Deporte urbano. Nunca me olvidaré del primer skate que tuve, una reliquia vintage de los años 90 que mis padres habían conservado en el garaje. Fue un desafío intentar aprender a navegar por el asfalto, persiguiendo la perfección y la aventura de mi vida suburbana. Aquellos días volvieron a mi mente mientras escuchaba el roce de las ruedas de los patinetes y skates contra el pavimento en el reciente Extreme Barcelona, un festival que transforma al Parc del Fórum en una cápsula de la cultura urbana. ¿No es increíble cómo algo que solía ser visto como un acto de rebelión callejera se ha convertido en el centro de atención de un evento de gran magnitud?

El inicio de un movimiento

En 2008, patinar en la calle en Barcelona oficialmente estaba prohibido. Sin embargo, la chispa para crear un evento dedicado a los deportes urbanos se encendió. Ese año nació el Extreme Barcelona, un festival que se ha convertido en el punto de encuentro de los amantes de los deportes urbano. Me río al recordar las primeras ediciones, cuando a los atletas les era difícil competir con camiseta. ¿Podrías creerlo?

Hoy, una realidad diferente

Ahora, 12 skateparks salpican la ciudad y, 16 ediciones del Extreme después, más de 450 deportistas de más de 30 países inundan los campeonatos de septiembre. El sonido de los Djs y la voz de los speakers es la banda sonora de este evento familiar gratuito que atrae a un público variado, e impulsa el crecimiento de diferentes disciplinas.

Fomentando la igualdad de género

La paridad de género ha dejado de ser la excepción para convertirse en la norma en el mundo del deporte urbano. Al igual que aquel día en el que una pequeña Valentina Krauel decidió iniciar en el skateboarding, muchas niñas también están probando suerte en este deporte. La joven skater de 15 años, confiesa: “Ahora hay muchas niñas que empiezan, y que se fijan en mí u otras chicas de España”. Sin duda, eventos como Extreme Barcelona contribuyen a la visibilidad y a elevar el nivel de competencia. No puedo evitar emocionarme al pensar en todos los logros que estos jóvenes están consiguiendo en este campo; es un escenario completamente diferente al que me encontré cuando yo era un aspirante a skater.

Un impulso olímpico

¿Quién podría haber imaginado que los Juegos Olímpicos se convertirían en un trampolín para los deportes urbanos? Sin embargo, eso es exactamente lo que está sucediendo. La participación en el Extreme Barcelona y el creciente interés que estos deportes están generando son un testimonio del impacto del “efecto olímpico”. Sí, ese efecto que puede hacer que hasta el más tímido aspirante a deportista recoja una tabla por vez primera.

¿Patinaje o una forma de vida?

Me encuentro observando a los jóvenes practicando y grabando sus trucos para compartirlos en las redes sociales. Para ellos, no se trata de simplemente realizar acrobacias en una tabla, sino de vivir y respirar el deporte urbano. Y me doy cuenta de cómo Barcelona se ha convertido en un faro de este movimiento. Todo tiene sentido ahora, el skate en sus manos no es solo una tabla de madera con ruedas, es un pasaporte a una comunidad que favorece la creatividad, el talento y la inclusividad. Es un manifiesto de la transformación social y cultural que están generando estos jóvenes que, o bien saben volar, o no tienen miedo a caerse.

Finalmente, si tienes la oportunidad de experimentar eventos como Extreme Barcelona, no te lo pienses dos veces. No se trata solo de observar a los atletas haciendo piruetas increíbles, es todo un espectáculo cultural. Es un escaparate de cómo una ciudad puede abrazar lo nuevo y lo desconocido, y transformarlo en algo hermoso. Aunque, por supuesto, no vendría mal si aprendieras algunos trucos para mostrar en la próxima reunión familiar; eso siempre es un bonus.

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Artículo inspirado por noticia publicada en El País Catalunya