La democracia es un tema que nunca pasa de moda; es un concepto que nos hace sentir muchos matices: esperanza, desilusión, y, a veces, hasta frustración. La última encuesta del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) sobre la percepción de la democracia en Cataluña ha puesto en evidencia algunas tendencias inquietantes, especialmente entre los jóvenes. Pero, antes de lanzarnos al análisis, permíteme compartir una anécdota personal.

Recuerdo una conversación que tuve con un grupo de jóvenes en una cafetería de Barcelona; estaba entusiasmado hablando sobre cómo las redes sociales podrían ser un vehículo para impulsar la participación democrática. Uno de ellos, con cara de aburrimiento, me interrumpió y dijo: «A mí me da igual, ¿es realmente tan importante?» En ese momento, sentí como si me hubieran echado un balde de agua fría: «¿Es esto lo que están pensando los jóvenes?» Spoiler alert: sí, y los datos no son alentadores.

La percepción actual de la democracia en Cataluña

La encuesta del ICPS revela que un 59% del electorado catalán cree que la democracia está amenazada. Esta cifra no es solo un número; es una señal de que, aunque hemos vivido bajo el manto de un sistema democrático por varias generaciones, existe una creciente desafección hacia él. Y lo más sorprendente es que los hombres jóvenes (18-24 años) parecen ser los menos preocupados por esta situación. ¿Curioso, verdad? Pero, ¿por qué?

Vale la pena mencionar que el porcentaje de jóvenes que piensan que «en algunas circunstancias un régimen autoritario puede ser preferible» ha aumentado, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué les ha hecho sentir así? Quizás la respuesta esté en la falta de conexión con los valores democráticos que tantos lucharon por alcanzar. ¡Vaya dilema!

La deep right del pensamiento juvenil

Si bien la derecha ha azotado Europa con un nuevo aire, parece que Cataluña no se queda atrás. Oriol Bartomeus, del ICPS, menciona que «los chicos jóvenes nunca habían estado tan a la derecha». Este cambio ha traído consigo el fenómeno de la «derechización». Y, ojos que no ven, corazón que no siente… Aparentemente, estos jóvenes están distanciándose de conceptos clave como el feminismo y la inmigración.

Para poner esto en perspectiva, la aceptación del feminismo entre hombres jóvenes ha caído a un 40%, un descenso dramático. Unas décadas atrás, los jóvenes eran quienes defendían estos ideales con pasión. ¿Qué ha pasado en el camino?

Un vistazo a la inmigración: un tema candente

La inmigración siempre ha sido un tema delicado, especialmente entre los jóvenes. Según Lucía Medina, investigadora del ICPS, la aceptación de la inmigración ha descendido del 60% en 2023 al 54% en 2024. Ante tal declive, parece que la presencia mediática del tema ha influido en las percepciones. ¿Cuántas veces hemos escuchado debates acalorados sobre la criminalización de inmigrantes en la televisión? La respuesta está en el aire…

Junts, un partido político relevante en Cataluña, ha tenido que tomar una posición en temas de inmigración debido a la competencia del recién llegado Aliança Catalana (AC). La polarización es palpable: el 100% de los votantes de AC están a favor de limitar la inmigración. Esto contrasta fuertemente con el panorama que presentan los votantes jóvenes, donde el 61,8% de los hombres jóvenes están totalmente en contra de la inmigración.

Hombres Vs. Mujeres: una brecha en ideas

A medida que exploramos más a fondo, es importante detenerse en la diferencia de opiniones en función del género. Mientras que el 38,2% de los hombres jóvenes están de acuerdo con la inmigración, el 60% de las mujeres jóvenes la apoya. ¡Vaya abismo! Esto no es solo una discrepancia en opiniones; es una representación clara de una narrativa social en construcción. Las mujeres parecen estar más alineadas con la empatía y la inclusión, en comparación con los hombres jóvenes que prefieren hacer eco de voces más excluyentes. ¿Dónde están las fuentes de información que están moldeando estas opiniones?

Sentimientos negativos hacia la política

La encuesta también arroja resultados alarmantes sobre el estado de la política. ¿Sabías que tres cuartas partes de los encuestados experimentan sentimientos negativos hacia ella? Lo que más resalta en estos sentimientos son conceptos como desconfianza (un preocupante 28%) y frustración (25%), que han ido en aumento. Parece que la política, en lugar de ser un lugar de soluciones, se ha convertido en un campo minado de frustraciones.

Vivir en un país gobernado democráticamente debería ser crucial para todos, pero sorprendentemente solo el 42% de las mujeres y 29% de los hombres de 18 a 24 años creen que es extremadamente importante. ¿No deberían ser esos números más altos?

Las causas subyacentes

Indiscutiblemente hay factores que alimentan este descontento. La desinformación y las fake news son los principales culpables, con un 83,7% de la población identificándolas como amenazas a la democracia. Además, la extrema derecha y las desigualdades económicas son preocupaciones que suman a esta lista, con tasas que rondan el 80%.

Más allá de las cifras, ¿hay algo que se esté haciendo para abordar estas preocupaciones? Tal vez la solución pase por la educación. Es fundamental integrar la alfabetización mediática en la educación de nuestros jóvenes para que puedan discernir mejor lo que es verdad de lo que es ficción.

Reflexiones finales: El camino a seguir

La juventud catalana se enfrenta a un dilema muy real. Mientras algunos ven en la democracia un sistema en declive, otros parecen estar abrumados por la apatía. Y así nos encontramos en un punto crítico: ¿serán capaces de conectar con los valores democráticos que parecen estar en riesgo?

La balanza se sostiene en las manos de las futuras generaciones. Fomentar el diálogo abierto sobre estos temas y ofrecer espacios en los cuales los jóvenes puedan discutir sus preocupaciones podría ser el primer paso hacia un cambio positivo.

Cataluña, con su rica historia y vibrante cultura, tiene la oportunidad de reestablecer el vínculo de sus jóvenes con la democracia. Quizás la solución no esté en buscar culpables, sino en brindarles las herramientas necesarias para que sean sus propios protagonistas en la historia democrática.

Al final, la pregunta persiste: ¿Estás dispuesto a invertir en el futuro de tu comunidad y a involucrarte en el diálogo democrático? Si no lo haces, quien sabe… ¡tal vez termines sentado en una cafetería dando una charla frustrante sobre cómo todo esto se ha vuelto un caos!

¡Así que a poner manos a la obra!