La nutrición es un tema que, a pesar de lo que podamos creer, no se agota en un par de consejos sobre qué debes comer. Durante años, nos han repetido como un mantra que debemos comer cinco veces al día para estar sanos y saludables. Pero, ¿y si te dijera que eso podría no ser tan cierto? En su libro El diseño humano, el dietista José María Catalina se atreve a cuestionar este clásico axioma. Pero, antes de entrar en materia, permíteme compartir un pequeño secreto: yo también caí en esa trampa.

La revelación del desayuno: ¿el rey de las comidas?

Recuerdo el primer día en que decidí seguir el clásico consejo de «desayunar como un rey». Para mí, eso significaba un gran tazón de cereales y un vaso de jugo de naranja. Bien, ¿no? Pero aquí está el truco: al cabo de un par de horas, ya estaba buscando la siguiente comida. ¿Te suena familiar? Así comienza nuestro ciclo de picoteo, y, claramente, Catalina no es el único que ha notado esto.

Según él, el cuerpo humano no está diseñado para comer tantas veces en un día. Así que, en lugar de llenar nuestro estómago con carbos a primera hora, podríamos estar jugando en un campo de mejor rendimiento energético. ¿Qué tal si en lugar de ese tazón de cereales optáramos por un desayuno rico en grasas saludables? Hmmmm… interesante, ¿verdad?

La ciencia detrás del almacenamiento de energía

Hablemos de energías. Catalina explica que la energía de nuestro cuerpo se almacena principalmente en forma de grasa. Recuerda a Pepito, ese amigo que deja de hacer ejercicio y aún así sigue comiendo como un campeón. Catalina argumenta que el almacén de glucógeno de una persona entrenada solo puede contener alrededor de 2300 kcal. En términos más simples, ¡eso es un almuerzo familiar a la que le han dado tres comidas extra!

Aquí es donde la controversia se vuelve interesantísima. La mayor parte de la energía que consumimos puede irse directamente a nuestras reservas de grasa si no dejamos suficiente tiempo entre comidas. Si eso no es suficiente para hacerte pensar, repasa el hecho de que muchos de nosotros brainstorm sobre qué comer a la siguiente comida antes de haber terminado la actual. La trampa de las cinco comidas se siente más como una maldición que como una mayoría de edad saludable.

La danza entre glucógeno y grasa

Catalina también comparte su visión sobre cómo funciona este baile entre glucógeno y grasa. Al iniciar cualquier comida, llenamos esos depósitos de glucógeno con la energía que no usaremos inmediatamente—algo así como acumular una deuda a la tarjeta de crédito al mismo tiempo que intentas ahorrar. Si no evacuamos esos depósitos con suficiente espacio entre comidas, ¡adivina qué! Seguimos acumulando «deudas». Cuando las deudas se acumulan, los intereses no tardan en aparecer, y eso es exactamente lo que le ocurre a nuestro cuerpo con la grasa.

Piensa en la última vez que querías hacer ejercicio. Después de una buena sesión, podrías haber creído que te merecías un premio. Pero aquí entra el «pero»: como dice Catalina, si no vacías esos depósitos de glucógeno, no hay forma de que tu cuerpo comience a quemar esa grasa tan temida.

Desentrañando la insulina: el carcelero de nuestro metabolismo

Hablemos de la insulina, esa hormona que puede ser tanto tu amante como tu enemiga. Cuando consumes muchas comidas al día, tu cuerpo produce insulina continuamente. Es como invitar a todos tus amigos a una fiesta y darte cuenta de que están consumiendo todo el vino de tu bodega. ¿Y cuál es el resultado? Niveles elevados de insulina conducen a un metabolismo más lento y eventualmente a la diabetes. Según Catalina, pasarse de rosca con la insulina puede hacer que te sientas débil y mareado si no comes cada pocas horas. ¡Bingo! Ahí es donde muchos de nosotros encontramos ese ciclo vicioso.

Entonces, cuando escuchas que «debes comer algo azucarado», ¿es realmente una necesidad biológica o solo un efecto de esa fiesta insulínica interminable? Quizás es momento de replantear cómo estamos alimentando nuestro cuerpo.

La cultura del picoteo: ¿estamos poniendo en riesgo nuestra salud?

Catalina no se detiene aquí. Según él, ya que nos hemos acostumbrado a picar entre comidas, terminamos alimentando no solo a nuestro estómago, sino también a un sistema que se encuentra en un constante modo de almacenamiento. Esto se ha vuelto tan común que a veces parece que la norma es permanecer en un círculo vicioso de energía baja, picos de azúcar y antojos voraces.

Este ciclo puede ser tentador, sobre todo cuando vemos anuncios de comida rápida que nos prometen sentirnos bien al instante. Pero, ¿es eso lo que realmente queremos? En un mundo donde todo es inmediatez, quizás deberíamos considerar la posibilidad de que nuestra salud no se edita para encajar en un formato de Instagram.

Una dieta de calidad frente a la cantidad

Es hora de mirar esa creencia generalizada de que más es mejor. Catalina nos impulsa a darle la vuelta a la tortilla: ¿y si enfocamos nuestras comidas en la calidad en vez de en la cantidad? En lugar de cinco comidas llenas de carbohidratos y azúcares, podríamos centrarnos en alimentos densos en nutrientes que nos brinden la energía que realmente necesitamos.

Considera esto: ¿cuántas veces te has sentido realmente lleno y satisfecho después de seguir la regla de las cinco comidas? Me atrevería a decir que, si eres como yo, las veces que te has sentido satisfecho son más bien escasas.

Conclusión: cambiando nuestra relación con la comida

Lo que nos ha enseñado Catalina en su libro es que la relación que tenemos con la comida puede ser sumamente compleja. Si nos aferramos desesperadamente a la idea de las cinco comidas diarias, corremos el riesgo de encerrarnos en un ciclo de almacenaje de grasa y de una continua necesidad de carbohidratos.

Al final del día, se trata de ser conscientes de qué estamos comiendo. Si tienes en cuenta la calidad de lo que pones en tu cuerpo, así como el espacio entre las comidas, quizás te sorprendas con los resultados positivos que obtener. Entonces, ¿estás listo para replantear tus hábitos alimenticios? A veces, volver a lo básico es la respuesta más efectiva. ¡Hasta la próxima!


Espero que hayas disfrutado de esta conversación sobre nutrición y que haya desafiado algunas de tus creencias. No olvides mirar hacia adentro y ver qué mejoras puedes hacer en tu vida diaria—al final del día, tu cuerpo te lo agradecerá. ¿Listo para un cambio?