Cuando pensamos en las Islas Canarias, muchos de nosotros imaginamos un paraíso soleado, palmeras moviéndose suavemente con la brisa y playas de arena dorada. Pero lo que sucedió el pasado 16 de diciembre nos recuerda que la naturaleza puede ser implacable. La borrasca atlántica Dorothea desató su furia sobre las islas, y aquí estoy, para contarte todo lo que ocurrió y cómo lidiamos con las sorpresas que nos depara el tiempo.
¿Qué pasó realmente con la borrasca dorothea?
La borrasca Dorothea llegó como un torbellino de las películas, en un domingo que prometía ser normal. La Consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes de Canarias decidió cerrar las escuelas en El Hierro, La Gomera, y varios municipios tinerfeños. La razón era bastante clara: rachas de viento que alcanzaron los 130 km/h en Frontera. Sí, ¡has leído bien! Cien, treinta. No es algo que quieras experimentar mientras tratas de llevar a tus hijos a la escuela.
Estoy seguro de que muchos padres pensaron “¿acaso no hay días de viento en las Islas? ¿Por qué ahora decidimos cerrar las escuelas?” Y sí, yo también me lo pregunté. Pero después de ver algunas imágenes y relatos de compañeros de trabajo, la decisión comenzó a tener más sentido. La Universidad de La Laguna también siguió el ejemplo, dejando a estudiantes y profesores en casa como si de un día de lluvias torrenciales se tratara.
Vientos de locura y alertas naranjas
Con un nivel de alerta que pasó de amarillo a naranja para las islas afectadas, la realidad era que los vientos estaban causando estragos. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) registró rachas que, honestamente, harían temblar a cualquier profesional del kite surf. La preocupación no era solo por los techos que podrían salir volando, sino también por los grandes árboles que podrían decidir que un paseo por la calle sería una gran idea.
Quien haya vivido en Tenerife sabe que a veces los árboles pueden parecer más fuertes de lo que realmente son. Recuerdo una vez que un árbol de mi vecindario decidió que su tiempo había llegado. Fue como una escena de una película de acción de bajo presupuesto: un golpe sordo y un gran estruendo, seguido de un par de chillidos (los míos). La naturaleza es hermosa, pero a veces, desata su lado más vengativo.
Durante el paso de la borrasca, el Centro Coordinador de Emergencias 112 tuvo sus manos ocupadas manejando incidencias, desde caídas de árboles y postes eléctricos, hasta algunos cortes de suministro eléctrico. Me imagino a los operadores del 112 compartiendo anécdotas sobre lo “cierto” que es eso de que no se puede luchar contra el viento, mientras registran cada incidente. “¿Desprendimientos de tierra? ¡Un clásico!” – podría haber dicho uno de ellos con una sonrisa irónica.
Suspensiones deportivas y eventos sociales
Y como si el viento no hubiera hecho suficiente estrago, las perturbaciones llegaron incluso al ámbito deportivo. El partido de segunda división entre el CD Tenerife y el Deportivo de La Coruña fue cancelado por razones meteorológicas. Para aquellos que no lo saben, en el mundo del fútbol, suscitó más reacciones que una piedra que cae en un estanque. La afición se quedó sin espectáculo y los jugadores sin oportunidad de mostrar su talento. ¿Quizás hubiera sido necesario abrir un debate sobre la “prevención de juegos climáticos”?
El ambiente estaba cargado de expectativa, no solo por el partido, sino por cómo la comunidad deportiva iba a lidiar con esta situación nueva. Había un componente de frustración, por supuesto, porque en lugar de gritar por un gol, podían estar lidiando con la incomodidad de la lluvia y el viento.
Aeropuertos en la cuerda floja
Los aeropuertos también sintieron el impacto de Dorothea. En el aeropuerto de Tenerife Norte, se registraron retrasos, cancelaciones y algunos vuelos desviados a Tenerife Sur. ¡Imagina simplemente querer tomar unas vacaciones soleadas y terminar en un lugar diferente con una taza de café frío! A veces pienso que las aerolíneas y el clima deberían trabajar juntos en un programa de recompensas por cada vuelo aterrizado a pesar de las adversidades de la naturaleza.
Afortunadamente, hasta el momento de escribir esto, no hemos tenido que lamentar heridos graves, pero las anécdotas sobre vehículos dañados y desperfectos en viviendas se han acumulado. La comunidad, no obstante, ha sabido unirse y, como en ocasiones anteriores, aprenden a proteger aquello que es suyo, ¡incluso si eso significa negociar con el viento!
Reflexiones finales: ¿qué podemos aprender de dorothea?
Así que, ¿qué nos deja la experiencia de la borrasca Dorothea? Bueno, en primer lugar, nos recuerda que la naturaleza no se deja controlar, y a veces simplemente hay que dejarse llevar. A todos nos gusta el sol y la arena, pero vale la pena reconocer que las tormentas son parte del paquete. En la vida, como en el clima, hay momentos de calma y otros de tempestad.
A veces, la vida necesita sorpresas, incluso si son del tipo que los meteorólogos no pueden predecir con precisión. También nos enseña a ser proactivos; a preparar nuestros hogares con materiales que soporten lo inesperado. ¿Alguna vez has pensado en cuántas tormentas hemos superado juntos como sociedad? La respuesta es: muchas.
El viento de Dorothea nos recordó que, aunque se sienta como un desafío personal, siempre habrá una comunidad lista para ayudarnos a levantarnos. Uno solo necesita mirar a su alrededor y ver la solidaridad en momentos difíciles.
En un mundo cada vez más incierto, tal vez debamos adoptar un enfoque más optimista ante estas adversidades. Después de todo, al final del día, siempre hay un arcoíris después de la tormenta, y espero que el próximo sea uno en el que podamos disfrutar del sol de nuevo, sin preocupaciones y riendo de esos días en que el viento decidió hacerse notar. ¿No crees?