Quienes han tenido el privilegio de visitar Japón saben que es un país donde la cortesía y el respeto son casi religiones. Sin embargo, este paisaje idílico del honor japonés se ve matizado por la reciente afluencia de turistas que, al igual que yo (y probablemente tú si estás leyendo esto), se aventuran en este contexto cultural de modos que podrían, a primera vista, parecer inocentes pero acaban convirtiéndose en representaciones de lo que podríamos llamar «el tipo de gresca más sofisticada».
Así que, si alguna vez te has preguntado por qué algunos residentes parecen universalmente irritados en el tren, y deseas evitar ser el protagonista de una anécdota que circulará en conversaciones japonesas durante años, acompáñame a explorar las sutilezas de este fascinante país, las costumbres que difieren y, claro, aquellos comportamientos que hacen que los habitantes locales se tiren de los pelos.
El auge del turismo en Japón: ¿bendición o maldición?
Durante los últimos años, Japón ha experimentado un auge en el turismo. Según cifras del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo de Japón, el país alcanzó cifras históricas de visitantes en 2024, superando los 40 millones de turistas. La diversidad cultural, el arte, la gastronomía y, por supuesto, la famosa cortesía japonesa han convertido a Japón en un destino soñado.
Sin embargo, el deseo de conocer Japón viene acompañado de la responsabilidad de comportarse como corresponsales de nuestras propias naciones. ¡Imagina ser el embajador de un país en un tren japonés! No es una tarea fácil, especialmente para quienes no están familiarizados con las costumbres niponas.
Una encuesta reveladora: comportamientos y actitudes
Una reciente encuesta realizada por la Asociación de Ferrocarriles Privados de Japón arroja luz sobre las prácticas turísticas que irritan, o incluso ofenden, a los locales. Aunque algunas de las respuestas son obvias, otras pueden tomarte por sorpresa. ¿En serio hay personas que se sientan en el suelo del tren? Pues sí, y eso no es todo.
1. Comer o beber en el tren
Comencemos con algo leve: comer o beber en el tren. En un país donde la estación de tren está rebosante de opciones gastronómicas, ¿por qué elegir consumir alimentos dentro del vagón? Aunque no está estrictamente prohibido, hay un consenso implícito: es mejor que los olores de comida no invadan ese pequeño espacio de lujo que es el tren. Y, si estás pensando en tomar un pequeño bocado, tal vez deberías pensarlo dos veces. ¿Te imaginas abrir una bolsa de chips en medio del vagón y todos mirándote como si fueras un monstruo?
2. Los asientos prioritarios: un asunto delicado
Los asientos prioritarios son una cuestión delicada. Ya sabes, aquellos lujosos asientos que están reservados para las personas mayores, embarazadas o con discapacidades. Si no necesitas ese asiento, es preferible dejarlo vacío para el que lo necesite. El dilema que enfrentan muchos turistas es si deben ceder el asiento o no. La respuesta es simple: cederlo siempre es una buena idea, no importa cuán cómodo esté.
3. La lucha contra la basura
Irritar a los nipones es una hazaña que no debe tomarse a la ligera. Dejar residuos en trenes, que están diseñados para ser ejemplares en cuanto a reciclaje, es un pecado capital. En Japón, la filosofía de llevarse su propia basura a casa es casi sagrada. Así que, la próxima vez que consideres dejar tu botella de agua vacía en el tren, recuerda que, en Japón, eso es tan ofensivo como hablar entre bocado y bocado.
La carga del equipaje
Ah, el equipaje. Ese maldito compañero que, aunque es necesario, a menudo se convierte en nuestro peor enemigo. Las maletas y el equipaje, según la encuesta, son una de las principales razones de irritación para los nipones: un viaje lleno de emoción puede verse ensombrecido por un turista que no sabe manejar su carga.
Si alguna vez te has visto en una estación bulliciosa intentando navegar con una valija gigantesca, sabrás que puede convertirte en un obstáculo humano. A los lugareños no les gusta que ocupes espacios cruciales con tus pertenencias. Así que, sostén tu mochila frente a ti y colócale un no rotundo a las grandes maletas en los pasillos, a menos que te guste la idea de ser el centro de atención (por las razones equivocadas).
El ruidoso mundo de los trenes
Y, por último, llegamos a la queja definitiva de los residentes: los ruidos y comportamientos incomprensibles. Hablando como alguien que ha utilizado el transporte público en muchas ciudades del mundo, me he encontrado en múltiples ocasiones en la búsqueda de ayudar a mis vecinos con un poco de moderación en la animación.
Pero, sorprendentemente, los visitantes que se muestran emocionados tienden a hablar en voz alta, riendo a carcajadas mientras mantienen conversaciones animadas. En la sociedad japonesa, donde el silencio es tan apreciado como el sushi bien hecho, este comportamiento puede percibirse como un desprecio a las normas sociales. ¿Silencio absoluto? No se pide eso, pero un poco de moderación nunca viene mal.
Reflexiones finales: un choque cultural enriquecedor
Como viajero, es fácil caer en la trampa de creer que somos inocentes exploradores en un mundo lleno de maravillas. Sin embargo, como la encuesta nos ha recordado, ser un turista consciente significa estar atento a las costumbres locales y esforzarse por respetarlas. Al final del día, no somos los únicos que transitamos esos trenes; también son los habitantes del país quienes comparten ese espacio con nosotros.
Así que, mientras te adentras en las complejas calles de Tokio, las tranquilas tradiciones de Kioto, o la belleza serena de Hiroshima, recuerda que tu comportamiento podría ser un reflejo de tu cultura. Cada viaje es una oportunidad no solo para aprender de un nuevo destino, sino también para enriquecer nuestra comprensión de nosotros mismos y de los demás.
Así que, ¿te atreves a ser un viajero consciente? Si la respuesta es sí, te aseguro que, además de disfrutar de la cultura nipona, también harás sentir a los locales que todo ese esfuerzo que pusieron en educarse y mantener la armonía de su sociedad no ha sido en vano.
Recuerda: no es solo un viaje; es una experiencia. Y, sinceramente, ¿quién no quiere irse de Japón dejando una buena impresión?