La violencia machista no solo se manifiesta en las calles; también se infiltra en las instituciones, en las casas y, a menudo, en los lugares de trabajo. Este tema se ha hecho evidente últimamente en el Parlament de Cataluña, donde varios grupos parlamentarios han alzado la voz para abordar una denuncia pública que ha resonado con fuerza. La periodista Marta Roqueta ha señalado al diputado de Junts, Francesc de Dalmases, por lo que ella describe como «maltrato psicológico«. Esta situación ha llevado a ERC, Comuns, CUP y, de manera curiosa, al PSC, a solicitar que se activen los protocolos contra la violencia machista. Pero, ¿cuál es la raíz de esta problemática y qué podemos aprender de ella?
Contexto: una denuncia marcada por el silencio
Vayamos a la base de este tema. La denuncia de Roqueta ha sido contundente y, sin embargo, también ha faltado una respuesta firme de la institución. Sus declaraciones en la red social X (anteriormente conocida como Twitter) han dejado claro que su experiencia forma parte de un patrón más amplio de acoso y abuso de poder que muchas periodistas enfrentan en su día a día. ¿Acaso no resulta irónico que en el siglo XXI tengamos que lidiar con estas situaciones? Aunque cada vez más personas están alzando la voz, muchas aún sienten la presión del silencio.
La periodista, aunque inicialmente no mencionó el nombre de Dalmases, dejó claro que él no solo le propuso colaborar en su revista, sino que luego empezó lo que ella describe como un proceso de maltrato psicológico. Sus palabras retratan una realidad abrumadora: el acoso y el abuso persisten en un sistema que debería ser —en teoría— un bastión de la democracia y la justicia. ¿Por qué hay tanto encubrimiento en estos casos? La respuesta es compleja.
Una nueva era de denuncias: la fuerza de las redes sociales
Las redes sociales se han convertido en una herramienta poderosa para dar voz a quienes han sido silenciados. El acto valiente de Roqueta ha inspirado a muchas otras mujeres a compartir sus propias experiencias en los medios de comunicación. No se trata de una simple ola de quejas; es un movimiento que busca poner en relieve la precariedad que viven muchas profesionales en su entorno laboral. Este es un fenómeno que ha crecido, especialmente en el contexto de la pandemia, donde muchos han estado atrapados en entornos laborales tóxicos.
ERC, Comuns y CUP han hecho un llamamiento claro: quieren que se active el protocolo contra la violencia machista. Este tipo de medidas a menudo se ven como meras formalidades, pero ¿realmente funcionan? ¿O simplemente sirven para hacer que las instituciones se vean mejor ante el público, sin un compromiso real de cambio?
El papel de los partidos políticos en el acoso laboral
El comunicado conjunto de ERC, Comuns y CUP es relevante, pero también suscita interrogantes. ¿Por qué es necesario que otros grupos presionen a Junts para que «active sus mecanismos internos»? ¿No debería ser una prioridad de todos los partidos fomentar un entorno de trabajo seguro y respetuoso para todos? Esto nos lleva a un punto crítico: la responsabilidad personal y colectiva en cuestiones de acoso.
Además, hay que mencionar un tema que muchas veces queda en la sombra: la falta de acción dentro de las mismas instituciones. En 2022, Dalmases fue amonestado por la Mesa del Parlament por intimidar a una periodista. Por lo tanto, la pregunta que muchos se hacen es: ¿qué tipo de mensajes está enviando el Parlament cuando estos actos quedan impunes o minimizarse? La cultura del silencio debe romperse, y es aquí donde las instituciones deben ofrecer respuestas afianzadas y recursos para las víctimas.
Los efectos del acoso en la salud mental de las víctimas
El maltrato psicológico, tal como lo describe Roqueta, no es solo un momento incómodo; puede tener efectos devastadores en la salud mental de las víctimas. Nadie está libre de sufrir miedo o ansiedad, y en muchos casos, el acoso continuo puede llevar a depresión o trastornos de estrés post-traumático. Personalmente, he escuchado historias de amigas trabajando en el ámbito del periodismo que han tenido que dejar sus trabajos debido a ambientes hostiles. La salud mental en el trabajo es un tema a menudo ignorado, pero que cobra especial relevancia en situaciones de acoso.
Hay que ser honesto: las instituciones suelen ser lentas para reaccionar. Al final del día, es una cuestión de poder. Las mujeres, en especial, sienten que muchas veces su denuncias pueden no ser tomadas en serio. Esto no solo perpetúa el ciclo del abuso, sino que también mina la confianza en el sistema.
Protocolos contra la violencia machista: ¿realmente funcionan?
La implementación de protocolos contra el acoso en instituciones políticas suena genial en teoría, pero, en la práctica, se topa con muchas dificultades. La transparencia y la responsabilidad son fundamentales para que estos protocolos funcionen. La clave es que los partidos deben estar dispuestos no solo a implementarlos, sino a hacerlos cumplir. Si el proceso queda atollado en burocracia, el resultado es que las denuncias se desvanecen en la niebla del tiempo, y las víctimas se sienten aún más solas.
Los protocolos deben ser accesibles, informativos y, sobre todo, sensibles. ¿Cuántas veces hemos escuchado historias de mujeres que no saben a dónde acudir o qué pasos seguir tras una experiencia traumática? Durante mis años trabajando en medios, conocí a varias colegas que simplemente no sabían que podían hablar con alguien o que existían recursos para ellas. Es doloroso pensar en cuántas se quedan en silencio por falta de información.
La solidaridad como herramienta de cambio
Una prueba de que las cosas están empezando a cambiar es la respuesta solidaria que han mostrado otros partidos como el PSC, quienes se han alineados con la causa. La unión hace la fuerza, y en este caso, la presión de diversas agrupaciones puede traer cambios significativos. La solidaridad pública no solo brinda apoyo a las víctimas, sino que también envía un mensaje claro: este tipo de comportamiento no será tolerado.
La realidad es que el cambio cultural no ocurre de la noche a la mañana. Toma tiempo, pero cada pequeña victoria cuenta. Las redes sociales han permitido que voces que antes permanecían en la oscuridad ahora tengan un eco resonante. ¿Quién hubiera pensado que una simple publicación podría activar tanto movimiento?
Reflexiones finales: hacia un futuro más seguro
Al final del día, abordar el acoso y la violencia machista es una tarea que compete a todos. En el Parlamento y más allá, es fundamental que quienes están en posiciones de poder sean responsables de sus acciones. No se trata solo de un documento en un cajón; se trata de la vida y el bienestar de las personas que se encuentran en esas instituciones, que merecen un entorno seguro y respetable donde trabajar y desarrollarse.
Así que, ¿qué podemos hacer todos nosotros? Como ciudadanos, debemos exigir mayor responsabilidad y transparencia. Como colegas, debemos apoyar a nuestros compañeros en sus luchas. Y, más allá de todo, no debemos olvidar que cada voz cuenta. La voz de Marta Roqueta y de tantas otras periodistas nos recuerda que el camino hacia la igualdad y la justicia no siempre es fácil, pero vale la pena seguir adelante.
La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos listos para enfrentar la realidad y promover el cambio que tanto necesitamos? La respuesta depende de cada uno de nosotros.