La reciente decisión del Congreso de España de avanzar en la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género es, sin lugar a dudas, un hito relevante en la lucha por la igualdad y la erradicación de la violencia machista. En un momento en el que la sociedad está más consciente que nunca de las múltiples formas en que se manifiesta la violencia de género, el nuevo texto, que incluye 400 medidas, nos ofrece un atisbo de esperanza. Pero, ¿qué implica realmente este pacto y cómo cambiará la vida de quienes sufren violencia de género?

Un acuerdo casi unánime: el valor del consenso

Este lunes, el Congreso ha dado un paso definitivo hacia un acuerdo que, aunque imperfecto —y con ausencias notables como la de Vox, que no se ha sumado—, representa un esfuerzo colectivo para abordar un problema que afecta a tantas vidas. Durante el debate en la comisión, todos los grupos aprovecharon la oportunidad para celebrar el espíritu de este acuerdo, más allá de las diferencias políticas. ¿No es curioso cómo, ante una causa tan importante, los partidos pueden encontrar un terreno común? Una rareza en el panorama político actual, ¿verdad?

Una de las intervenciones más conmovedoras fue la de la portavoz socialista, Milena Herrera, quien enfatizó: “No están, no estáis, no estamos solas”. Este mensaje es crucial en un momento en el que la soledad puede ser una de las mayores pesadillas que enfrentan las víctimas de violencia.

Un presupuesto significativo al servicio del cambio

El pacto también prevé un aumento del presupuesto destinado a combatir la violencia de género, con una proyección de 1.500 millones de euros a lo largo de cinco años. Esto no es solo una cifra; es un compromiso material que podría facilitar la implementación efectiva de las diversas medidas contempladas. A menudo escuchamos la misma retórica sobre la necesidad de actuar, pero ver un compromiso financiero concreto puede ser un cambio de juego.

Como alguien que ha pasado por momentos difíciles, puedo decir que saber que existe un respaldo institucional y económico es crucial. Es como tener un salvavidas en un mar tormentoso. Y aunque no solucionará todos los problemas, es un paso en la dirección correcta.

Reconocimiento de la violencia económica: una dimensión crucial

Una de las novedades más destacadas de este nuevo pacto es la consideración de la violencia económica como una forma de violencia de género. Hasta ahora, este tipo de violencia ha estado a menudo en la sombra, pero es esencial que se reconozca, ya que puede manifestarse a través de la falta de pago de pensiones, control financiero y otras formas más sutiles pero igualmente dañinas.

¿Quién no ha escuchado historias de amigos o familiares que han sufrido este tipo de abuso? A menudo es menos visible que la violencia física, pero su impacto puede ser devastador. Dicen que el dinero no compra la felicidad, pero al menos puede gastar en un café reconfortante después de un día difícil, ¿no? Sin embargo, en situaciones de control económico, ni siquiera esa pequeña jugosidad está al alcance de la víctima.

Medidas para el acompañamiento de víctimas

El nuevo pacto también introduce medidas para mejorar el «acompañamiento» de las víctimas, creando la figura de las unidades de apoyo en el ámbito local. Conocemos historias que describen el desamparo y la incomprensión. Saber que estos apoyos están disponibles puede ser una luz en la oscuridad para muchas personas que enfrentan situaciones difíciles.

Imagina que eres una víctima que ha decidido dar el paso de pedir ayuda. No es fácil y, al enfrentar el estigma y el miedo, saber que hay alguien capacitado para brindarte la asistencia que necesitas puede marcar la diferencia. El maltrato psicológico es insidioso y devastador. Más allá del apoyo emocional, las unidades de apoyo podrán ayudar en la identificación de recursos locales, acompañar a las víctimas a consultas médicas, ofrecer asistencia legal y mucho más.

Prevención desde la educación: una inversión en el futuro

Un aspecto alentador que se asoma en este pacto es su enfoque en la prevención, particularmente en entornos educativos. Se han propuesto campañas de sensibilización que se centran en la educación de los adolescentes, una estrategia que tiene el potencial de sembrar semillas de cambio a largo plazo.

No sé tú, pero a veces me gustaría retroceder el tiempo y hablar con el «yo» de mi adolescencia sobre las relaciones sanas. En lugar de idealizar el romance digno de una película de Hollywood, sería más valioso ayudar a los jóvenes a entender que el amor no debería ser una lucha. Las campañas de prevención que se implementen en las aulas serán una forma eficaz de abordar los mitos de la masculinidad tóxica y, quizás, evitar que más jóvenes caigan en patrones destructivos.

La voz de las víctimas y el papel de la sociedad

La emotiva historia de una madre que busca justicia tras la muerte de su hijo a manos de su expareja resuena en cada rincón de este debate. En su testimonio, ella recuerda una frase desgarradora: “No me falló a mí, le falló a Cristian”. Su historia es un recordatorio potente de que la violencia de género no solo afecta a la víctima directa; las huellas de este tipo de violencia se sienten en toda la comunidad.

Cada uno de nosotros debe preguntar: ¿Cómo podemos ser parte de la solución? La respuesta no siempre es sencilla. A veces, puede ser tan simple como escuchar a un amigo o, en ocasiones, levantarse y hacer una declaración cuando escuchas comentarios problemáticos. Conoce a alguien que pasó por situaciones difíciles de abuso y no quedó indiferente ante esos comentarios. Las palabras pueden tener un peso significativo; es hora de usarlas de manera constructiva.

Reconocimiento y lucha por otras formas de violencia

A pesar de la celebración general del consenso, grupos como ERC y Podemos han subrayado que el pacto no aborda explícitamente ciertas formas de violencia, como la violencia obstétrica y la violencia institucional. La realidad es que muchas formas de abuso siguen relegadas a un segundo plano en el discurso público. Necesitamos visibilizar estos problemas y no permitir que queden ocultos tras la sombra de la violencia más «conocida».

Es irónico que en un mundo donde podemos comprar casi cualquier cosa online, aún sigamos «sin stock» en comprensión y visibilidad para las víctimas de violencia obstétrica. La violencia institucional, que se manifiesta en casos escandalosos como el del juez de La Manada, nos recuerda que a veces el sistema también puede fallar. Necesitamos que las estructuras que deberían protegernos también asuman su responsabilidad.

Un pacto imperfecto pero necesario

Al mirar hacia adelante, es vital comprender que, aunque el pacto no es perfecto, es un paso significativo. Como hemos visto, no se trata solo de números o de políticas; se trata de vidas. Cada medida, cada euro asignado, puede marcar la diferencia en la vida de alguien que ha sufrido violencia de género.

Es un viaje largo y complicado, pero es un viaje que comenzamos juntos. La lucha contra la violencia de género necesita el compromiso de todos nosotros: gobiernos, instituciones, sociedad civil y, sobre todo, de aquellas voces que han sido silenciadas durante demasiado tiempo.

Así que, ¿cómo podemos contribuir? Un pequeño gesto, como compartir este artículo o hablar sobre estas conversaciones en nuestras comunidades, puede generar un cambio. A menudo, la conciencia precede a la acción, y si somos capaces de despertar más voces al diálogo, habremos ganado un paso más en la lucha contra la violencia machista.

Reflexiones finales

El acuerdo alcanzado por el Congreso, aunque con sus limitaciones, abre la puerta a nuevas oportunidades para erradicar la violencia de género en nuestras sociedades. Cada letra de este pacto es un recordatorio de que no estamos solos en esta lucha, que somos parte de un movimiento que busca justicia, equidad y, fundamentalmente, la paz que merecemos.

Así que, mientras celebramos este momento, también reflexionemos sobre lo que viene después. La historia de cada vida que ha sido tocada por la violencia de género debe ser una fuerza motivadora para todos nosotros. Después de todo, el cambio comienza en la comunidad, y todos jugamos un papel en esa historia. ¿Estás listo para ser parte de la solución?