La vida a menudo se siente como un guion desordenado, ¿no es cierto? En ocasiones, cuando nuestras relaciones se complican, deseamos que alguien pueda dar sentido a ese caos con un toque de humor y verdad. Es precisamente este enfoque lo que nos ofrece Custodia repartida, la nueva serie original de Disney+ dirigida por el aclamado cineasta Javier Fesser. En este artículo, te invito a desentrañar los matices de esta comedia dramática que explora la vida después de una separación y cómo el amor y la complicidad familiar pueden surgir de las cenizas de la ruptura.

La trama: entre risas y lágrimas

En Custodia repartida, Fesser nos presenta a Cris y Diego, interpretados por Lorena López y Ricard Farré, una pareja cuya historia de amor se convierte en un drama con tintes cómicos y, a la vez, enternecedores. La serie nos sumerge en la vida de estos personajes, quienes, tras una separación, se ven obligados a aprender a coexistir en un nuevo mundo donde su hija de 5 años es el epicentro de toda acción.

La premisa es simple, pero, como muchos grandes relatos, tiene profundidad. Aquí está la paradoja: mientras se desmorona la relación de pareja, la familia sigue unida en torno a su hija. ¿Cómo se vive esa dualidad? Es un tema frecuente en la vida moderna, donde las dinámicas familiares se transforman y adaptan. Recuerdo que una vez un amigo me dijo: «Las separaciones no existen; las familias cambian de forma.» Y sí, hay un sentido de verdad en eso.

Una dirección valiente con alma

Lo llamativo de Custodia repartida es que es la primera serie que dirige Fesser sin escribir el guion, que fue desarrollado por Juanjo Moscardó y María Mínguez. Puede que pienses que esto podría ser una desventaja, pero el resultado es todo lo contrario. Fesser alcanza un tono real y natural, sumergiendo al público en la veracidad de las emociones humanas y el dilema de la vida diaria.

Durante una entretenida conversación, Fesser se mostró reflexivo y apasionado al hablar sobre su proceso. «No estábamos ensayando una ficción; estábamos tratando de encontrar verdad en todo esto», mencionó, compartiendo un poco de sabiduría que me hizo recordar todos aquellos momentos en los que intentamos interpretar papeles que no eran verdaderamente nuestros.

Recuerdo una vez que me perdí en una conversación con un amigo sobre los «detalles no escritos» de la vida: esas pequeñas pero significativas interacciones que conectan a las personas. Y creo que, sea a través de un guion o no, eso es precisamente lo que Fesser captura con maestría en esta serie.

Entre lo cómico y lo dramático

La serie no se regodea en el sufrimiento. Desde el primer episodio, se presenta un tono ligero que contrasta con momentos de profundidad emocional. El humor se convierte en el vehículo para explorar problemas serios, como la conciliación familiar y la precariedad laboral. Matt Groening, el creador de Los Simpson, dijo alguna vez: «El humor es una forma de lidiar con la vida.» Lo cual, fiel a este twittero, me hace reír mientras pienso en la cantidad de situaciones absurdas que uno puede encontrar a diario.

Ferrer y López aportan a sus personajes ese aire de humanidad que hace que cualquiera de nosotros se pueda identificar con ellos. Como Farré menciona: «Es un drama sin que nadie se dé cuenta.» Esa es la esencia de operar en el mundo moderno donde tantas cosas siguen sucediendo, incluso en los momentos más oscuros.

Conectando con el público

Una de las claves de Custodia repartida es la conexión que establece entre el espectador y los personajes. En los ensayos, según Fesser, todos los actores se hicieron amigos, creando una complicidad que se siente auténtica en la pantalla. A veces, olvidamos que detrás de cada interpretación hay seres humanos reales que, como nosotros, tienen sus propios problemas y alegrías.

¿Te ha pasado alguna vez que miras una comedia y sientes que están hablando directamente de ti? Es un sentimiento reconfortante y un recordatorio de que no estamos solos en este viaje llamado vida. De hecho, Fesser busca generar esa interacción: «La idea era solo contar las cosas de verdad y que los personajes fueran de carne y hueso.» ¿No es glorioso ver a alguien en una serie que te hace pensar: «¡Sí, eso me pasó a mí!»?

El rol del humor

Fesser utiliza el humor como un medio para hablar de temas importantes, permitiendo al espectador reírse de su propia realidad. Se alegra de ver que muchas de las cosas más absurdas que les pasan a los personajes son reflejos de la vida cotidiana, y eso resuena fuertemente en nosotros. «El humor permite contar de una forma muy directa las cosas que te pasan,» dice Fesser. Y aquí queda claro que, aunque estemos lidiando con el drama, siempre hay espacio para una broma.

Recuerdo una anécdota personal. En una de esas noches oscuras, perdí un trabajo que amaba. Pero lo que haría después fue clave. Reuní a mis amigos y compartimos historias, risas y algún que otro llanto. Ese momento se volvió una especie de terapia, y veo un paralelismo con lo que sucede en esta serie.

La experiencia de ver

La serie está construida a partir de episodios de unos 30 minutos, perfectos para una maratón (deberías guardarte unos días). Fesser logra mantener el interés del espectador, entrelazando momentos de risa con otros que te hacen reflexionar. ¿Quién no ha sentido ese nudo en el estómago al recordar la complejidad de la vida familiar? La escritura hace que se sienta como si estuvieras mirando una película en lugar de un programa de televisión, gracias al enfoque casi «documental» que Fesser deseaba.

A medida que avanza la serie, el espectador se encuentra ante un espejo que refleja las «torpezas emocionales» que todos enfrentamos, y eso, queramos o no, es divertido y sanador. En una sociedad donde lo superficial muchas veces prevalece, este tipo de narrativas se convierten en un oxígeno fresco.

Conclusión: Una historia que nos invita a reflexionar

En definitiva, Custodia repartida no es solo otra serie sobre las complicaciones de la vida moderna; es una exploración honesta de cómo, a través de las separaciones y los nuevos comienzos, aún hay espacio para el amor, la risa y la conexión. Fesser y su equipo han creado un producto que, aunque se base en el drama de una separación, muestra que siempre hay luz en la oscuridad.

Así que te invito, querido lector, a darle una oportunidad a esta serie. Y recuerda que, independientemente de los paréntesis en los que te encuentras, la vida siempre ofrece nuevas oportunidades para que los personajes de tu propia historia encuentren el camino hacia adelante. Al final del día, somos todos actores en un guion hermoso y caótico, y Custodia repartida nos ayuda a recordarlo. ¡Así que prepárate para reír, llorar y, sobre todo, sentir!