienses en lo que significa realmente recordar. Y a veces, reírse de lo absurdo de la guerra, de los rencores y la política nos ayuda a aliviar el peso de nuestra historia.

Porque al final del día, todos queremos ser escuchados, ¿no? Y quién sabe: tal vez un poco de humor sutil y empatía sea justo lo que se necesita para curar esas viejas heridas. ¡Salud por el diálogo y el entendimiento!


Espero que este artículo haya capturado la esencia del Gudari Eguna y la controversia que rodea a EH Bildu, mezclando información histórica, reflexiones y un toque de humor. A veces la historia es un laberinto, y en cada esquina hay algo que aprender.