Recientemente, un caso de abuso sexual en un entorno educativo ha sido objeto de atención mediática tras la condena de Pedro José Domínguez, un profesor de Filología Inglesa de la Universidad de La Laguna (ULL). La noticia ha dejado a muchos desconcertados, y no es para menos. ¿Cómo es posible que un profesional de la enseñanza, alguien a quien se le confía la formación de futuros expertos, haya cometido crímenes tan atroces?
La historia detrás de este escándalo es profunda. Involucra emociones complejas, justicia, y, sobre todo, un llamado a la reflexión sobre las dinámicas de poder en instituciones educativas. Acompáñame en este recorrido por el caso de Domínguez mientras exploramos el impacto de sus acciones, las repercusiones en la comunidad universitária y la cambiante legislación sobre el acoso y abuso sexual.
antecedentes de un caso preocupante
El 13 de enero de 2023, durante el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal 4, Domínguez admitió haber cometido siete delitos de abuso sexual correspondientes a varias alumnas entre 2014 y 2017. Esto ocurrió en su despacho y en otros espacios comunes de la universidad, en situaciones donde las víctimas confiaban en él como docente. Solo imaginar la sensación de vulnerabilidad que debieron experimentar estas jóvenes es devastador. ¿Cómo es posible que alguien con una carrera de más de treinta años en la educación caiga tan bajo?
La Fiscalía había solicitado una condena de tres meses y un día de cárcel por cada delito, lo que refleja la gravedad de la conducta del acusado. A pesar de su larga trayectoria docente y la falta de antecedentes penales, el peso de sus acciones ha dado lugar a un proceso judicial que debería ser un claro llamado a la toma de conciencia.
el dilema del consentimiento y la cultura de la impunidad
Los agregados al caso revelan que Domínguez tocó y abrazó a las estudiantes sin su consentimiento, realizó comentarios de contenido sexual y creó situaciones incómodas en las que el poder estaba desproporcionadamente de su lado. Este patrón de comportamiento es alarmante y plantea preguntas sobre la cultura de la impunidad en ciertos círculos académicos. ¿Cuántas veces hemos visto situaciones similares en las que se minimizan o justifican los actos de una figura de autoridad?
Las respuestas no son simples. La publicación de este tipo de denuncias en medios de comunicación puede tener tanto efectos positivos como negativos. Por un lado, fomenta la denuncia de comportamientos inapropiados y empodera a las víctimas a hablar. Por otro lado, generan miedo y pánico en el entorno educativo, tanto en estudiantes como en educadores.
análisis de la sentencia
La resolución judicial ha sido objeto de controversia y discusión. Domínguez fue condenado a 21 meses y siete días de cárcel, pero no tendrá que ingresar en prisión, siempre y cuando no cometa ningún delito en los siguientes tres años. Además, se le impuso una prohibición de ejercer la docencia durante cinco años, aunque puede continuar vinculado a la universidad en otros roles. Esto evidencia una vez más las grietas en la legislación que muchas veces privilegia el mantenimiento de la figura del docente por encima de la protección de las víctimas.
¿Qué implicancias tiene esto? Primero, puede enviar un mensaje erróneo sobre las consecuencias reales del abuso en entornos académicos. También abre la puerta a cuestionar nuevamente la responsabilidad de las universidades en estos casos. Cuando el proceso para sancionar a un profesor es tan laxo, surgen dudas sobre qué tan seguros están los estudiantes en instalaciones que deberían ser refugios de aprendizaje y crecimiento.
el protocolo de acoso en la uLL
Desde que la ULL tuvo conocimiento de los abusos, se abrió un expediente disciplinario contra Domínguez, de acuerdo con el protocolo de acoso sexual y sexista establecido en 2014. Esta reacción es adecuada, pero, ¿por qué esperaron tanto para actuar? Aquí, el tiempo juega un papel fundamental.
La dilación de más de cinco años entre el inicio de la causa y el juicio en sí es un claro ejemplo de cómo la burocracia puede perjudicar a las víctimas. Al respecto, la universidad ha lamentado esta “tremenda dilación” que ha dejado una herida abierta en el entorno académico.
alzando la voz: el futuro del acoso en las universidades
Este caso no solo resalta la importancia de tener protocolos claros y eficaces en instituciones educativas, sino que también plantea la necesidad de constantes actualizaciones y formaciones para evitar que vuelvan a ocurrir situaciones similares. A partir de la entrada en vigor de la Ley del Solo Sí es Sí, el panorama legal para estos delitos ha cambiado. Para muchos, puede parecer una mejora; para otros, aún es insuficiente.
La ley busca reforzar la idea de que el consentimiento debe ser explícito y que cualquier acto sexual sin él es un delito. No obstante, aún queda camino por recorrer.
el impacto de la condena en la comunidad universitaria
La comunidad de la ULL se encuentra en un momento de reflexión. La condena a Domínguez ha generado indignación y ha llevado a muchos a preguntarse sobre el sistema educativo que han estado formando parte. A pesar de que la universidad anunció que se estudiará en profundidad la sentencia, el daño emocional a las víctimas ya está hecho. ¿Qué confianza se puede tener en el sistema si quienes deberían protegernos son los que abusan?
Para muchas alumnas y alumnos, la noticia es un recordatorio de que la educación superior no es un espacio totalmente seguro. La implementación de cursos de formación sobre igualdad y respeto se ha vuelto un imperativo. Las universidades deben comprometerse a erradicar cualquier forma de acoso para que el aprendizaje sea un espacio positivo y enriquecedor.
un ejemplo de esperanza: otros casos en discusión
No todo son sombras en el panorama de la educación superior. Otras universidades en España están tomando medidas proactivas para prevenir y abordar el acoso sexual en sus campus. Se están implementando programas de concienciación, formación y acompañamiento a las víctimas. Estos pasos, aunque pequeños, son un atisbo de esperanza en medio de un escenario complicado.
La Universidad de Sevilla, por ejemplo, está investigando a un profesor por «sexualizar» a las estudiantes y por presuntamente inducir a «drogas duras». La respuesta rápida de la institución ante las denuncias puede ser un precursor de una cultura universitaria que empieza a rechazar el abuso y a respaldar a las víctimas, en lugar de cubrirlo.
¿No sería grandioso si cada universidad tomara este tipo de iniciativas en serio y empatizara con el dolor de las víctimas en lugar de verlas como un problema a resolver?
conclusión: un llamado a la acción
El caso de Pedro José Domínguez no es solo una sentencia; es la representación de un problema mayor que necesita ser abordado con urgencia. Es crucial que todos en el ámbito escolar y universitario tomen conciencia e interpelen la situación. Las instituciones deben responsabilizarse y asegurarse de que cada estudiante se sienta seguro y escuchado.
Como comunidad, debemos actuar. No se trata solo de condenar a quienes abusan, sino de erradicar el sistema que permite que se perpetúen esos actos. Es hora de transformar la conversación sobre abuso en educación; y, desde esta perspectiva, todos tenemos un papel que desempeñar.
Así que, ¿qué vamos a hacer al respecto? La pregunta queda en el aire. El cambio comienza con nosotros hoy, hoy más que nunca estamos en el tiempo correcto para garantizar un entorno educativo libre de abusos y lleno de respeto. ¿Vas a ser parte de este cambio?