Las fake news, o noticias falsas, han crecido de manera alarmante, especialmente durante desastres naturales. Hace poco, mientras me preparaba una taza de café (sí, el primero de muchos para sobrevivir el día), leí un artículo abordando el tema de cómo la desinformación se propaga a gran velocidad durante momentos críticos. ¿Cuántas veces nos hemos topado con algún bulo en redes sociales y hemos sentido un escalofrío recorriendo nuestra espalda? Imagínate hacerlo mientras te sacudes el agua de la lluvia, pensando que tu casa está a punto de ser arrasada por un tsunami.

¿Por qué las fake news se multiplican en situaciones de crisis?

La situación que enfrenta España con el fenómeno de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) es, lamentablemente, un ejemplo perfecto. Según diversos expertos, la desinformación tiende a proliferar en momentos de ansiedad y confusión. Da gusto pensar que estamos más informados que nuestros antepasados, pero, irónicamente, lo que en realidad sucede es que estamos sobreestimulados por la cantidad de información que recibimos, y muchas veces, esta es incorrecta.

En este escenario, las redes sociales se convierten en un caldo de cultivo ideal para los bulos. ¿Qué es más emocionante? ¿Compartir la foto de tu desayuno o un mensaje alertando sobre inundaciones repentinas? Ese último mensaje, aunque sea falso, puede ser más tentador. Los clicks y compartidos incrementan, y la verdad se pierde en el camino.

Exageraciones y bulos sobre daños

Para contextualizar, uno de los patrones más alarmantes de la desinformación que hemos observado es la exageración de las víctimas y daños. A menudo, en las primeras horas de un desastre, cuando la información es confusa, emergen mensajes que afirman que “una presa se ha desbordado” o que “se prevé un tsunami”. Yo me pregunto, ¿por qué es tan fácil dejarse llevar por el pánico? La mezcla de incertidumbre y desesperación es poderosa. Personalmente, me sucede cuando veo una película de desastre: aunque sé que es ficción, mis palpitaciones aumentan.

La realidad detrás del caos: delitos y desconfianza

El segundo patrón de fake news que se destaca es la creación de un entorno de inseguridad, exacerbandoso las noticias sobre delitos que pueden surgir durante desastres. Es cierto que durante eventos críticos la desorganización puede dar paso a comportamientos poco éticos, como robos y saquear comercios. Sin embargo, no todas las noticias en redes sociales son precisas. En las redes, a menudo, la narrativa se transforma en un escenario de Mad Max, donde todos se niegan a cooperar. Este tipo de desinformación no solo es dañino, sino que genera una atmósfera de desconfianza entre los ciudadanos.

Hacer el paréntesis aquí me recuerda a una anécdota de mi vida personal. En una tormenta fuerte mientras vivía en una pequeña ciudad costera, escuché que mi vecino había saqueado el supermercado. Imagina mi rostro al ver a dicho vecino salir tranquilamente del mismo correo, sin parecer afectado por la catástrofe. Sí, no todo lo que se dice en redes es verdad.

La conspiranoia también se hace presente

No hay nada que fascine más a ciertos individuos que las conspiraciones. ¿Te suena el término HAARP (High-Frequency Active Auroral Research Program)? Este proyecto científico ha sido relacionado erróneamente con todo tipo de manipulaciones climáticas. Beatriz Gallardo-Paúls, catedrática de Lingüística de la Universidad de Valencia, menciona que la difusión de fake news busca socavar la confianza social. Alguien puede pensar que detrás de cada desastre hay un complot: “La DANA realmente es un ataque orquestado por algún país enemigo”. ¿Es realmente posible? Pues en la mente de algunos, sí.

Lo curioso de esto es que hemos llegado a un punto en el que, para algunas personas, las noticias reales se ven como menos verídicas que aquellas que tienen tintes de conspiración. Eso sí que suena a una trama de película de ciencia ficción.

Las falsas peticiones de auxilio: un grito en el vacío

En situaciones de calamidad, también abundan las falsas peticiones de ayuda. Seguro que en algún momento has visto un mensaje con un “SOS” que circula viralmente. El problema aquí es que, en medio del caos, estas publicaciones pueden desviar recursos valiosos. Pensémoslo un momento, ¿no preferirías que los recursos se destinaran a quienes realmente los necesitan? Es un juego peligroso cuando la carga emocional se mezcla con la desinformación.

El fraude como una modalidad de lucro

Y aquí llega quizás el aspecto más mezquino: el fraude financiero relacionado con desastres. En momentos de crisis, aparecen “buenas almas” que ofrecen donaciones para ayudar a las víctimas. Tristemente, a veces, estas campañas son solo fachadas utilizadas por delincuentes para estafar a personas con buenas intenciones. ¿Te imaginas caer en eso? La disonancia cognitiva es tal que, en el rincón de la mente, podrías acabar pensando que este mundo realmente está loco.

Un ejemplo reciente fue la circulación de un número de teléfono fraudulento que aseguraba ser el nuevo contacto de Emergencias. Tras una búsqueda rápida, me encontré con este número pasando por un grupo familiar de WhatsApp, y aunque en el momento, todos nos reímos sobre lo absurdas que eran las opciones que se ofrecían, hacia el fondo, estaba ese ligero sentimiento de inconformidad y tristeza.

Desastres naturales: un terreno fértil para fake news

Los desastres naturales, como incendios, tormentas y terremotos, son momentos en los que la fake news florece. En el caso del huracán Helene, se vieron imágenes generadas por IA que mostraban a personas llorando por la situación, pero con mensajes políticos de trasfondo. Es probable que estos ejemplos, por más tristes que parezcan, tengan fines ideológicos. La manipulación de la narrativa puede influir en el pensamiento de un grupo y generar un daño mucho más amplio.

Potencial de desinformación en la era de la IA

Vivimos en una época extraordinaria: la inteligencia artificial ha hecho que la creación de contenido sea más accesible. Por un lado, esto puede ser positivo, ya que democratiza la creación de contenido, pero por el otro, puede ser un arma de doble filo, ya que también facilita la difusión de desinformación. ¿Nos hemos preguntado si la IA podría ayudar a filtrar información falsa? Pero, claro, esto lleva a otro terreno: si comenzamos a permitir que la IA decida qué es verdad y qué no, ¿nos estaríamos despidiendo de nuestra libertad de expresión?

¿Cómo enfrentamos la desinformación?

Es natural sentirse abrumado ante tantas noticias inesperadas. Sin embargo, tenemos la capacidad de ser críticos. Es fundamental validar la información antes de compartirla. Un buen tip que utilizo es: “si suena demasiado dramático, probablemente lo sea”. Además, la verificación de hechos (fact-checking) y acudir a fuentes confiables son herramientas esenciales en el relato actual de nuestras vidas.

Conclusión: un futuro incierto

Para terminar, el crecimiento de las fake news en situaciones de desastres naturales es un fenómeno preocupante que no parece que vaya a desaparecer tan rápidamente. La clave está en nuestra capacidad como sociedad para discernir entre lo real y lo que solo se alimenta del caos. No se trata solo de un problema de información; es una cuestión de confianza social. La lucha contra la desinformación es una tarea colectiva.

Si hemos demostrado algo en este artículo, es que la información errónea puede producir efectos devastadores. Así que la próxima vez que enfrentes una tormenta, ya sea literal o figurativa, pregunta: “¿esta información es realmente cierta?”. Puede que encuentres una respuesta que te ahorre un buen dolor de cabeza… o de corazón.