Cuando se trata de cine, a menudo nos encontramos navegando por aguas profundas. Algunas películas son como yoga: te estiran hasta el límite sin que te des cuenta, y otras son como un buen vino: se aprecian mejor con cada sorbo que das. Pero hay ciertas obras que, como un buceo en apnea, requieren que contengas la respiración y te sumerjas en un mundo incómodo, tal vez doloroso, pero que, a la larga, promete claridad. Dreams, la última creación de Michel Franco, se sitúa sin remedio en este último grupo.

Una trama que duele, pero aclara

Dreams es más que una simple película; es una exploración de las relaciones de poder y desigualdad en un mundo que a menudo parece arder. Jessica Chastain interpreta a una adinerada estadounidense que se enamora de un joven emigrante, encarnado por el talentoso bailarín Isaac Hernández. Esa chispa inicial que creemos que podría ser amor, a medida que nos sumergimos en la historia, se revela como un reflejo complejo de relaciones que desafían las nociones modernas de romanticismo.

Desde la primera escena, la atmósfera es densa. ¿Alguna vez has sentido que al entrar a un lugar te ahogas, aunque el aire esté funcionando correctamente? Eso es exactamente lo que siento cada vez que me encuentro con una película de Franco. Su estilo provoca incomodidad, te hace cuestionar tus propios límites y, sobre todo, los del mundo que te rodea. Es casi como si estuvieras atrapado en un ascensor que se detuvo en el piso equivocado —sintiendo simultáneamente ansiedad y una extraña fascinación.

Relaciones de poder: el amor en tiempos de desigualdad

El primer encuentro entre los protagonistas es un baile —no el de los que vemos en las telenovelas, sino uno donde la tensión se siente en cada movimiento. Aquí es donde Franco comienza a armar el rompecabezas: ¿puede un amor surgir de una relación profundamente desigual, o se verá siempre atravesado por el filtro de la explotación? Como alguien que ha tenido su parte de relaciones complicadas, no puedo evitar preguntarme: ¿cuántas veces ha buscado el amor entre personas que tienen menos que nosotros? Esa es la pregunta que Dreams no solo plantea, sino que te lanza como un dardo.

El eco de la inmigración y la esperanza

Es crucial señalar que Dreams aborda temas de inmigración, un asunto actual y espinoso en la sociedad contemporánea. Lo que me fascina de la perspectiva que usó Franco es cómo convierte la experiencia de ser un emigrante en un ritual de sufrimiento. A través de una óptica que no busca la compasión de los espectadores, el director nos obliga a confrontar nuestras propias emociones sobre la injusticia inherente en el sistema.

Jessica Chastain, en una de las presentaciones de la película, decidió no centrarse en el drama, sino en la esperanza y la importancia de participar en la creación de la sociedad que queremos. Esto resuena fuertemente en un mundo desgastado por la polarización. Y es que, ¿acaso no todos queremos un mundo un poco más amable? Su postura es un recordatorio de que, incluso en lo más oscuro, puede haber destellos de luz.

Del desmayo a la claridad

Una de las cuestiones más intrigantes que plantea Dreams es el acto de «ir más allá del palo». En palabras sencillas: para entender verdaderamente algo, a veces tenemos que sumergirnos en las profundidades del dolor, en el desmayo, como si el cine fuera un entrenamiento de apnea emocional. Hay algo en esta idea que me resuena profundamente. ¿Cuántas veces hemos tratado de evitar el dolor en nuestras propias vidas? Es como si temer a la incomodidad nos impidiera abrir los ojos a la verdad.

Con su estilo casi documental, Franco no oculta nada, nos muestra la cruda realidad —un mundo enrarecido, donde las decisiones complejas dan sombra a los momentos más humanos. Hay algo casi ritual en el modo en que la cámara sigue a los protagonistas: moviéndose al ritmo de sus emociones, capturando la esencia de lo humano en su forma más pura, incluso cuando es grotesca.

El sexo como metáfora de la conexión

Afortunadamente, no todo es desolación en Dreams. La película presenta una exploración del sexo que es a la vez vital y profundamente incómoda. Franco opta por no adornar ni suavizar; lo que ocurre entre los protagonistas es visceral. En un momento, el sexo se convierte en un acto de desesperación y cercanía, casi como una conexión animal primitiva.

En un tiempo en que el sexo ha sido sacudido por mil titubeos y tabúes, aquí es donde Franco parece decir: «Esto es lo que somos». Recuerdo un comentario que una amiga hizo sobre el cine contemporáneo: «Parece que toda la gente en pantalla tiene miedo de tocarse». Pero en Dreams, el acto de tocarse se convierte en un grito de libertad en medio de la opresión.

Estética inquietante y sensaciones continentes

Una de las características más poderosas del trabajo de Franco es su habilidad para crear un ambiente denso y opresivo. Desde la elección de colores hasta la dirección de arte, cada elemento visual parece diseñado para provocar una respuesta emocional. Si alguna vez has sentido que te falta el aire en un lugar, sabes de lo que hablo. Sus películas son como un abrazo, pero en lugar de ser cálido, es más bien un poco más… intensamente fuerte.

Al ver Dreams, es difícil no sentirse atrapado en un ciclo de equívocos. Las decisiones de sus personajes se sienten más como susurros ocultos que como actos conscientes. ¿No te hace pensar en cómo nuestras propias decisiones, tan a menudo impulsivas, pueden tener consecuencias inesperadas?

Reflexiones finales: entre la luz y la oscuridad

En resumen, Dreams está destinado a ser un trabajo que nos desconcierte y nos ponga a reflexionar. Es un espejo que nos devuelve nuestra imagen más compleja y menos cómoda. La vida es un constante tira y afloja entre la luz y la oscuridad, y Franco no teme explorar esos rincones sombríos.

Entonces, la próxima vez que sientas la tentación de rehuir el dolor, pregúntate: ¿qué podría revelarte esa incomodidad? En el cine, como en la vida, a menudo es el buceo a las profundidades incómodas lo que nos permite encontrar claridad y, a veces, incluso esperanza.

Así que, si decides sumergirte en Dreams, prepárate. Es una travesía que podría dejarte sin aliento, pero también podría enseñarte algo sobre ti mismo. Y, al final del día, ¿no es eso lo que todos buscamos en nuestras propias películas de vida? La claridad en medio del caos, un rayo de esperanza en la simetría de la desigualdad. ¡A brillar!